Algunas personas, de las que estoy convencido que siempre han deseado y desean lo mejor para Cuba, se aventuran a verter criterios sobre temas que no conocen o conocen a medias a través de la versión que oyen de otros. Lo peor es que quizá por el deseo de ser los pioneros en darla a conocer no tratan de corroborar el contenido de verdad que hay en ellas.
Tal es el caso de quienes se aventuran a hacer declaraciones sobre la realidad cubana desde cómodos butacones y detrás de sus ordenadores para sacarlos con urgencia a la luz pública, como quien teme que le arrebaten la primicia de su audaz descubrimiento.
Siempre será una realidad proyectada desde Madrid. Realidad que no debe, para nada, estorbar el sueño a quienes simulan dormitar o miran al otro lado para no ver que, mientras el mundo gira sobre su eje y viaja por el cosmos en busca del nuevo verano madrileño, un pueblo vive sumido en el miedo gracias al proceder de su gobierno que por más de cincuentaicinco años manda en Cuba como lo hace un mandante de galera en una de las tantas prisiones cubanas.
Por curiosidad, sólo por eso, me gustaría conocer las veces que aquellos que así se expresan, se han tomado el trabajo de visitar nuestra isla, no para ir a Varadero o a alguno de los cayos preparados para este fin sino para visitar los domicilios de los pobladores que viven en casas que no se sabe si al otro día seguirán en pie, si han caminado por los barrios preguntando a los ciudadanos si quieren que haya libertad de prensa, expresión y asociación o si les gusta el gobierno y el sistema que tienen. Seguro que han entrado en una de las tantas cuarterías o solares que existen en todas las ciudades del país.
Cómo también me gustaría saber las veces que se han preocupado por lo que comen. O cuánto reciben de salario y si pueden comprar en las tiendas de divisa con lo que ganan. ¿Cuántas veces se han sentado en una mesa a compartir el manjar de los pobres y la desesperanza de tantos que se preguntan que han hecho malo para merecer la realidad que están viviendo?
Quizás hayan participado de las reuniones a escondidas de los opositores del movimiento democrático cubano, sean cuales sean sus presupuestos y hayan experimentado algún estrés pensando que al salir estarán esperándolos los tristemente célebres batallones de respuesta rápida.
Entonces quizás entiendan lo que significa para los cubanos un Líder muerto. No importa a que grupo opositor pertenezca: esos opositores también quieren que se esclarezca su muerte.
¿Le han preguntado alguna vez a un cubano, de los que llamamos de a pie, si quiere un plebiscito para hacer del cambio una realidad? Que conteste él. Que nadie lo haga en su lugar.
La realidad vista desde Madrid no se interesa o les resbala el que la mayoría de los grupos opositores tengamos una base común que consiste en que todos queremos los derechos para los cubanos, las libertades de prensa, expresión y asociación, la libertad económica y política, que la soberanía radique en el pueblo, el Estado de Derecho, la justicia social y el Bien Común, que se materialice el cambio democrático sin derramamiento de sangre, elecciones generales y la reconciliación de todos los cubanos. La realidad vista desde acá es virtual y eso no es bueno para Cuba.
Juan Felipe Medina Díaz (C.C. del MCL)