El MCL y su espíritu basado en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) forma parte de la organización más consolidada en América Latina en cuanto a fortalecimiento institucional se refiere: La Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA)
Al ser parte del pueblo cubano, nuestro Movimiento continua el legado que un día y desde una parroquia en El Cerro, La Habana, se fomentó el deseo de trabajar por alcanzar la libertad que por nuestra condición humana adquirimos por derecho.
Allí comenzaron a proponerse los cambios con el mensaje liberador del Evangelio: Oswaldo Payá Sardiñas, nuestro fundador y líder hasta su muerte aún no esclarecida, fue la piedra angular en el artificio de este naciente proyecto democratizador.
Insertado dentro del pueblo, el MCL sigue llevando propuestas concretas para que transitemos hacia la democracia que nos fue arrebatada. Dos dictaduras dan fe de esto.
“Un Cubano, un Voto” es hoy nuestra carta de presentación para la transición pacífica en Cuba, donde la primicia es el derecho a elegir y ser elegidos. Derechos que le fueron amputados al pueblo, sin opciones y atados a las maniobras del partido único por más de 60 años.
Hoy somos parte de esa gran familia que es ODCA, la cual se identifica con el humanismo cristiano, acompañando también los procesos democráticos en América Latina y apoyando aquellos valores que hoy tanto se necesitan para consolidar las sociedades que plantean un vertiginoso detrimento moral, donde las agendas de un despiadado liberalismo cautivan cada día al elector y toman un peligroso auge en la destrucción del hombre en sí mismo.
La Organización Demócrata Cristiana de América trabaja para el desarrollo y la formación política de los jóvenes y adultos interesados en el servicio público, garantizando la difusión de ideas y propuestas humanistas, cristianas y centristas, con el objetivo de rescatar la democracia en aquellos países donde se han violentado los derechos humanos fundamentales. Cuba, Venezuela y Nicaragua forman parte de ese triángulo desestabilizador en la región y que nosotros como miembros permanentes debemos estar atentos a los acontecimientos que reproduzcan secuencias de proyectos que lejos de orientar, dirigir y buscar el beneficio social, sean instrumentos de represión y de odio para mantenerse en el poder por el poder.
Fomentar centros de colaboración y formación basados en el pensamiento cristiano y humanista, es prioridad para la comunidad que hoy presenta como forma de gobierno un servicio público donde se hace énfasis en servir y no en ser servido. Esta es la clave para recuperar el espacio participativo y político en aquellas sociedades fragmentadas por los actos de corrupción y de inmovilismo político.
Latinoamérica está en deuda con los derechos fundamentales y los valores morales, valores que dieron a esta región un distintivo singular por su compromiso con los más pobres. Latinoamérica debe mirar hacia el futuro con optimismo, sin dejar el presente como opción principal y observando el pasado para no caer en los errores de la politiquería o lo que hoy podemos identificar como populismo.
Michel Céspedes Rodríguez, MCL Costa Rica