“Estas cosas una las cuenta a los mismos cubanos y no las creen”
Por Elizabeth Bushby
La Primavera de Cuba visitó a Gisela Sánchez en su casa de Marianao, Ciudad de La Habana. Ella acababa de hacer una visita a su esposo, el preso de conciencia Antonio Díaz Sánchez, y nos contó sobre ese encuentro, sobre cómo discurre su vida cotidiana y la situación familiar a los tres años del arresto y encierro de su marido, además de comentarnos del desconocimiento que la mayoría de cubanos tiene acerca de estos temas.
Elizabeth Bushby: ¿Cómo encontraste a tu esposo en la última visita?
Gisela Sánchez: De salud está bastante bien. Tuve en esa ocasión la oportunidad de decirle que se había publicado su libro y estuvo muy emocionado por esto, fue una de las buenas noticias que le pude dar.
EB: ¿Te refieres a “690, vivencias de terribles pesadillas”…?
GS: Sí. A pesar de lo que se denuncia en el libro de la situación que viven estos presos políticos, sobre las condiciones infrahumanas a las que han sido sometidos, a pesar de todo ello, ellos se encuentran con muy buen estado de ánimo. Cosa que a nosotros nos fortalece para seguir adelante.
EB: ¿Crees que la publicación del libro de Antonio ayudará a la causa de los 75?
GS: Eso es lo que queremos, que el libro se lea tanto en el extranjero como aquí en Cuba. Porque estas cosas uno las cuenta a los mismos cubanos y no las creen. Mi vida era una vida normal de ama de casa y por los problemas políticos de mi esposo no he podido trabajar, a pesar de yo tener un título. Me he tenido que dedicar a hacer trabajos de peluquería para ayudar al sustento de mi casa. A los cubanos tú les cuentas que estás horas de horas en el andén de un tren o en una terminal de ómnibus, esperando por un pasaje, con un niño y sin posibilidad de tener alimentos, horas de horas, y se quedan sorprendidos. Muchos cubanos no saben que esta realidad existe. Creo que si yo tuviera la oportunidad y el tiempo podría escribir un libro que podría ser también chocante para muchos.
EB: ¿Qué es lo que te gustaría que sepan los cubanos?
GS: Por ejemplo, mi hija y yo estuvimos botadas 30 horas en un tren que se malogró. Mi hija apenas tenía cuatro años y medio. No teníamos agua o luz en el tren, y había mucha suciedad alrededor. Aquellos fueron momentos muy deprimentes, y lo mismo ocurrió cuando fuimos al aeropuerto, donde estuvimos botadas más de 14 horas. Mi hija tuvo que dormir tirada por cualquier parte. Ya no tenía más fuerzas ni para decirle a mi hija nada ni explicarle por qué.
EB: ¿Qué dificultades enfrentas para poder ver a tu esposo?
GS: Ahora tengo que viajar en ómnibus unas siete horas. Es un viaje muy costoso porque ya el gobierno subió el pasaje, pero independientemente de eso tengo que conseguirme a alguna persona que me “marque” porque para viajar es necesario hacer un trámite para que te den un pre ticket. Es decir, no puedes llegar a la agencia y decir “voy a viajar mañana o la semana que viene”. Es muy difícil, en las actuales condiciones que uno vive, conseguir ese pasaje, y eso sólo para ir. Para regresar tengo que pagarlo en dólares, es decir por fuera, como se dice aquí en CUC, tengo que pagar entonces 10 CUC por persona y además, 91 pesos cubanos que me cuesta el pasaje. Eso, más todo lo que tienes que consumir porque si vas con niños tienes que comprarle refresco y esas cosas.
EB: ¿Dónde está la cárcel en la que se encuentra tu esposo?
GS: Hace dos años y medio mi esposo estuvo recluido en Holguín. Holguín es una capital de provincia que tiene mejor transporte, más costoso eso sí porque se encuentra bastante lejos, casi son 900 kilómetros. Hace ya como diez meses cambiaron a mi marido a Ciego de Ávila, más cerca pero es mucho más difícil para viajar. Y es que uno de los principales problemas en el país es el transporte.
Policía política
EB: ¿La policía política sigue vigilando tu familia?
GS: Sí, claro. En mi casa yo he sido visitada en más de cinco ocasiones directamente por la policía política. Ya la última vez me hicieron saber que dependía de mí que no volvieran. Se referían a mi pertenencia a las Damas de Blanco. Así también, a que utilizamos Internet que nos ofrecela Oficina de Intereses de los EE UU (SINA). De otro modo la navegación por Internet se haría imposible porque tendría que tener una entrada de dinero suficiente para poder comprar una tarjeta de cinco horas o algo así. Cuando vamos al SINA la policía política nos toma fotos, y esto se convierte en una presión y tensión constante.
EB: ¿Cómo te afecta esta situación?
GS: Yo tengo miedo por mis hijas, sobre todo por la mayor que ya es adolescente. Tengo miedo que la seguridad del Estado pueda hacer algo en contra de mi familia. Ya hemos pasado por eso. Cuando mi hija cursaba secundaria tenía un tercer escalafón y la bajaron al quinto. En la escuela a los alumnos los clasifican en diferentes escalafones. Ella en un principio estaba en el tercero y la bajaron al quinto automáticamente cuando a su papa lo meten preso. Ese escalafón final se utilizó para la ubicación de su plaza en la universidad. Ella estudia en la universidad informática y, debido a que ella no participa en actividades políticas, la volvieron a bajar de escalafón. Ahora no se sabe qué pasará cuando tenga que hacer su trabajo de grado ya que se gradúa este año y quiere prepararse para continuar en la universidad, si se lo permiten claro.
EB: ¿Y la menor…?
GS: Con ella ha sido más difícil. Pero claro que nos afectamos mucho las tres. La casa era un mar de lágrimas, todo el santo día me veían llorando porque casi en los 18 años de matrimonio con mi esposo nunca nos habíamos separado. Para mí fue muy duro verme sola con las niñas. La niña menor tuvo una crisis alérgica que terminó en un asma y estuvo más de un año con tratamiento. Según la doctora fue producto del estrés que ella tuvo por causa de lo que vivimos.
EB: ¿Y los vecinos te molestan?
GS: Tengo muchos vecinos que me apoyan. Hay vecinos que tratan de ayudarme, que están al tanto de cuando voy a visitar a Tony y le mandan regalos. Desde luego también tenemos vecinos que son utilizados por la seguridad del Estado para informarse de lo que pasa en mi casa, quién me visita, etc. Lo que yo hago lo hago por la libertad de mi esposo y, como se lo he dicho al gobierno, el día que suelten a mi esposo no mi interesará hacer más gestiones de política.
Damas de Blanco
EB: ¿Qué haces junto a las Damas de Blanco?
GS: Pertenecer a las Damas de Blanco ayuda a llevar el dolor tan grande que no nos permitía hacer nada más que llorar dentro de nuestras casas. Decidimos todas unirnos para manifestarle al gobierno que esas personas estaban injustamente encarceladas. Nos basamos en las mujeres de la Plaza de Mayo, y también en el esfuerzo que hacen las mujeres de los 5 espías. Nosotras decidimos que también teníamos ese derecho de defender a nuestros esposos, pues ellos no pusieron ninguna bomba ni asaltaron ningún cuartel.
EB: ¿Cómo sobreviven día a día?
GS: Bueno, no sé si soy sólo yo o son en realidad todos los cubanos. Las horas no alcanzan. Se pierde mucho tiempo cuando se quiere hacer una gestión en la calle. No puedo usar el teléfono porque me están grabando constantemente. También me reúno con otras esposas de presos políticos y nos damos aliento y noticias. Luego visito mucho también a los del movimiento (Movimiento Cristiano Liberación) ya que ellos están informados de lo que sucede a nivel internacional respecto de Cuba y de las campañas a favor de los presos políticos. No apago mi radio Martí, aunque en la tarde hay que hacerlo porque viene con mucha interferencia. Pero me levanto tratando de escuchar alguna noticia. Entonces siempre tenemos algo que nos evite estar en una cama deprimidas. ■