«Es la hora de los cambios». Por: Oswaldo Payá Sardiñas

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        Cuba se acerca a los tiempos de cambios, eso está en las mentes de muchos cubanos, de cada vez más cubanos, no importa cuáles sean sus experiencias anteriores, sus ideas políticas o su situación actual, todos saben que los cambios son inevitables y la mayoría los desea.

Cambios necesarios

        Fuera de Cuba las expectativas, en algunos casos con mentalidad a lo menos superficial, por no decir reaccionaria, se centran en la enfermedad de Fidel Castro o en los cambios que pudiera hacer Raúl Castro. Son muchas las especulaciones y la predicciones desplegadas, algunas alrededor de ciertos análisis sobre la personalidad del sucesor y otras sobre supuestas variantes, que van desde la china hasta la vietnamita, siempre hablándose de medidas o reformas.

        El asunto es que el gobierno de Cuba, sus voceros, los cuerpos represivos y toda la propaganda que es masiva, continúan aparentemente imperturbables, como si nada hubiera pasado, como si nada fuera a pasar, manteniendo la doctrina de “no cambios”. Pero sin embargo, todos saben que el pueblo sí quiere cambios y que en Cuba deben y tienen que haber cambios ahora.

        Pero los cubanos debemos ser sinceros con nosotros mismos. Por una parte rechazamos esas visiones superficiales y reaccionarias sobre Cuba que ven a las figuras del poder totalitario como los únicos actores. Esas son visiones conformadas a través de los prismas de las ideologías y los intereses políticos y económicos. Pero también tenemos que reconocer que ya es hora de que el protagonismo de los cubanos se manifieste, no para complacer a nadie fuera de Cuba, sino para que nuestra historia tome el curso de la justicia, la paz y la libertad y dejar a nuestros hijos esa herencia y no la del odio, la amargura, la simulación, la separación de las familias, del miedo, la desigualdad, la pobreza u otra dictadura de cualquier tipo.

        Los cubanos queremos cambios y queremos cambios pacíficos, pero también que sean cambios que traigan una nueva vida para todos, más digna, más libre, más próspera en todo sentido y no nuevos engaños, nuevas migajas en una larga espera que devore, como hasta ahora, la vida de una generación más.

Metas de todos

        Pero esas metas tenemos que lograrlas, nosotros los cubanos, todos sin exclusión, por nosotros mismos. Algunos pueden pensar que sus privilegios y posiciones de ventaja, adquiridos por su lugar en el poder, no tienen por qué cambiar y que esta forma de poder cerrado, que excluye y niega derechos y oportunidad a la mayoría, es la garantía para esos privilegios. Estos cubanos pueden pensar que nada que afecte su poder puede cambiar, porque ese estilo de poder les prepara ventajas y privilegios para un futuro.

        Otros se creen ligados indisolublemente a este sistema, a sus líderes, como si no tuviesen vida propia, con un cierto sentido de fidelidad, que puede ser sincero, pero fatal porque no les permite ni siquiera soñar con un futuro distinto y no se atreven a disentir mas allá de la almohada.

        Sin embargo muchos de estos, tratan de lograr trabajo en una corporación capitalista o al estilo capitalista de las que se han instalado aquí en Cuba, o salir en misión al exterior para ganar unos dólares o lograr la meta suprema de sacar del país a sus hijos y otros a familiares, o de adquirir un permiso para residir en el mundo del capitalismo mientras siguen siendo revolucionarios y aceptan la fórmula fatídica de “socialismo o muerte”, pero asegurando su parcela de capitalismo para ellos y su familia. Para ellos no tenemos odio de clase, ni odio de ninguna clase, sólo recordamos “es mejor que todos tengan derechos y no unos pocos todo el poder y todos los privilegios”. Es mejor para todos, para los que ahora tienen todo el poder, para los que ahora tienen privilegios, para los que tienen muy poco y para esa muchedumbre de cubanos que no tienen nada.

        Tanto los que tienen poder y privilegios, los que los apoyan, aun dispuestos a morir valientemente o a matar u hostigar cobardemente en un acto de repudio a alguien que se atreve a expresar su desacuerdo con el gobierno, como los que tienen muy poco y sufren la angustia diaria por ellos y por sus hijos, pero simulan estar conformes y también los que no tienen nada y sueñan con irse de Cuba, todos ellos tienen derechos a los derechos sin negar los derechos del prójimo.

        Aquí llegamos al punto definitorio de la suerte de los cubanos. No tenemos por qué estar a merced de especulaciones y predicciones de otros para tener esperanzas, ni de migajas o de cambios raquíticos que ni siquiera son anunciados con claridad, ni de conjeturas sobre ciertas aperturas económicas, pero no políticas. Todo esto es, en primer lugar, humillante y también debería ser indignante, digo con amor y respeto debería, porque algunos aun, por falta de horizontes, sueñan con esas migajas. La pregunta justísima y desafiante que debemos hacer es esta: ¿Y por qué no los derechos?

Preguntas sin respuesta

        Esta pregunta y las que siguen no tienen ninguna respuesta lógica y ni siquiera decente, pero las hacemos como denuncia.

        ¿Por qué no puedo expresarme libremente, tener una organización política o de otra índole libremente, tener negocios y trabajar libremente, viajar y entra a Cuba y salir libremente, mudarme de casa o trabajo libremente, elegir democráticamente al diputado que me represente aunque piense diferente al partido comunista?

        ¿A quién hiere o molesta que yo tenga derechos, que tú tengas derechos, que todos tengamos derechos?

        ¿Qué bien se puede lograr o defender para Cuba si se le quitan los derechos a sus hijos? ¿Cómo aceptar que para defender la independencia y soberanía de la patria haya que negarle nada menos que la libertad y los derechos a los ciudadanos y al pueblo, cuando el ejercicio de la libertad y de los derechos de los ciudadanos y del pueblo todo, son la única manera de hacer verdaderas la independencia y la soberanía?

        Los cubanos no debemos quedar como espectadores, pues entonces la historia continuará un curso no decidido por el pueblo y no será bueno para el pueblo. Debemos ser protagonistas, construir este nuevo momento y ese nuevo futuro para Cuba. Pero nuestra misión como movimiento cívico, como movimiento por la liberación, y creemos que la de toda la oposición democrática, no es sólo describir un futuro mejor o proyectar una lista de buenos deseos, sino definir e impulsar el cumplimiento de la misión que deben asumir los cubanos para lograr sus derechos y así los cambios que la mayoría quiere.

        Una clara definición de esa misión y una determinada manera de llevarla a cabo se están concretando en el Proyecto Varela, desde hace años y no sin pagar un precio de persecución, de difamaciones y de cárcel injusta para muchos de nuestros hermanos.

        Pero es un camino que ya se está recorriendo y que ahora, en estos tiempos, se identifica más claramente como camino viable y positivo para todos.

Metas de Foro Cubano

        Con la campaña Foro Cubano, se ensancha el camino del Proyecto Varela, se convierte en una avenida en la que esta campaña se intensifica a la vez que se abre a otras iniciativas que van en la misma dirección: lograr cambios en las leyes para que garanticen los derechos de los cubanos.

        Los fines de la campaña Foro Cubano son:

-la liberación de los que han sido condenados o encarcelados por defender, promover y ejercer pacíficamente los derechos humanos,

-lograr que las leyes cambien para que garanticen los derechos, que se convoque a elecciones libres para una Constituyente y

-caminar todos los cubanos en un proceso de reconciliación nacional.

Dimensiones de la campaña

        Estos fines anunciados no son sólo deseos, son objetivos, son metas y como son metas, la campaña Foro Cubano define el camino y los métodos para alcanzarlas. Hay dos direcciones de trabajo.

        Una es la campaña Cívica. Esta es impulsada por el Comité Ciudadano de Reconciliación y Diálogo, que está integrado por ciudadanos que pueden o no ser opositores pacíficos o disidentes.

        Este Comité Ciudadano es un mecanismo de trabajo que tiene equipos en todo el país para organizar la demanda legal de los ciudadanos para pedir cambios en las leyes, como es el caso del Proyecto Varela y otras iniciativas.

        También para demandar la liberación de los prisioneros políticos pacíficos y para servir de tejido en el que los cubanos vean identificadas sus aspiraciones y tengan un espacio de participación cívica para ser protagonistas de los cambios pacíficos.

        La otra dimensión o dirección de la campaña Foro Cubano es la promoción del Encuentro Nacional Foro Cubano en el que participaría un Foro de Gobierno designado por la Asamblea Nacional del Poder Popular y un Foro Cívico que representaría al Comité Ciudadano de Diálogo y Reconciliación y a la oposición de­mocrática cubana. La propuesta de este diálogo al gobierno es auténtica y consideramos que aquel es posible y sería un camino bueno para todos los cubanos. El Foro Cívico se integrará oportunamente con los que deseen participar y que acepten las metas que se exponen con total transparencia en la definición de la campaña Foro Cubano.

Etapa de trabajo arduo

        Ahora es una etapa de mucho trabajo, no de demostraciones espectaculares, ni de noticias diarias, sino de arduo y difícil trabajo que ya ha comenzado. Pero es un trabajo y una lucha pacífica con esperanza. Por eso estamos llamando a todos los cubanos para que participen en su foro, que es este Foro Cubano, que es el camino bueno para lograr los buenos anhelos y sueños del pueblo cubano. Nuestro llamado es a todos los cubanos sin exclusiones. Ya los cubanos tienen su lugar para trabajar y luchar por sus derechos pacíficamente, su lugar para participar y decidir sobre los cambios en Cuba y sobre su propio futuro. Este es un camino viable y posible, tan posible que ya lo estamos recorriendo. Cada cubano que se suma a la campaña Foro Cubano, se suma al camino de la esperanza y se convierte en protagonista de nuestra historia.

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