Mientras la oposición afincada en Miami y el gobierno norteamericano alientan un rápido cambio de régimen, los disidentes cubanos en la isla observan con cautela los primeros cambios tras la internación de Fidel Castro y la delegación del poder en su hermano Raúl.
“El amor, respeto y consideración que se ha ganado Fidel en el mundo, a contrapelo de las campañas mediáticas del imperio norteamericano en contra de su obra revolucionaria y estatura moral, se constataron ayer en los miles de mensajes recibidos, desde todas partes del planeta, para desearle pronta recuperación”. El mensaje de apoyo al “joven de 80 años”, es uno de los tantos que ilustran la opinión unánime, transmitida este viernes por la singular retórica patriótica del diario del Partido Comunista cubano, Granma. En la isla, precisa el órgano oficial, «reina la calma, aunque allá en Estados Unidos, y en particular en Miami, le duela a un pequeño grupito de trasnochados de la extrema derecha”.
Lo cierto es que los líderes del exilio cubano en Miami concuerdan en que la enfermedad de Fidel Castro representa una oportunidad para forzar un cambio político en la isla. «Puede ser un alzamiento de militares o civiles (…) y obviamente con los métodos que escojan», dijo el miércoles Jorge Mas Santos, presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), la mayor organización del exilio cubano en Miami.
Sin embargo, lejos de la Calle 8 de Miami, este lenguaje contrasta con la inquietud y la incertidumbre que se ha apoderado de los disidentes anticastristas que viven en Cuba. Entre los que el poder llama “los mercenarios del Imperio”, figura el activista demócrata cristiano Oswaldo Payá, Premio Sajarov a la libertad de pensamiento del Parlamento Europeo. A pocos metros de su casa, en el popular barrio habanero de Cerro, desde hace algunos días alguien escribió en un muro: «En una plaza sitiada, la disidencia es traición”.
«En una plaza sitiada, la disidencia es traición».
“Ha habido algunas expresiones y algunos llamados que ni van a tener eco ni contribuyen a lo que Cuba necesita ahora desde sectores del exilio”, dice Payá. Cauteloso, agrega: “Lo más prudente y lo más justo es mantener la serenidad, que se mantenga la paz social y que los actores, que somos todos los cubanos, incluyendo a quienes están en el gobierno, reflexionen y contribuyan a que se abra una etapa de diálogo y tolerancia. Cualquier actitud irresponsable, agresiva o represiva que pueda provocar violencia o enfrentamientos puede ser muy dañina para la sociedad y la nación cubana”.
Payá cree, empero, que la situación actual es única. «Cuba entra en una nueva etapa que puede ser decisiva. Cada vez hay más conciencia en todos, sea cual fuere su posición política, de que este cambio democrático es necesario e inevitable». Al tiempo que añade que se trata de «un camino irreversible desde hace tiempo, no viene a causa del quebranto de la salud de Castro».
El hermetismo en torno del estado de Fidel Castro, así como la delegación de poder en su hermano Raúl, que arrastra una reputación de mayor pragmatismo y apertura, siembran incógnitas entre los miembros de la oposición cubana. Es el caso de Vladimiro Roca, representante de la concertación Todos Unidos, quien interrogado sobre la designación de Raúl como sucesor provisional afirmó: «Yo respondo con una pregunta, ¿es real?». «No tengo más información, no sé qué está pasando, pero puedo decir que aquí, en mi entorno, todo está tranquilo», explica este ex piloto de combate e hijo de uno de los fundadores del Partido Comunista de Cuba, Blas Roca.
Manuel Cuesta Morúa, portavoz de la concertación socialdemócrata Arco Progresista, analiza este traspaso como «una oportunidad para que empiece a imponerse cierto pragmatismo de cara a los complejos problemas tanto internos como externos que tiene Cuba». Por su parte, las Damas de Blanco, esposas, madres y familiares de los 75 disidentes cubanos detenidos en la primavera de 2003, dijeron a través de una de sus líderes, Laura Pollán, que pedían “al gobierno de Raúl la libertad inmediata e incondicional de los presos».
Entretanto, la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC) llama este viernes a orar para que Dios «acompañe» al presidente Fidel Castro en su enfermedad e «ilumine» a sus sustitutos provisionales.
Por Alejo Schapire
Entrevistas: Catherine Monnet