Las redes sociales, la impunidad y la parte que nos toca. Por Carlos Payá

En estos días (realmente  todos los días) se suceden todo tipo de comentarios,   actualizaciones de perfiles o estado, etc. con todo tipo de barbaridades, rozando e incluso superando las amenazas, a veces hechas desde el anonimato, el  falso perfil o los más estúpidos, hasta con su nombre real.

La pregunta es ¿Vale todo en nombre de la libertad de expresión?

Sin duda, es preferible    la existencia y publicación de ese mal menor  antes que la censura , que en cualquier caso sería  tan inútil  como ponerle puertas al campo.

Sin embargo,  todos  somos rehenes de lo que decimos o escribimos, las hemerotecas están ahí, nada se borra, con la salvedad de que la responsabilidad del comentario estúpido o amenazante, cuando es anónimo se traslada del autor al medio que lo publica

En ciertos casos, ese cintillo o advertencia que aparece en los medios diciendo

“ Este programa o esta página no se hace responsable de lo que opinan sus colaboradores o invitados”

debería sustituirse  por:

“ No somos responsables de las estupideces que dicen nuestros invitados pero si somos responsables de invitar a estúpidos”

Sirva esta larga  introducción para  tocar un tema muy doloroso, ( mi tema de todos los días) como es  el de las  muertes sin aclarar de Oswaldo Payá y Harold Cepero.

Hace años,  concretamente el  3 de julio de 2008  recibimos en nuestra web www.oswaldopaya.org este comentario:

“Tu lo que eres es tremendo m…………ooooon   osvaldo te queda poco porque yo mismo te voy a arrancar la cabeza estoy tan cerca de ti que casi me puedes ver veras lo que es morir con dolor”

Evidentemente, el “autor” del comentario,  un individuo que se identificaba a como “José Luis” y dejó un mail , quizás falso,  no estaba cerca de Oswaldo ( su IP le sitúa en Madrid) ni tenía posibilidad alguna de hacerle daño real.

Pero su indecente comentario fue premonitorio, pues  a Oswaldo le destrozaron la cabeza a golpes y  Dios mío, quien sabe cuánto sufrió  al igual que Harold, en su agonía.

Quizás ese José Luis o como se llame nunca  lea esto,

Quizás después de escribir el comentario se ahogó en sus propias heces,

Pero ahí está,

Quod scripsi, scripsi.

Carlos Payá

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