Acto de Repudio a una madre y sus cuatro ninos.familia preso jose luis garcia paneque
Era una tarde como otra cualquiera del mes de agosto, calurosa y sin lluvia alguna. Nada sería igual, hacía tan sólo unos días, el 31 de julio una nota leída por el secretario de Fidel en el espacio estelar del noticiero de la Televisión anunciaba que este había sido intervenido quirúrgicamente de urgencia y había cedido todo sus poderes de manera temporal a su hermano Raúl. La noticia había despertado una gran expectativa internacional y dentro del país, desde entonces, el ambiente es de preocupación.
Los prisioneros políticos, sus familiares y los disidentes llevamos años escuchando las amenazas directas e indirectas, de liquidarnos, por parte de dirigentes y agentes.
¿Le habrá sucedido algo?, ¿Cómo estará su salud? Sólo esperaba que pasara volando el tiempo y que una vez llegue el viernes; José Luis la llamaría por teléfono desde la prisión, pero era jueves y como cada jueves la incertidumbre se adueñaba de ella otra vez.
En la casa todo era bullicio, la pequeña María Caridad corría incesantemente de un lado para otro perseguida por José Alejandro mientras Sheila intentaba poner orden y ayudarla, a ella, Yamilet Llanes Labrada, es una joven abogada, imposibilitada de trabajar por el régimen cubano, madre de 4 hijos, María Caridad, José Alejandro, Shirlen, Sheila, de 7, 9, 10 y 15 años respectivamente. Su esposo es el Doctor José Luis García Paneque, un opositor pacifico, especialista de 1er grado en Cirugía Plástica y Quemados, que fue detenido y condenado injustamente en marzo de 2003 a 24 años de cárcel por sus artículos periodísticos y el trabajo realizado en las Tunas como miembro del Comité Ciudadano Gestor del Proyecto Varela.
Once jóvenes católicos, que venían desde Camaguey y pasaban por Las Tunas de camino hacia La Basílica de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre que está en Santiago de Cuba, hacían escala en la casa de Yamilé para continuar su viaje al siguiente día. Agotados y extenuados pero felices la acompañaban aquella tarde del jueves 3 de agosto de 2006 en su casa ubicada en la calle Emilio González No. 63 en la ciudad de Las Tunas; la alegraban con sus cantos y sus risas en medio de la tristeza y la incertidumbre que la embargaba.
¿Qué fue lo que pasó? No se bien pero horas antes había recibido una llamada telefónica del sacerdote de su parroquia:
-Yamilé hija mía ¿cómo estás?
-Bien, padre Antonio, usted sabe.
-Entiendo, pero sabes tengo un pequeño problema.
-Diga usted.
-Pues se trata de un grupo de jóvenes peregrinos de la ciudad de Camagüey que van a pie hasta el Santuario de Cobre y necesitan de un lugar donde pasar la noche. Yo he hablado con otros hermanos y algunos han acogido a algunos de estos muchachos.
-No se preocupe usted, mándelos para acá.
-Gracias, mi hija.
¡Viva Fidel!, ¡Abajo la Gusanera!, la algarabía era mayúscula, corrió hacia la ventana de la sala y no lo podía creer, allí frente a su casa estaban casi un centenar de personas que traían palos, piedras y las mujeres venían con sombrillas, instrumentos con los que en otras ocasiones han golpeado a las víctimas de los actos de repudio. Conocidos algunos, otros no, frenéticos agitaban amenazadoramente sus artefactos contra su casa mientras respondían con frenesí a las arengas de Edelmiro y Carmen, el delegado del Poder Popular y la secretaria del Partido Comunista de la zona.
Se aparto de la ventana y corrió hacia sus hijos temerosos que se abrazaron fuertemente a ella. No lo podía creer, estaba sucediendo otra vez, le estaban haciendo un “acto de repudio”.
Afuera la chusma cada vez más enardecida los llamaba “terroristas”, “asesinos” y les gritaba “que se vayan”. Aquella orgía de odio y terror iba en aumento y no iba encaminada sólo contra ella y su familia sino que pronto los gritos, las ofensas en contra de la moral y las amenazas de aniquilamiento, fueron dirigidas también contra aquellos jóvenes peregrinos que atónitos y con los ojos llenos de lagrimas no daban crédito a los que estaban viendo y escuchando.
No sabría decir cuanto tiempo transcurrió, sólo recuerdo aquel horrible grito con voz de mujer “préndale fuego a la casa” mientras sobre la fachada de la casa impactaban las piedras y las loas a Fidel y a la revolución saturaban el ambiente.
Apretujó a sus hijos contra sí mucho más y cerro los ojos para rogar a Dios que le diera fuerza y coraje para poder enfrentarlo y pusiera fin a todo aquello.
Los gritos continuaron no sabría por cuanto tiempo más, sólo se que se fueron perdiendo en el espacio con su descarga de odio y terror. Únicamente cuando desaparecieron para siempre volteo su mirada hacia el reloj, eran las nueve de la noche, habían transcurrido algo de más de 2 horas desde que comenzó aquel absurdo fascista pogrom, que traducido al comunismo cubano se llama “acto de repudio”.
Las Tunas es una de las provincias orientales de Cuba, donde vivía el Doctor García Paneque con su esposa y sus cuatro hijos hasta ser encarcelado. Todos los prisioneros han sufrido gran deterioro de la salud, pero particularmente este medico cuyo peso corporal ha bajado casi a la mitad debido al estrés producido por el confinamiento cruel e injusto en celdas con prisioneros comunes, muchos de ellos de altísima peligrosidad. Pero el regimen no se conformacon castigarle a el, sino que necesita saciar sus ancias de crueldad descargando el terror sobre una madre y su cuatro ninos indefensos.
Oswaldo Payá Sardiñas
Ernesto Martín Fonseca
030906