Dibujo: Sergio Lastres
http://www.libertaddigital.com/opinion/regis-iglesias/simpatia-por-el-diablo-78400/
http://cubanexilequarter.blogspot.com.es/2016/03/rolling-stones-in-cuba-sympathy-for.html
Recuerdo lo difícil que era poder tener uno de los últimos discos de los Rolling Stones en la Cuba de los años 80. Lo ha sido siempre, incluso ahora que quizá en las tiendas regentadas por militares y oficiales del Ministerio del Interior estén a la venta sus CD, cuando por lo general cualquier producción musical de sus majestades satánicas ronda los 15 euros y el salario mensual medio de los cubanos en la isla.
Escuchábamos sus canciones usando mil artilugios caseros para poder tener la señal de las emisoras rockeras del sur de la Florida que eventualmente llegaban a Cuba de manera semiclandestina. Ni en la TV ni en las emisoras de la ciudad, todas oficialistas, pasaban sus vídeos o sus éxitos, excepto quizás alguna vez su antiguo himno “(I Can’t Get No) Satisfaction”. Por supuesto que no.
Los Stones eran, o eso vendían, una banda rebelde, un grito contra lo establecido y totalmente irreverente con el poder. En un sistema comunista no eran bienvenidos, definitivamente. Pero aun así estuvieron en la Yugoslavia de Tito a finales de los 60, donde les estafaron por sus sus presentaciones, que terminaron en motines juveniles. Por cierto, que la mayoría de los dichosos espectadores yugoslavos eran muchachos vinculados al Partido Comunista y funcionarios de la nomenclatura que detestaban la música de los Stones.
No escarmentados, hace unos pocos años volvieron a presentarse en una plaza tras la Cortina de Bambú. Los chinos pudieron ver a los Rolling y casi sin ningún anuncio previo, como telonero, a un artista disidente, Cui Jian, padre del rock en el imperio de papel, ídolo de los jóvenes cuando las revueltas de Tiananmen, en 1989. Sin embargo, los jefes comunistas lograron vetar dos canciones a los rebeldes Mick y Keith, las tan sexistas “Lets Spend the Night together” y “Honky Tonk Woman”, ¡faltaría mas!
Nunca pasé mas de un día sin escuchar la música de los Stones, como toca a todo buen seguidor de la más antigua y mejor destilería de rock and roll del universo. Pese a todo, los amantes del rock nos las arreglábamos con mil dificultades para deleitarnos con nuestros ídolos musicales. Nunca, hasta que pasé siete años y medio en las celdas de las prisiones cubanas.
No podía entonces escuchar a los Rolling, pero pedía a los amigos que me enviaran las letras de sus canciones, y podía en la soledad de mi celda montarme un imaginario escenario y trataba de seguir los riffs de Richards, los alaridos de Jagger en mi mente. Tenía una camiseta negra con el famoso logo diseñado por John Pasche, esa lengua roja lasciva que parece burlarse de todo. Dos pósters con los cinco Stones adornaban mi celda. Era una cuestión de honor rockero mantenerlos como símbolo de mi libertad interior en medio de aquellos muros, frente a unos carceleros que intentaban impedírmelo y también impedir que llevara el cabello con el corte de Jagger.
Todas estas veleidades pude mantenerlas con determinación. Estaba en aquel lugar por demandar que los cubanos pudieran decidir, por ser gestor de una demanda de referendo para que las leyes garantizaran el derecho a la soberanía popular. No iba a dejar que impidieran que continuara también escuchando la música de los Rolling en mi mente y siendo libre, cuanto podía, para hacer lo que me viniera en gana con mis preferencias musicales y espirituales.
Desterrado en Madrid, ya los pude ver en el Bernabéu hace un par de años, toda mi vida y la de mis amigos pasó ante mis ojos.
Los Rolling Stones son una industria que posa de rebelde, pero es una industria. También rock and roll, y no faltarán jineteras –termino dulzón del régimen para calificar a las prostitutas y así de paso negar su existencia–, regatoneras o rockeras oficiales de última hora que estén dispuestas a aprenderse de memoria “Gimme Shelter” por un beso a los viejos morros de Mick y algo para llevar de comer a casa.
No son los años 80, cuando a todos daba rubor que les invitaran a dar conciertos en países donde los ciudadanos eran segregados por su color de piel, sus ideas o creencias, donde los ciudadanos no tenían derecho a prosperar económicamente, y menos a elegir y ser elegidos para darse un gobierno justo y democrático. Ahora da igual ya, no importa que en China o en Cuba las personas sean segregadas y oprimidas, encarceladas, desterradas y asesinadas. Estamos en el mundo de las poses, en el mundo de los intereses, y los Rolling Stones no son la excepción a estas alturas.
Me alegraré de que algún que otro amigo en la isla disfrute, si puede, del concierto de los Rolling. Digo “si puede” porque seguro el régimen llena los terrenos de la Ciudad Deportiva, donde se celebrará el aquelarre, de jóvenes comunistas, estudiantes de academias militares, informantes, brigadas de respuesta rápida (los paramilitares) y personas “confiables” para la seguridad del sistema. No sería la primera vez, y para el partido de béisbol entre el equipo de las Grandes Ligas de EEUU Tampa Devil Rays (creo que, después de todo, hay algo, una alusión burlesca con el diablo tras todo esto) y una selección del régimen –parte de toda esta comparsa diseñada desde Washington por la Administración Obama– ya se anunció que la entradas serían “por invitación”. Una golondrina escondida no hará primavera, pero si llega al menos a estar en el lugar, no importa a 200 o 300 metros del escenario, me alegraré, aunque no me quede satisfecho con los Rolling.
Regis Iglesias, portavoz del Movimiento Cristano Liberación (MCL), exiliado en España.
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Rolling Stones in Cuba: Sympathy for the Devil
On March 3, 2016 also known as Music Freedom Day I posted a blog entry on the upcoming Rolling Stones concert in Cuba on March 25th and the continued censorship in Cuba of iconic music artists such as Celia Cruz and Olga Guillot.What the Castro regime did to rock n rollers in Cuba in the 1960s who listened to the Rolling Stones is reflected in the art work below by Sergio Lastres. Today I read, in Spanish, the following essay by rock fan, former Cuban prisoner of conscience and Christian Liberation Movement spokesman Regis Iglesias. Below is a translation of the essay.
Sympathy for the Devil
by Regis Iglesias
I remember how difficult it was to have one of the latest albums of the Rolling Stones in the Cuba of the 80s.It always had been, even now that maybe in stores run by military and Interior Ministry officials their CDs maybe on sale, when usually any musical production of their satanic majesties costs around 15 euros and the average monthly salary of Cubans on the island.
We listened to their songs using a thousand homemade contraptions to have the signal from the rock stations in South Florida that eventually came to Cuba in a semi-clandestine manner. Neither on TV stations or local stations, all-government, broadcast their videos or their successes, except perhaps once their old hymn “(I Can not Get No)Satisfaction“. Of course not.
The Stones were, or that is the image they sold, a rebel band, a cry against the established and totally irreverent with power. In a communist system they were definitely not welcome. But still they were in Tito’s Yugoslavia in the late 60s, where they were defrauded by their presentations, which ended in youth riots. Incidentally, most Yugoslav spectators were youth linked to the Communist Party and the official nomenklatura who detested the music of the Stones.
Not chastened, a few years ago they returned to play in a square behind the Bamboo Curtain. The Chinese could see the Rolling and almost without any prior announcement, as the opening act, a dissident artist,Cui Jian, the father of rock in the empire of paper, youth idol during theTiananmen demonstrations in 1989. Nevertheless, communist leaders succeeded in vetoing two songs of the rebels Mick and Keith, as sexist “Lets Spend the Night Together” and “Honky Tonk Woman“, of course!
I never spent more than one day without hearing the music of the Stones, as it touches every good follower of the oldest and best distillation of rock and roll in the universe. Still, rock lovers we made do with a thousand difficulties to delight us with our musical idols. Never, until I spent seven and a half years in Cuban prisons cells.
Then I could not listen to the Rolling Stones, but asked friends to send me the lyrics of their songs, and could in the solitude of my cell set up an imaginary scenario and tried to follow the riffs of Richards, the shrieks of Jagger in my mind. I had a black shirt with the famous logo designed by John Pasche, that raunchy red tongue that seems to mock everything. Two posters with the five Stones adorned my cell. It was a matter of rock honor to keep as a symbol of my inner freedom in the middle of those walls, in front of some jailers who were trying to stop me and also prevent me keeping my hair with the Jagger cut.
All these whims I was able to keep them with determination. I was in that place for demanding that Cubans could decide, for being a manager of a demand for a referendum for laws that guarantee the right to popular sovereignty. I would not let them also continue to preventedlistening to the music of the Rolling Stones in my mind and being free, as much as I could, to do what I please with respect to my musical and spiritual preferences.
Exiled in Madrid, I was able to see them at the Bernabéu a couple of years ago, all my life and that of my friends passed before my eyes.
The Rolling Stones are an industry that poses as rebels, but they are an industry. Also rock and roll, does not lack jockeys (jineteras) – the regime’s euphemism for prostitutes and thus deny their existence, official rockers or regaton fans who at the last minute are willing to memorize “Gimme Shelter” for a kiss by the old snouts of Mick and have something to take home to eat.
It is not the ’80s when everyone was embarrassed to be invited to give concerts in countries where citizens were segregated by their skin color, their ideas or beliefs, where citizens had no right to prosper economically, and less a choice to elect and be elected to be part of a fair and democratic government. Now it does not matter because, no matter in China or Cuba people are segregated and oppressed, imprisoned, exiled and murdered. We are in the world of posers, in the world of interests, and the Rolling Stones are no exception on this point.
I will rejoice that some of my friends on the island will enjoy, if they can, the concert of the Rolling Stones. I say “if they can” because surelythe grounds of the Sports City will be filled by the regime with young communists, students of military academies, informers, rapid response brigades (the paramilitaries) and “reliable” people for the security of the system.
It would not be the first time, and to the baseball game between theMajor League team of the United States, Tampa Devil Rays (I think, after all, there is something, a mocking allusion to the devil behind all this) and a selection of the regime -part of all this show designed from Washington by the Obama Administration – already announced that the tickets would be “by invitation”. A hidden swallow does not make spring, but if it at least to be in the place, no matter if it is 200 or 300 meters from the stage, I will rejoice, but it would not leave me satisfied with the Rolling Stones.
POSTED BY JOHN SUAREZ AT 8:38 PM