A espaldas del Cristo de La Habana, a unas siete millas de la costa, “los voluntarios” del régimen comunista cometieron uno de los crímenes más horrendos en la historia de nuestra ciudad y de Cuba.

En la madrugada, un grupo de setenta  personas en total, huía en un remolcador, dirigidos por la propia tripulación de la nave. Ninguno iba secuestrado, ni en contra de su voluntad. Salieron por la boca de la  bahía de la Habana.

Le persiguieron otras naves semejantes. Al  detenerse la nave fugitiva y rendirse sus ocupantes, las naves que le perseguían comenzaron a embestirla hasta hundirla. Mientras tanto, en la cubierta, mujeres con niños en los brazos suplicaban piedad, pero la respuesta de sus captores fue proyectar contra ellos cañones de agua de gran potencia. Algunas vieron a sus hijos desprenderse bajo los chorros asesinos en medio de alaridos de horror. Se ensañaron hasta que cumplieron su misión perversa: Hundir la nave que huía y aniquilar a muchos sus ocupantes.

Asesinaron a treinta dos personas, de ellos veinte niños. Alguno estaría cumpliendo 15años ahora. El órgano oficial del Partido Comunista “Granma” informó que la nave se hundió por un giro de campana. Esa sigue siendo la versión oficial repetida, pero los sobrevivientes relatan las escenas infernales concebidas y ejecutadas por mentes diabólicas. Tuvieron  muchas oportunidades para no aniquilar a esos veinte niños inocentes y a mujeres y hombres, pero su maldad fue sostenida. Perdieron así la oportunidad que Dios siempre da para que sus hijos no caigan en el abismo del mal, como cayeron los que ordenaron y ejecutaron este crimen.

Únicamente la farsa que terminó con el asesinato por fusilamiento de ocho inocentes jóvenes cubanos estudiantes de medicina, el 27 de Noviembre de1871 tuvo la saña, la soberbia, la cobardía y el abuso despiadado, que tuvo el crimen del 13 de Julio de 1994.

Únicamente el asesinato de 73 personas inocentes, mucho de ellos adolescentes, atletas cubanos que viajaban en un avión de Cubana de Aviación,  explotado en pleno vuelo mediante bomba de terroristas, el 6 de octubre del1976, estuvo cargado de tanto odio enfermizo, de tanta perversión y de tanto cinismo posterior por sus autores materiales e intelectuales, como lo estuvo el crimen del 13 de Julio de 1994.

Todas estas conductas; saña, soberbia, cobardía, abuso despiadado, odio enfermizo, perversión y cinismo posterior de los autores, se desbordan en el crimen del Remolcador 13 de Marzo, del día 13 de Julio de 1994. Pero también se desborda la impunidad.

Impunidad no solamente porque los culpables no han sido juzgados, sino por que muchas personas en Cuba y en el mundo no se atreven a denunciar este crimen y ni siquiera a reconocerlo como tal.

Los autores de este crimen son tratados como héroes por el Gobierno cubano. Ni siquiera llorar abiertamente en nuestra tierra se permitió a los dolientes, ni siquiera quejarse, ni siquiera protestar.

¿Ante quien reclamar? ¿Ante los tribunales que juzgan y condenan injustamente a los que levantan la voz para decir la verdad y a los que desfilan en silencio para denunciar estos crímenes?

Demasiado dolorosos los eventos que aquí he mencionado, por lo que es impropio usar ironías. Denuncio seriamente que faltan 32 banderas negras que deben colocarse, desde al Comité Central del Partido Comunista, en línea directa, hasta el Ministerio del Interior, pero visible desde el Ministerio de Cultura ya que sus heraldos de todas las especies, cubanos y extranjeros, son los encargados de cantarle a la mentira y la opresión, falsificando la verdad y la libertad.

Que doblen las campanas silenciadas. Pero que doblen por todas las víctimas del terror, que en realidad son una sola víctima: el pueblo cubano que, sin hacer distinciones, sufre por la pérdida de cada uno de sus hijos.

El Cristo de la Habana no está dando la espalda a los que murieron, está llamando a los que viven para que no vivan en la mentira paralizados por el miedo, sino que busquen la verdad con la esperanza de que podemos vivir  todos los cubanos libres y como hermanos. Así, un día cercano, esa plaza y toda Cuba, se inundarán de banderas cubanas y de banderas blancas flotando en el canto de todos  que proclamará: ¡por fin la paz y la libertad¡

Oswaldo José Payá  Sardiñas

La Habana, 13 de Julio de 2009

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