Escuche a Oswaldo Payá
“Yo no odio a nadie. Pero nunca quise salir de Cuba”
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‘‘Pienso que un sacerdote no abandona a su pueblo, pero fui expulsado por ser sacerdote. Mi pecado, entonces, es ser sacerdote, y no me arrepiento de serlo”.
Monseñor Román fue expulsado de Cuba por el gobierno comunista y nunca pudo volver. Al igual que el Padre Varela denunciaba la opresión contra su pueblo y defendió como patriota la libertad, la paz y los derechos para Cuba y todos sus hijos, por eso le odiaron los poderosos que oprimen al pueblo. Igual que a Varela, le impedía un régimen impío volver a su tierra al Pastor de la Verdad.
Como Varela vivió con Santidad, Sencillez y Patriotismo y por eso fue despreciado por la tiranía comunista. Le desterraron de su patria y también le ignoraron y silenciaron los que no quieren molestar a un régimen supersticioso sostenido por fanáticos.
Con Román, Obispo del destierro, no muere la Diáspora sino que se une mas a sus hermanos cautivos dentro de la isla. Somos un solo pueblo que rechaza los pactos sin derechos para los cubanos y proclamamos nuestra determinación de lograr sin violencia la libertad y la soberanía para Cuba, patria y hogar de todos los cubanos.
Siempre estarás en el corazón de todos los cubanos porque tu corazón era el corazón de Cuba, de Cuba Libre! Tu voz seguirá siendo la Voz de los pobres, los perseguidos, los desterrados, los que sufren. Tu Voz sera en nuestras conciencias y en nuestro espíritu la Voz de la Reconciliación, del Amor fraterno, la Paz, la Justicia y la Liberación!
¡Obispo Román, Presente!
¡Padre Varela, Presente!
¡Roman VIVE!
¡Viva Cristo Rey y Viva Cuba Libre!
Movimiento Cristiano Liberación
11 de abril de 2012.
Un Proyecto Liberador. por Monseñor Agustin A. Roman (epd)
A diez años de aquel llamado preclaro, el mensaje profético de Monseñor Roman es mas vigente hoy que nunca.
“Un proyecto liberador”.
El proyecto Varela, concebido y dado a conocer por el Movimiento Cristiano Liberación desde el territorio propio de la nación cubana, e inspirado en la prediga del Siervo de Dios y patriota cuyo nombre lleva, llega en un momento oportuno y necesario, porque viene a reavivar las llamas de la renovación cívica que los cubanos han deseado desde hace cuatro décadas y que Cuba ha experimentado de manera especial a partir del la visita del Santo Padre Juan Pablo II, en enero de 1998.
Esta renovación cívica se manifiesta en la aparición, durante los últimos años, de gran numero de organizaciones no gubernamentales, como bibliotecas independientes, asociaciones profesionales, etc . todo ello concorde a lo que la Iglesia propone como actividades correspondientes a los laicos en el ejercicio de sus derechos.
Después de leer y meditar profundamente, me he convencido de que el Proyecto Varela merece el apoyo de todos los que queremos ver un cambio verdadero y pacifico en Cuba, por tres razones fundamentales.
La primera es que no busca soluciones falsas, como seria toda aquella basada en la asunción de compromisos con el gobierno cubano, en supuestas concesiones de este o en dádivas de otros gobiernos o entidades. El pueblo reclama, a través de este proyecto, su derecho a ejercer libremente el sufragio y escoger mediante el mismo su destino político. Si los obligados a escuchar la voz del pueblo no lo hacen sera solamente de ellos la responsabilidad del estancamiento presente y de sus consecuencias en el futuro.
La segunda razón es que, al enmarcarse dentro de las leyes actualmente vigentes en Cuba, facilita la participación de un gran numero de cubanos que se irían despojando del temor al formar parte de un proyecto que no puede ser calificado de “ilegal” no de “ subversivo”. De esta forma, sin apenas proponerselo, el cubano se estaría convirtiendo en un “ protagonista de su historia” tal como precisara el Mensajero de la Verdad y la Esperanza al dirigirse a los jóvenes de nuestro país en la ciudad de Camaguey, durante su visita a Cuba anteriormente mencionada.
Y la tercera razón por la que estimo que el Proyecto Varela debe ser apoyado por todos los cubanos de buena voluntad, es por su carácter inclusivo, que abarca tanto a los cubanos de la isla como a los del exilio, ya que solamente por los caminos de la unión, haciendo buena la frase que afirma que “somos un mismo pueblo” , es que puede haber para Cuba un futuro de libertad, justicia y progreso.
Ademas, en las cinco propuestas que este proyecto contiene (amnistía política,derechos a la libre expresión, a la libre asociación, a la libre formación de empresas y reformas a las leyes electorales ) me parece ver recogidos muchos de los planteamientos que han sido formulados por las organizaciones del exilio a través de los años.
Todo esto debe animarnos, a darle apoyo a este proyecto, al tiempo que, como he hecho siempre, recabo de todos , una vez mas, las mas fervientes oraciones para que, puestas a los pies de la Madre de Cristo y Nuestra Madre Maria de la Caridad del Cobre, lleguen hasta el Señor Jesús, Señor de la Libertad, en favor de Cuba y de todos sus hijos.
+Agustin A. Roman
Ermita de la Caridad
LA SEMILLA DE MOSTAZA. La importancia de la actual disidencia interna en Cuba. por Monseñor Agustin Roman (epd)
THE MUSTARD SEED.
What began at that scrawny Cuban Committee for Human Rights, that many classified as quixotic, is at present a notable force due to their courage, their determination and their moral authority. It is not a massive movement, but it is the largest of those who have been in any of the countries which were subjected to communist totalitarianism throughout the world.
Also, it is very diverse, it includes in its ranks Cubans of all social strata of the country, medical doctors like Dr. Oscar Elias Biscet, engineers such as Oswaldo Paya, lawyers like Rene Gomez Manzano, economists such as Marta Beatriz Roque, poets likeRegis Iglesias, educators such as Roberto de Miranda, philosophers like Jaime Legonier , ex-military such as Vladimiro Roca, peasants like Antonio Alonso, trade unionists such as Carmelo Diaz , housewives like Berta Antunez, and simple country people such as the brothers Sigler Amaya and many more.
Among them are whites, blacks and mulattoes, Catholics, Protestants and Santeros, liberals, conservatives, christian democrats, socialists and all other non-Communist political denominations. And they are from the extreme western end of the island, as the Pro-Human Rights Party, in Guane, to the extreme eastern end, as the Youth Movement for Democracy in Baracoa.
In its shadow and with its momentum has been reborn in notable measure the civil society of the nation: journalists, librarians, cooperatives, professional associations, farmers, workers, artists, intellectuals and independent disabled, among others.
They have achieved international recognition at very high levels, as witnessed by major prizes for the promotion of human rights granted to different activists by the European Union, non governmental organizations and other institutions in different countries. What is more important, every day they earn more respect among their fellow citizens.
It should be noted, also, that in Cuba, as elsewhere, important semantic differences that had importance in the past have been erased. Today, in the Cuban context, opposition and dissident are synonymous, because under the classification of “dissidents”, “dissent” or “the human rights people,” as the general population calls them, it includes persons such as Oswaldo Payá , for example, who never belonged to the ranks of the regime, and others who believed for more or less time in the mirage of the revolution.
We can say, therefore, that the current internal dissident movement is a vivid display of the entire Cuban nation and that it is, today, the most important agent of change within the island. In it is fulfilled the parable of the mustard seed, thus from a tiny seed has emerged a corpulent tree. It would not be prudent to exaggerate their importance in terms of the correlation of forces with the dictatorship, but neither would it be to ignore its potential as channeling the desire for justice, now widespread at the popular level, that originated when those desires were expressed by only a few.
The dissident movement does not have an effective articulation throughout the Cuban territory, but I don’t think it is an exaggeration to say that it demonstrates already the ability, when the moment arrives and with adequate support, power, together with other independent bodies, religious and fraternal, that offer answers to peremptory uncertainties, the instability and initial disorder that inevitably accompany any significant change in a previously totalitarian society.
In summary, since the issue has arisen: if they ask me what the real importance of the current internal dissident movement, I would say it is the Cubans having revealed to themselves the possibility of banishing violence from political struggles and the effectiveness of non-violent methods in the pursuit of justice.
Cuba inherited old concepts which indicated that the only honorable way to resolve grievances and disputes was through blood, however evident it is today that to win by force means that it is the stronger or the better armed then the other, but not that one necessarily is in possession of reason or rights. The armed or physical confrontation became erroneously, the only acceptable proof of courage and honor.
That mentality which ferociously pushed Spaniards and their Cuban sons to confront each other when the latter justly demanded their independence, continued to mark the Republic, and that is how we saw patriots who won indisputable merits out in the fields confronted each other afterward with the same violence because of political disparities or ambitions of power, providing our nation’s history with very sad pages like the death of Quintín Banderas in the times of Estrada Palma, the racial and veterans confrontations during the government of José Miguel Gómez and the excesses of the government and the opposition during the Machado eras.
It is not wanting to judge by modern parameters, and in the light of experiences they had, to people acting according to the culture of their time and by what they had learned as good and honorable, and who, on the other hand, well are indebted for much good that they did. This is an attempt to dispassionately understand this harmful and counterproductive tradition of violence that caused rivalries and grievances passed from generation to generation, without the possibility of solution. There was always a debt to settle, and it was paid off with blood, the blood of brothers.
Along with this, we must clarify that none of this implies that one can condemn a people at one time if he is forced to resort to violence in an extreme situation, as sometimes one resorts to an amputation to avoid death, especially where the obstinacy of the oppressors shuts out all other attempted solution. Countries, like persons, have the right to defend themselves against aggression. This resort to non-desired violence, has, nevertheless to be imposed temporarily by circumstances, and not be a favored option, much less a practice or method of justifiable struggle.
The syndrome of violence that marked our Republic and to which I referred to earlier, has had its most cruel expression in the present regime. We can never forget the executed by firing squads, the tortured, the fallen in combat, those murdered while trying to escape the island. We can not nor should we forget the experience of living in fear, the heroic Calvary of political imprisonment, nor the horror of the acts of repudiation. It is precisely out of respect and gratitude to the fallen and what we have all suffered that we have to fight for their grandchildren and the grandchildren of all Cubans of the present, can live a different Cuba to the one we had to live in both them and us. A Cuba where the problems are resolved “among Cubans” in harmony and civility, not by some imposing it on others. A Cuba, finally, “where the first law of the Republic is the respect of each Cuban for the full dignity of man.”
The conduct and methods that sunk Cuba and keep it under to the present, are not the ones that are going to save it. To assume the thankless task of trying to break the burdensome legacy of violence is the greatest merit of the dissident movement, because, if achieved it would be an inestimable good for Cuba, not only for today and for us, but also for the future, for those who are still to come.
More concretely, I would say that the greatest importance of the internal dissident movement in Cuba today, is that it has proven that political action can be consistent with what conscience knows and that is that the force of reason is, and should be more powerful than the reason of force.
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El grano de mostaza
Lo que comenzó en ese escuálido Comité Cubano Pro Derechos Humanos, que muchos clasifican como quijotesco, es en la actualidad una fuerza notable debido a su coraje, su determinación y su autoridad moral.
No se trata de un movimiento masivo, pero es el más grande de los que han estado en ninguno de los países que fueron sometidos al totalitarismo comunista en todo el mundo. Además, es muy diversa, que incluye en sus filas a los cubanos de todos los estratos sociales de la el país, los médicos como el Dr. Oscar Elías Biscet, los ingenieros, como Oswaldo Payá, abogados como René Gómez Manzano, economistas como Marta Beatriz Roque, poetas como Regis Iglesias, educadores, tales como Roberto de Miranda, filósofos como Jaime Legonier, ex- militares, como Vladimiro Roca, campesinos como Antonio Alonso, sindicalistas, como Carmelo Díaz, amas de casa, como Berta Antúnez, y la gente sencilla del país, como los hermanos Sigler Amaya y muchos más.
Entre ellos se encuentran los blancos, los negros y mulatos, católicos, protestantes y santeros, liberales, conservadores, demócratas cristianos, socialistas y todas las demás no comunistas denominaciones políticas. Existen desde el extremo occidental de la isla, como el Partido Pro-Derechos Humanos, en Guane, en el extremo oriental, como el Movimiento de Jóvenes por la Democracia en Baracoa. En su sombra y con su impulso ha renacido en la notable medir la sociedad civil de la nación: periodistas, bibliotecarios, cooperativas, asociaciones profesionales, campesinos, obreros, artistas, intelectuales y personas con discapacidad independientes, entre otros.
Ellos han logrado el reconocimiento internacional a niveles muy altos, como lo demuestran los premios más importantes para la promoción de los derechos humanos reconocidos a los diferentes activistas otorgados por la Unión Europea, las organizaciones no gubernamentales y otras instituciones en diferentes países.
¿Qué es lo más importante? Cada día ganan más respeto entre sus conciudadanos. Cabe señalar, también, que en Cuba, como en otros lugares, importantes diferencias semánticas que tuvieron más importancia en el pasado han sido borrados.
Hoy en día, en el contexto cubano, oposición y disidencia son sinónimos, ya que según la clasificación de los “disidentes”, los “opositores” o “la gente de los derechos humanos”, como la población en general les llama, incluye a las personas como Oswaldo Payá, por ejemplo , que jamás perteneció a las filas del régimen, y otros que creyeron más o menos algún tiempo en el espejismo de la revolución.
Podemos decir, por tanto, que la actual disidencia interna es una muestra viva de toda la nación cubana y que es, hoy en día, el agente de cambio más importante dentro de la isla. En él se cumple la parábola del grano de mostaza, por lo tanto de una pequeña semilla se ha convertido en un árbol corpulento.
No sería prudente exagerar su importancia en términos de la correlación de fuerzas con la dictadura, pero tampoco sería hacer caso omiso de su potencial como canalizar el deseo de justicia, ahora extendida a nivel popular, que se originó cuando los deseos se expresaron sólo por unos pocos.
La disidencia no tiene una articulación efectiva en todo el territorio cubano, pero no creo que sea una exageración decir que ya se demuestra la capacidad, cuando llegue el momento y con el apoyo adecuado de energía, junto con otros organismos independientes, religiosos y fraternales, que ofrecen respuestas a las incertidumbres perentorias, la inestabilidad y el desorden inicial que inevitablemente acompañan a cualquier cambio significativo en una sociedad totalitaria con anterioridad.
En resumen, dado que la cuestión se ha planteado: si me preguntan cuál es la importancia real de la actual disidencia interna, yo diría que la de haber los cubanos revelado a sí mismos la posibilidad de desterrar la violencia de las luchas políticas y la eficacia de los métodos no violentos en la búsqueda de la justicia.
Cuba heredó los viejos conceptos que indicaban que la única honorable manera de resolver las quejas y disputas era a través de la sangre, por muy evidentes que es hoy que para ganar por la fuerza significa que es el más fuerte o el mejor armado y luego el otro, pero no necesariamente que uno esté en posesión de la razón o de los derechos.
La confrontación armada o física se convirtió en error, la única prueba aceptable de coraje y honor. Esa mentalidad, que empujó con ferocidad españoles y sus hijos cubanos que se enfrentan entre sí, cuando éste justamente reclamaron su independencia, siguió marcando la República, y fue la forma en que patriotas vieron que ganó méritos indiscutibles en los campos se enfrentaron luego con la misma violencia, debido a las diferencias políticas o ambiciones de poder, proporcionando historia de nuestro país con páginas muy tristes como la muerte de Quintín Banderas en los tiempos de Estrada Palma, la composición racial y los veteranos de los enfrentamientos durante el gobierno de José Miguel Gómez y los excesos del gobierno y la oposición durante la épocas de Machado.
No les debemos a aquellos juzgar por los parámetros modernos, y en la luz de las experiencias que tenían, eran personas que actuaban de acuerdo a la cultura de su tiempo y por lo que habían aprendido como bueno y honrado, y que, por otro lado, también les estamos en deuda por mucho bien que lo hicieron.
Se trata de un intento de entender desapasionadamente esta tradición perjudicial y contraproducente de la violencia que causó rivalidades y resentimientos pasados de generación en generación, sin posibilidad de solución. Siempre había una deuda a un acuerdo, y fue pagado con la sangre, la sangre de hermanos. Junto con esto, hay que aclarar que nada de esto implica que se pueda condenar a un pueblo al mismo tiempo si se ve obligado a recurrir a la violencia en una situación extrema, como a veces se recurre a una amputación para evitar la muerte, especialmente cuando la obstinación de los opresores excluye todo intento de solución.
Los países, como las personas, tienen derecho a defenderse contra la agresión. Este recurso a la violencia no deseado, tiene, sin embargo, la imposición temporal por las circunstancias, y no ser una opción preferida, y mucho menos una práctica o método de lucha justificable. El síndrome de la violencia que marcó nuestra República y al cual me he referido antes , ha tenido su expresión más cruel en el régimen actual.
No podemos olvidar nunca los ejecutados por los pelotones de fusilamiento, los torturados, a los caídos en combate, los que fueron asesinados mientras trataban de escapar de la isla. No podemos ni debemos olvidar la experiencia de vivir en el miedo, el Calvario heroico de la prisión política, ni el horror de los actos de repudio. Es precisamente por respeto y gratitud a los caídos y lo que todos hemos sufrido que tenemos que luchar por sus nietos y los nietos de todos los cubanos de la actualidad, se puede vivir una Cuba diferente a la que tuvo que vivir en ambos y nosotros. Una Cuba donde los problemas los resuelvan “los cubanos” en armonía y civilidad, no porque alguien quiera imponer sus criteriosa los demás. A Cuba, por último, “donde la primera ley de la República es el respeto de cada cubano a la dignidad plena del hombre.”
Aquella a sido la conducta y los métodos que han hundido Cuba y la han marcado hasta el presente, pero no es la que va a salvarla. Asumir la ingrata tarea de tratar de romper la pesada herencia de la violencia es el mayor mérito de la disidencia, porque, si se logra sería un bien inestimable para Cuba, no sólo para hoy y para nosotros, sino también para el futuro, para aquellos que aún están por venir.
Más concretamente, yo diría que la mayor importancia de la disidencia interna en Cuba hoy, es que se ha demostrado que la acción política puede ser compatible con lo que la conciencia lo sabe y es que la fuerza de la razón es, y debe ser más poderosa que la razón de la fuerza.