Mientras el mundo entero celebraba el 60 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en Cuba se lanzaba una nueva ofensiva para violarlos. Es la forma que tiene el régimen cubano de subrayar que continúa el orden de los no derechos, de lanzar un mensaje al pueblo de que «con la Revolución todo, contra la Revolución nada», y de gritar al mundo entero que Cuba no cambia. Para mantener el orden del miedo el régimen tiene que reprimir y ahogar todas las iniciativas de cambio. En un solo día, un centenar de opositores han sido detenidos. Su delito: solicitar el respeto de los derechos humanos recogidos en un convenio del que Cuba es signatario.
Esta vez el régimen ha ido más allá y también ha querido dar un duro golpe al Proyecto Varela, que busca pacíficamente los cambios en la isla. En una reacción desesperada para detener el avance en la recogida de firmas en apoyo a un referéndum constitucional, el régimen ha allanado la residencia de un opositor demócratico y sustraido miles de firmas en apoyo a la apertura política. Ahí están los nombres, apellidos y domicilios de los valientes que se han atrevido a dar un paso adelante y decir que ellos sí quieren derechos. De nada les servirá. El régimen puede robar las firmas pero no las voluntades firmes de quienes, expuesto a duras penas, han apostado arriesgar su vida en defensa de la libertad de los cubanos.
El pueblo cubano ha padecido durante cinco décadas el férreo orden totalitario de los «no derechos». Ahora, cuando los cubanos se asoman con incertidumbre a la puerta de su futuro, la respuesta del grupo en el poder sigue siendo la misma: el desprecio. Se trata de una articulada combinación de factores orientados a seguir dominando y asfixiando a un pueblo cansado. Por un lado, la feroz propaganda que satura cada rincón de la vida del cubano y que trata de asfixiar su entendimiento. Por otro, la creciente represión que se aplica en todos los aspectos de la vida y sobre todos los cubanos -se persigue a quien abiertamente lucha pacíficamente por los derechos, pero también a las madres y padres de familia que tratan de buscar el pan de cada día-. La pobreza acumulada, por su parte, ahoga a la mayoría y la angustia que produce deriva en que la mayor parte de la energía y tiempo se gastan para la sola supervivencia.
El grupo dirigente del poder totalitario está mostrando una ceguera irreparable con su discurso oficial repetido y amplificado. Se empeñan en reafirmar la continuidad de su poder total como único proyecto, negando así al pueblo, a cada familia y a cada cubano el derecho a soñar con sus propios proyectos legítimos y negándoles toda la posibilidad de realizarlo.
El novedoso y penoso escenario virtual de cambios que se ha instalado en Cuba -que ha generado una mayor dimensión y actividad fuera de la isla- proyecta, sin fundamento alguno, una imagen de reforma. Así, se generan expectativas, debates y conjeturas sobre hipotéticos modelos o pasos hacia la transformación en Cuba pero sin contar con los propios cubanos. Desgraciadamente, éste es el escenario en que se mueven no pocos gobiernos, instituciones, medios de comunicación y personalidades intelectuales del arte, de la política y la religión: hablando por los cubanos en vez de reclamar la voz para los cubanos.
Existe un proyecto para mantener atrapados en el miedo a los ciudadanos cubanos. Sin embargo, estos quieren cambios. Quieren una nueva vida y saben que ésta es posible. No hay duda de que la mayoría siente una insatisfacción integral, pero muchos no creen que exista un camino y ya no esperan nada, aunque anhelen cambios. Pero algunos saben que sí existe un camino y que es el camino en el que los propios cubanos son los protagonistas. Es el camino del reclamo de los derechos. Ese camino ya llevamos tiempo andándolo, pero hoy volvemos a convocar con más determinación que nunca. Este camino es el Proyecto Varela.
Hemos reiniciado la recogida de firmas para el referéndum del Proyecto Varela, porque sabemos que la demanda de libertades tenemos que hacerla nosotros mismos: los cubanos. Y es el momento. El Proyecto Varela es un instrumento legal, pacífico y democrático para iniciar los cambios, dándoles las llaves de esos cambios a los ciudadanos mediante un referéndum que demuestre inequívocamente la voluntad popular.
No se trata de un ejercicio intelectual ni de una actividad digital. Es la acción concreta y visible de ciudadanos que realizan una demanda sostenible. Se trata del camino que quieren recorrer muchos miles de ciudadanos para lograr los derechos de todos los cubanos y, por eso, a pesar de los ataques, no vamos a abandonar esta campaña que es camino de liberación.
No podemos dejar de denunciar que mientras muchos activistas recolectan firmas, se desata la represión directa y muy agresiva de los cuerpos represivos, con muchos recursos, trampas y bajezas. Y que mientras esto pasa, muchos de los medios de prensa y comunicación que se ocupan de Cuba o que llegan a Cuba por diversas vías silencian esta campaña.
Todos saben que la asonada oleada represiva de marzo de 2003 fue realizada en gran parte para tratar de neutralizar el creciente apoyo popular al Proyecto Varela. Aunque algunos de nuestros hermanos encarcelados no eran dirigentes de la iniciativa, la mayoría sí lo eran. La liberación de los presos políticos ya era una demanda en la primera entrega del proyecto en mayo de 2002. No se debe olvidar que siempre ha habido prisioneros políticos en Cuba, ni que la primera y única campaña en la que miles de ciudadanos reclaman la liberación de los prisioneros políticos es el Proyecto Varela. Esto es un hecho actual; no es un recuerdo.
Los presos políticos, sufriendo sus penas de prisión, cruel e inhumana, sostienen la antorcha de la esperanza porque no se han sometido. No se rinden. ¿Cómo vamos a olvidar la causa que con ellos defendemos juntos; la causa de la libertad y los derechos de los cubanos?
El Gobierno de Cuba, sus cuerpos represivos, sus diplomáticos, todo el aparato de mentira y miedo ataca el Proyecto Varela. Lo hacen porque los derechos que reclamamos en esa campaña son incompatibles con la continuidad de su poder totalitario y los enormes privilegios que de él derivan, para su beneficio. Lo reprimen desesperadamente porque es una realidad, porque ya es esa acción liberadora de miles de personas. Algo que parecía imposible dentro la cultura del miedo. Ese miedo de la gente sin el cual no hay comunismo posible en ninguna de sus modalidades.
Nadie debe temer que los cubanos tengan derechos y puedan manifestar su voluntad pacífica y legalmente. Sólo así daremos los primeros pasos para evitar que Cuba se reparta como un pastel. Sólo así se frenarán las privatizaciones desenfrenadas sin control del pueblo que muchos temen, porque da a los ciudadanos control soberano de la vida nacional al situarles como el primer eslabón de las reformas.
Ya comenzamos esta campaña definitiva por unos cambios dentro de Cuba y ahora. Y convocamos a todos los cubanos que viven en Cuba a participar en la demanda de derechos, firmando el Proyecto Varela y apoyando sus demandas. A todos los cubanos que viven fuera de Cuba y a todos los amigos de nuestro pueblo a que participen en la campaña del Proyecto Varela, la apoyen y la divulguen en todo el mundo (para eso, hemos lanzado una web www.queescuchenalpueblo.org).
Mantendremos las demandas y la campaña del Proyecto Varela hasta que todos los prisioneros políticos sean liberados y hasta que todos los cubanos disfruten de los derechos humanos.