Mucho se ha comentado sobre el tema y solución al problema cubano. Llevamos años tratando de exponer las mejores tesis, las mejores ideas ,los mejores caminos, para lograr el mismo objetivo: un país que reúna a todos en un mismo sentir, el sentir de la libertad y la democracia.
Los pasos han sido diversos en ese largo peregrinar hacia la Liberación del pueblo. Ese pueblo amarrado y maniatado a la camisa de fuerza de un sistema que, desde sus inicios, desapareció todo vestigio democrático.
Planteaba Oswaldo Payá Sardiñas: “no queremos y no sabemos vivir sin libertad”
Es una frase que lo inmortaliza, también es una realidad.
Hemos sido testigos de luchas clandestinas desde los inicios del proceso político de casi seis décadas, de luchas de hombres y mujeres por los Derechos Humanos, e migraciones masivas, de oposición y disidencia buscando aperturas políticas y proponiendo los puntos necesarios para elecciones libres y plurales.
Es un camino, una vía enriquecida con el idealismo más profundo de todos aquellos que han conformado el pequeño, pero interesante, espacio político.
Nos han despojado de nuestros derechos pero no de nuestro deseo de libertad. Y es por esto que, en esa búsqueda incesante, unos han sido víctimas por su coherencia de vida, y otros han entregado su vida como ofrenda.
Así apagaron las luces de las vidas de Oswaldo y Harold, pero no han podido exterminar su legado.
El camino es el del pueblo y con el pueblo. La unidad es con el pueblo que sufre.
Como podemos hacerlo?
Promoviendo reclamos, dirigidos a la participación ciudadana y al reconocimiento de sus derechos como ser humano. La dignidad es innata en el ser, y partiendo de ella somos herederos de la libertad, libertad que como hijos de Dios se nos ha regalado por aquel que es el CAMINO, la VERDAD y VIDA.
L. Michel Céspedes