El disidente cubano Oswaldo Payá afirmó hoy que “los hermanos latinoamericanos” han dejado solos a los cubanos y demandó una mayor solidaridad para contribuir a combatir “la cultura del miedo” en su país.Los países latinoamericanos deben “alzar la voz ante la administración castrista”, señaló el dirigente del Foro Cubano y el Movimiento Cristiano Liberación, en una entrevista con radio Cooperativa.
“Los hermanos latinoamericanos han dejado solos, hasta ahora, a los cubanos”, insistió el dirigente, que sugirió que la solidaridad debe estar dirigida a las movilizaciones pacíficas a que están convocando los grupos disidentes, “para reclamar por los derechos (democráticos)”.
A su juicio, el presidente, Raúl Castro, “a quien debe oír, antes que a la comunidad internacional, es a su propio pueblo y para eso debe darle voz, no en una asamblea un día, sino el derecho a la libertad de expresión y asociación”.
“Hasta ahora no hay ningún signo” (de cambios), subrayó Payá, que añadió que la comunidad internacional, antes que poner los ojos en el régimen, debe exigir “la liberación de los presos políticos pacíficos y que se le dé voz al pueblo, en un referendo que cambie la ley para que se respeten los derechos de los cubanos”.
Agregó que la disidencia cubana, lo que pide, “es lo mismo que un día pidieron los chilenos o los argentinos: derechos, reconciliación, vivir como hombres y mujeres libres”.
En tanto, en un artículo que publica la edición chilena de “Le Monde Diplomatique”, el editor de ese periódico, Ignacio Ramonet, vaticina que Fidel Castro abandonará también el cargo de primer secretario del Partido Comunista Cubano (PCC), lo que debería ocurrir en un Congreso de la colectividad.
“Hasta el momento el cargo de primer secretario no ha estado disociado del de jefe del Ejecutivo en ningún país comunista. Es por lo tanto poco probable que Fidel Castro conserve su cargo en el seno del Partido”, sostiene Ramonet, autor de “Fidel Castro, biografía a dos voces”, un libro de conversaciones con el ex presidente cubano.
Subraya que de todos modos, la “inmensa influencia” de Fidel sobre la opinión pública cubana perdurará, a través de sus artículos y señala que en ese plano, “persiste como el combatiente que siempre ha sido, aunque sus armas sean ahora exclusivamente las palabras y su batalla, más que nunca, la de las ideas.
El alejamiento de Fidel, agrega, debería permitir en Cuba una evolución pacífica y considera que en su mayoría, los cubanos aceptan ver su país dirigido por un equipo diferente, pero de la misma manera y por la misma vía socialista.
Ramonet está seguro de que el socialismo cubano evolucionará, pero no a la manera de China o Vietnam, sino que seguirá su propia vía.
“Las nuevas autoridades introducirán seguramente cambios en el ámbito económico, pero es poco probable que asistamos a una “perestroika cubana”, a una “apertura política”, o a elecciones multipartidistas”, señala.
Las autoridades están convencidas de que este tipo de transición reabriría la vía a una intromisión estadounidense y a una forma más o menos disimulada de anexión, añade.
Consideran que el socialismo es la buena elección aunque puede -y debe- ser perfeccionado. A corto y medio plazo, su preocupación principal será, verdaderamente, mantener la unidad, concluye.
En ese contexto, asigna un papel importante a EE.UU., pero considera que no habrá alguna señal importante al respecto antes de que asuma la Casa Blanca la próxima administración estadounidense, tomando en cuenta que, por primera vez, La Habana tiene verdaderos amigos en el poder.
Aluden en ese sentido, a los gobiernos de Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Nicaragua, Panamá, Haití, Ecuador y Bolivia, con los cuales será del interés de Washington redefinir sus relaciones con cada uno.