MADRID, 30 junio 2003 (ZENIT.org).- Cien días después de la ola represiva de Castro que ha llevado a prisión a 78 defensores de los derechos humanos en Cuba –con penas de hasta 28 años de cárcel—, la situación sigue siendo crítica en la Isla; pero la esperanza está sembrada porque los cubanos han empezado a dar pasos que implican una liberación personal.
Es el objetivo y uno de los grandes logros del «Proyecto Varela». A través de esta iniciativa, el 10 de mayo de 2002, Oswaldo Payá Sardiñas –laico católico, fundador del «Movimiento Cristiano Liberación» (MCL) y Premio Sajarov 2002 a los Derechos Humanos del Parlamento Europeo– entregó a la Asamblea Nacional del Poder Popular, en La Habana, 11.020 firmas de cubanos con sus direcciones y teléfonos.
Dicho respaldo se requería para la celebración de un referéndum en el que se pide una nueva ley electoral. La petición ha sido ignorada por el gobierno cubano. El «Proyecto Varela» reclama además el derecho a la libre expresión, a la libre asociación, la amnistía para los presos políticos y que se reconozca a los cubanos el derecho a constituir empresas.
El principal impulsor del Proyecto Varela es el MCL, al que pertenecen casi la mitad de los recientemente encarcelados. Los opositores fueron condenados según los delitos tipificados en la Ley 88 –Ley de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba–, conocida como la Ley Mordaza.
En aquellas mismas fechas, un pelotón fusiló a tres hombres acusados de secuestrar una embarcación de transporte interno y que fracasaron en su intento de llegar a Estados Unidos. La medida ponía fin a tres años de moratoria sobre la pena capital en Cuba.
En esta entrevista concedida a Zenit, Carlos Payá, hermano menor del fundador del MCL, explica la situación que vive Cuba tras el duro golpe que ha sufrido con la ola de detenciones. Carlos Payá es el representante del MCL y del Proyecto Varela en Europa. Vive exiliado en Madrid (España) desde hace 17 años).
–¿Cómo actúa el Movimiento Cristiano Liberación (MCL)? ¿Qué está consiguiendo el «Proyecto Varela»?
–Carlos Payá: Ante todo quiero aclarar que el MCL no es un movimiento confesional. Es un movimiento de raíces cristianas en el cual hay gente de todo tipo de ideología y de todo tipo de creencias o no creyente. Y tiene el nombre «liberación» porque el primer paso para conseguir una libertad en derechos políticos está en convencerse de que uno es una persona libre, que es un hijo de Dios y por eso tiene derechos y es libre.
El MCL es un movimiento cívico, no es un movimiento político. Hay que entender que en Cuba no hay sociedad civil. Existe el partido, que aglutina todo lo que se mueve; la Iglesia católica es el único elemento ajeno al control del partido comunista. Creemos que un primer paso es concienciar a la gente de lo que es el juego democrático y de marcar un camino, que se concreta en el «Proyecto Varela», que representa una petición concreta de cambios.
El MCL es el impulsor fundamental del Proyecto Varela. Éste cuenta con gente de diferentes tendencias: social-demócrata, liberal, etc. Ha aglutinado a gran parte de la oposición respetando el derecho legítimo a la discrepancia a otros proyectos que son enriquecedores. El Proyecto Varela no es un fin, es un medio, pero es el medio posible que entendemos en la realidad. Y vemos que ha puesto extremadamente nervioso al régimen, a pesar de que nos están triturando. Pero nos hemos dado cuenta de que vamos por el camino correcto.
–¿El movimiento que ha suscitado el Proyecto Varela está en la raíz de esta última ola de represión?
–Carlos Payá: Hay gente que está presa que no tienen vinculación con el Proyecto Varela. Pero sin duda el gran miedo del régimen es ver que hay personas que se están moviendo, que no las puede controlar, que están saliendo a la luz, que están dando su nombre, aunque sean 11.020. Hay que entender que no es un proyecto centrado en una zona de Cuba, en una ciudad. Es un proyecto extendido homogéneamente por todo el país, donde hay comités gestores que se han ido formando. Todos saben quién pertenece al comité gestor, y la gente se puede acercar a sus miembros y saber que por ahí hay un camino de luz. De todas formas, en estos momentos, el pánico es total. Ha sido descabezado el movimiento, pero la semilla ha sido sembrada.
En un país libre, mil o diez mil firmas no significan nada. Pero en Cuba, esos pequeños gestos representan mucho. Los demás comprueban que unos no ocultan que son católicos, que otros han firmado. Son puntos de luz y si los ponemos en un mapa vemos que se empieza a iluminar la Isla.
–Podemos considerar que en este momento es el gran logro del Proyecto Varela…
–Carlos Payá: El logro del Proyecto Varela es que está sembrado, porque esas personas que han dado el paso de dar la firma en Cuba, con las consecuencias que puede acarrear, significa que ya se han liberado; eran libres antes –desde que nacemos somos libres, es un don divino–, pero además saben que son libres, han salido a la calle y lo han dicho, y han reconocido que tienen derechos y que tienen derecho a tener derechos.
–El MCL no es confesional, pero tiene una raíz cristiana. ¿Cuatro décadas de régimen comunista no han conseguido descristianizar la Isla?
–Carlos Payá: No lo han conseguido. La fe es un don y hay gente en Cuba que recibe ese don. A pesar de los atropellos, el espíritu religioso se mantiene en Cuba, pero en un estado donde la simulación es la fórmula para sobrevivir no se puede cuantificar. Sin embargo ese germen religioso existe.
–El MCL busca el cambio y las libertades a través de medios pacíficos. ¿Es factible en el mundo actual?
–Carlos Payá: Nos gusta una frase de Oswaldo Payá que dice: «No te odio, pero no te temo». En ello se sintetiza la respuesta. Somos pacíficos, no pacifistas. No se trata de una estrategia, sino de un concepto fundamental de nuestra actividad. No odiamos, pero tampoco tenemos miedo. Es difícil conciliarlo, pero creo que es el único camino. Hay que seguirlo, porque en cuanto se abandone el camino de la búsqueda pacífica y de la búsqueda de la reconciliación, estamos abocados al derramamiento de sangre y esto de ninguna manera entra en la estrategia ni en el concepto que tenemos de la democracia para Cuba.
–¿Qué pasos va a dar el MCL y el Proyecto Varela, después de haber sido descabezado?
–Carlos Payá: Está descabezado, pero la semilla volverá a fructificar. Los momentos son difíciles, pero constatamos también que el gobierno ahora ha pasado a la defensiva. Esas respuestas son símbolos de los últimos coletazos, aunque pueden durar muchos años. El grupo se va a recuperar porque es netamente cubano; recibe apoyo moral y político del exterior, pero es un grupo gestado dentro de Cuba, con criterios cubanos, que ni desprecia ni excluye a los exiliados.
Además, es la primera vez que se presenta un proyecto de oposición absolutamente amparado en la legislación cubana actual. Como decimos nosotros, «va de la ley a la ley». Puede ser discutible ampararse en una ley que desde el principio se considera injusta, pero ha sido posible, y los resultados están ahí. Sin el Proyecto Varela, no habríamos tenido esta respuesta desmesurada del régimen.
El siguiente paso es continuar con la recogida de firmas. Vamos a seguir sembrando los conceptos cívicos y de democracia, dentro de las posibilidades a seguir en la calle como movimiento. El Proyecto Varela va a continuar; ha fracasado en cuanto al golpe que ha sufrido, pero, respetando a la gente que está torturada y presa, en el fondo eso representa un triunfo porque basta con ver la respuesta que el régimen ha dado al Proyecto Varela para constatar la importancia que tiene.
Por la liberación de los presos, vamos a seguir con el trabajo de campo, con la campaña de solidaridad que se está poniendo en marcha con los presos cubanos, y con la denuncia permanente de la injusticia que se ha cometido con estos demócratas –no son disidentes, porque en Cuba no hay democracia–.
[La segunda parte de esta entrevista será publicada el martes]