Los ministros de Exteriores aprobarán el próximo lunes el mantenimiento de las medidas que adoptaron en junio de 2003
BRUSELAS, 7 (EUROPA PRESS) – Los Veinticinco renovarán el próximo lunes por un año las sanciones diplomáticas que impusieron en junio de 2003 a Cuba por la ola represiva contra disidentes y periodistas cubanos iniciada en abril del pasado año, según informaron fuentes del Consejo de la UE a Europa Press.
La presidencia irlandesa de la UE ha comenzado a circular el proyecto de conclusiones, con el fin de que los ministros de Asuntos Exteriores de la UE lo aprueben el próximo lunes 14 de junio. Mañana martes finaliza el plazo para presentar observaciones al texto propuesto dentro del habitual ‘procedimiento de silencio’ que se lleva a cabo en estos casos, sin que ninguna capital haya puesto alegaciones a la renovación de esta medida, explicaron fuentes del Consejo de la UE.
El documento subraya el mantenimiento de las sanciones anunciadas el 5 de junio de 2003 «en vista de la falta de progresos para mejorar la situación de los Derechos Humanos en Cuba». Además, subraya que las embajadas de los Estados miembros seguirán invitando a las celebraciones de las fiestas nacionales tanto a los representantes del Gobierno cubano como «a los miembros de la oposición pacífica y de la sociedad civil».
La invitación a los disidentes a las embajadas europeas ha sido la sanción diplomática que más ha preocupado al Ejecutivo de Fidel Castro durante el último año. Por esta razón, los Veinticinco dejan claro en un párrafo de su declaración su objetivo de seguir manteniendo esta medida.
Asimismo, en contra de las numerosas trabas impuestas desde 2003 por parte de La Habana, los Veinticinco muestran su determinación de mantener su respaldo la celebración de eventos culturales en la isla, incluso con representantes europeos.
Los Veinticinco empezaron el procedimiento de revisión de estas sanciones ahora en junio, una vez concluida la cumbre UE-América Latina-Caribe de Guadalajara (México) y con el fin de que las deliberaciones y documentos internos no interfirieran en el desarrollo de esta reunión en la que participó Cuba.
Las relaciones entre la UE y Cuba siguen congeladas desde el año pasado. Los Veinticinco, lejos de buscar un acercamiento con el régimen cubano, condenaron el pasado 13 de mayo la actividad represiva de Cuba con los disidentes internos y periodistas independientes después de que se impusieran penas de prisión y residencia vigilada impuestas contra trece cubanos.
En una declaración publicada por la presidencia irlandesa de la UE, mostraron su «viva preocupación» por el citado proceso, en el que se vieron implicados un grupo de disidentes que «ejercían pacíficamente su derecho a la libertad de expresión, opinión, asociación y reunión», principios a los que está comprometida la Unión.
POLÍTICA DE LA HABANA
El Ejecutivo de La Habana inició, sin embargo, a comienzos de año una política de acercamiento hacia algunos países europeos. Las embajadas de Bélgica, Grecia, Austria y Portugal habían tenido en los últimos meses un trato de favor por parte de las autoridades cubanas al permitirles mantener los habituales canales diplomáticos con los Ministerios cubanos.
A raíz de la condena en abril de 2003 de 75 disidentes y el fusilamiento de tres acusados de secuestrar una embarcación con el objetivo de llegar a las costas estadounidenses, los entonces Quince acordaron una serie de sanciones entre la que destacó la de invitar a representantes de la disidencia cubana a las fiestas nacionales y actos de las embajadas europeas en La Habana, en un claro reconocimiento de la oposición.
Cuba respondió en un primer momento retirando su candidatura al Acuerdo Cotonú de cooperación entre los países del grupo África, Caribe y Pacífico (ACP) y la UE, y renunciando a la ayuda al desarrollo que anualmente le concedía la Comisión Europea. Poco después, comunicó a las embajadas de los Quince que quedaban congelados los contactos entre los diplomáticos europeos y los Ministerios cubanos.
Esta última decisión provocó el que las embajadas europeas no tengan acceso a los servicios consulares que requieren una autorización de los Ministerios cubanos, con el consiguiente perjuicio para diversos trámites que han reclamado desde entonces empresas y ciudadanos europeos.
Sin embargo, La Habana permitió a los diplomáticos de Austria, Bélgica, Grecia y Portugal el mantener estos contactos, y de hecho, el propio ministro cubano de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque, recibió a los embajadores de estos cuatro países en noviembre de 2003.
En esa reunión, les indicó que las relaciones entre la UE y Cuba podrían superar la crisis a condición de que la UE tomase otras medidas. Es decir, que terminasen las sanciones. Los funcionarios de la UE encargados de las cuestiones de Latinoamérica debatieron el pasado 4 de febrero la situación con Cuba y varias delegaciones dieron a entender que el primer paso para acabar con la congelación de las relaciones euro-cubanas debería provenir de la UE y no de Cuba.
Sin embargo, esta posición no prevaleció entre los Quince. Días después, el 9 de febrero, representantes de la presidencia irlandesa de la UE contactaron con altos funcionarios cubanos para hacerles llegar un mensaje previamente pactado por los gobiernos de los Quince: si Castro hacia algún gesto concreto para mejorar la situación de los Derechos Humanos en la Isla, la UE correspondería de inmediato reconociendo tal gesto y favoreciendo la vuelta al diálogo político.
La respuesta de La Habana llegó el viernes 20 de febrero. En una carta remitida a Dublín, las autoridades cubanas rechazaron la mano tendida por la UE aduciendo que cualquier acercamiento pasaba previamente por que los socios comunitarios «renuncien a su política de invitar a los mercenarios», en referencia a la decisión de los Estados miembros a abrir las puertas de sus embajadas a los dirigentes de la disidencia interna cubana.
«DESCONOCIMIENTO TOTAL»
Además, el mensaje advertía a los europeos de que la idea de que Cuba pudiera dar el primer paso para resolver la crisis era «totalmente irreal» y demostraba el «desconocimiento total» de la realidad cubana, por parte de la Unión. Incluso alertaba de que, por esta vía, la UE sólo iba a conseguir «aislarse aún más de Cuba».
El pasado 17 de enero, Pérez Roque afirmó que su Gobierno no se movería «ni un milímetro» para reconducir las relaciones con la UE y achacó la «responsabilidad exclusiva»de la crisis a los europeos, a los que culpó de plegarse a la política de Estados Unidos.