Correspondencia Vaclac Havel- Oswaldo Payá

¡Cuba Libre!

18 de septiembre de 2003
Hoy se cumple medio año desde que el régimen de Fidel Castro encarcelara a 75 representantes de la oposición. En las celdas se encuentran más de cuarenta coordinadores del proyecto Varela, más de veinte periodistas y además representantes de distintos movimientos prodemocráticos. Todos ellos han sido castigados en procesos escenificados a condenas que van de 6 a 28 años de prisión sólo por haber tenido la osadía de expresar una opinión que discrepa de la oficial.

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A pesar de ello la voz de los cubanos librepensadores sigue creciendo, voz que se convierte precisamente en lo que Fidel Castro y su Gobierno con mucha razón temen. Miles de cubanos han demostrado su valentía firmando el Proyecto Varela a despecho de la omnipresente policía secreta y a pesar de la propaganda oficial. El Proyecto Varela, que se apoya en la Constitución de Cuba, llama a convocar un referéndum sobre la libertad de expresión y de asociación, pide la puesta en libertad de los presos políticos, la libertad de libre empresa y la convocatoria de elecciones libres. No obstante y en el mejor de los casos, el régimen ignora el Proyecto Varela y otras iniciativas, y en el peor de los casos persigue ese tipo de iniciativas.
La última ola de confrontaciones, unida a diversos ataques antieuropeos por parte de la representación política de Cuba, no puede considerarse sino como una manifestación de debilidad y desesperación. El régimen se está quedando sin aliento de la misma manera en que se quedaban sin aliento los gobernantes de la nomenclatura en los países de detrás del telón de acero a finales de la década de los ochenta. La oposición interna va cobrando fuerzas y no se ha caído de rodillas ante la redada policial del pasado mes de marzo. Los tiempos cambian, la Revolución y sus líderes envejecen y el régimen siente cierto nerviosismo. Fidel Castro es muy consciente de que un buen día la Revolución morirá con él.
Nadie sabe con precisión lo que sucederá después. Sin embargo, cuanto más claro quede en Bruselas, Washington, México, entre los exiliados y entre los ciudadanos cubanos que la libertad, la democracia y la prosperidad de Cuba dependen del apoyo que se entregue a la disidencia cubana, tanto mayor oportunidad tendrá la futura transición pacífica de la sociedad cubana a la democracia.
El mundo democrático tiene la obligación de apoyar a los representantes de la oposición cubana independientemente del tiempo en que los estalinistas cubanos se mantengan en el poder. La oposición cubana debe sentir el mismo apoyo que sentían los representantes de la disidencia política en la Europa dividida hasta hace poco. Las reacciones de condena y las medidas diplomáticas concretas procedentes de Europa, Iberoamérica y Estados Unidos de América podrían ser una manera idónea de presión contra el régimen represivo de La Habana.
No puede afirmarse que el embargo norteamericano contra Cuba haya dado el fruto apetecido, tampoco puede afirmarse lo mismo de la política europea, que hasta la fecha se ha manifestado un tanto diligente con el régimen de Cuba. Es preciso dejar de lado las discrepancias trasatlánticas relativas al bloqueo de Cuba y centrarse en el apoyo directo a los disidentes cubanos y a los presos de conciencia y sus familiares. Europa debería manifestar claramente que Fidel Castro es un dictador y que una dictadura no puede ser un interlocutor de países democráticos mientras no emprenda el proceso de distensión política.
Al mismo tiempo los países europeos deberían crear un Fondo democrático cubano en apoyo a la emergente sociedad civil cubana. Dicho Fondo estaría listo para ser empleado inmediatamente en caso de cambios políticos en la isla.
La reciente experiencia europea de transición pacífica de la dictadura a la democracia, ya se trate del anterior ejemplo de España o posteriormente de los países de Europa Central, ha servido de inspiración a la oposición cubana. Precisamente por eso, Europa, remitiéndose a sus propias experiencias no debería vacilar en este momento. Europa queda obligada por su propia historia.
Václav Havel, Lech Walesa, Árpád Göncz
ex-presidentes de la República Checa, Polonia y Hungría
RESPUESTA DE OSWALDO PAYÁ

La Habana, 31 de octubre de 2003
Señor Václav Havel
Ex-Presidente de la República Checa
Estimado amigo:
Recuerdo con mucha emoción los cortos días que pasé en Praga durante el viaje que hice cuando fui a recibir el Premio Sajarov. Recuerdo el encuentro que ambos tuvimos y la conversación, toda sobre Cuba. Por aquellos días, según me decían, Usted estaba muy preocupado, ya que el proceso de elección de un nuevo presidente checo se dilataba. Entre muchos contrastes, para mi ese era otro: un presidente que está preocupado porque no puede dejar el cargo, ya que los que deben elegir, no se han puesto de acuerdo para nombrarle relevo. Sin embargo, en mi país como en todos los países que han sido dominados por el comunismo, esos cargos parecen ser vitalicios y la ³democracia socialista² siempre garantiza la reelección por unanimidad. Como usted ve, la democracia real tiene ³complicaciones² como son las elecciones libres y la existencia de varios candidatos, que el socialismo real supera. En Cuba no hay esos problemas. La Ley Electoral establece un sólo candidato por cada plaza de diputado, que además es propuesto como candidato por comisiones de candidatura que están formadas por ³organizaciones de masas². Pero lo más llamativo es que el elector sólo tiene oportunidad de votar positivamente, ya que si no, su voto no vale. Al final son contados esos votos positivos y sepa usted, que siempre salen ³electos² todos los candidatos únicos, que después siempre eligen a la misma persona como presidente del Consejo de Estado. Creo que en Corea del Norte, como en la antigua Albania, hay un sistema parecido, mucho menos complicado que el que los checos y eslovacos asumieron después de Noviembre de 1989.
No olvido tampoco a los amigos checos que me acogieron, ni al Cardenal Vlk y al Obispo auxiliar Maly. Ambos durante la época del comunismo fueron discriminados por no ser simpáticos para el régimen. Después el Obispo Maly, quien fue compañero de Usted desde la época de aquella luminosa ³Carta de los 77², vino de visita a Cuba. Vino para traer aliento a los familiares de ³Los Prisioneros de la Primavera de Cuba², que están en la cárcel desde marzo de este año. Aquí pudo revivir, en su propia carne, sus tiempos de sacerdote excluido por ser solidario con los perseguidos.
A mis amigos de Praga, yo les decía durante mi corta estancia allí, que esta experiencia era como viajar en la máquina del tiempo. Fue así para mí, que aún vivo en el ambiente de la cultura del miedo, que genera el régimen comunista en toda la sociedad, cuando encontré a los pueblos como el checo y el eslovaco, que sufrieron esa experiencia y ahora son libres. Es viajar hacia el futuro y tener la demostración de que la liberación es posible. Con esto no quiero decir que queremos copiar el modelo checo de transición, pero sí que nos inspira su fe y su determinación.
Para el Obispo Maly, mi amigo, su viaje en la máquina del tiempo fue en sentido contrario, hacia el pasado, desde la libertad hacia el mundo del totalitarismo, de la esclavitud. Pero no vino para hacer turismo, ni con el morboso deseo de sentirse superior aquí, donde los cubanos son discriminados y humillados en su propia tierra y los extranjeros privilegiados. No vino a divertirse abusando de las desventajas de un pueblo que vive bajo un régimen de No Derecho.
Siempre pensamos que la liberación de los pueblos de Europa que estaban sometidos por el comunismo, incluyendo el pueblo ruso, traería un movimiento de solidaridad hacia Cuba y de comprensión de nuestra realidad. Pero muchos parecen haber perdido la memoria o haberse sumergido rápidamente en la libertad de mercado y no tuvieron o no tienen el tiempo para su hermano de desgracia, el pueblo cubano. Por eso valoro tanto a esos checos, eslovacos, húngaros, polacos y otros con buena memoria y corazón generoso que nos han acompañado solidariamente desde hace años. Nadie como ustedes puede conocer nuestra realidad e interpretarla, porque la vivieron. Son una gran ayuda para que Europa y el mundo comprendan la realidad cubana. Agradezco mucho la carta que el 19 de septiembre divulgaron Usted, el ex-presidente polaco Lech Walesa y el ex-presidente húngaro Arpad Göncz, reclamando la liberación de nuestros hermanos los ³Prisioneros de la Primavera de Cuba² y apoyando la campaña cívica del Proyecto Varela. Creo positiva vuestra iniciativa de proponer el ³Fondo democrático cubano², ya que esa ayuda será muy útil para el pueblo cubano en la etapa de la Transición. Pero a esa etapa llegaremos mediante este movimiento cívico pacífico que ya comenzó. Es un movimiento integrado por miles de cubanos que luchan en medio de la discriminación, la persecución, el acoso de sus familias, la pobreza y la falta de recursos para su trabajo pacífico. Es un movimiento que necesita ayuda ahora, pero hay muchos prejuicios que sumados a las presiones y la propaganda difamatoria del régimen logran que las iniciativas de ayuda al movimiento cívico cubano sean muy escasas y reducidas. Aunque de todas maneras continuaremos la lucha con los principales recursos: la fe, el amor por el pueblo y la determinación de lograr la liberación.
Volvamos al tema de la Transición. En primer lugar en el contexto latinoamericano este término puede interpretarse como el camino hacia modelos que de nada han servido a algunos pueblos, sino para aumentar la pobreza de las mayorías, la corrupción y hacer dudar a muchos de la autenticidad de la democracia, al menos cuando es sólo formal. Esa no es nuestra meta. Por otra parte la propaganda oficial y su sistema de desinformación sistemática, después de caído su mito del indestructible imperio soviético, se ha tenido que conformar, no sin cierta eficacia, con asustar al pueblo cubano. Lo asusta con una imagen de caos y miseria que supuestamente ha producido la transición en toda la Europa ex dominada por el comunismo (aclaro porque nunca hubo una Europa comunista, como no hay una Cuba comunista). Creo que la trampa pudo haber confundido a muchos.
Me explico: El comunismo es un régimen de exclusión, esto no es teoría, es la vivencia de décadas, demostrado desde el nacimiento, vida y muerte de este régimen. Al terminar deja a la mayoría, desposeída, sin propiedades, sin dinero, sin recursos, sin sindicatos, sin partidos, sin organizaciones que les defiendan. Deja un sistema jurídico anti-derecho y torcido, anula la cultura del trabajo, institucionaliza la corrupción, al final convierte la economía en un sistema híbrido de campamento colectivizado y capitalismo salvaje, ese es el ³comunismo salvaje². Sería muy larga la descripción. Pero también en la Europa ex-dominada, dejó en cada país un reducido grupo de grandes capitalistas que hasta el día anterior eran grandes dirigentes o personajes de mucho poder. Son entonces los nuevos más ricos, que hasta entonces eran los únicos ricos, porque en el comunismo todo es único. Un partido único, una doctrina única, una opinión única, un sindicato único, un gobernante único y de paso se convierten en los únicos ricos. En Cuba, estos, mientras dicen al pueblo ³socialismo o muerte², ya son también los únicos capitalistas, los futuros grandes empresarios. Parte del tema sería hablar de las consecuencias del genocidio cultural y humano del imperio soviético, que desfiguró sociedades enteras y que hoy día pagan con mucho dolor y hasta sangre de pueblos y países enteros. Pero de esto se habla poco o se prefiere no hablar, todavía tiene gran inercia o presencia, la dictadura de la mentira.
La trampa está en presentar lo que es el fruto destructivo y aberrante del comunismo y sus secuelas inerciales, como males de las democracias nacientes. Es como decir al esclavo: ³Mira las consecuencias de tu liberación, mejor te quedas como estás².
En primer lugar mi interpretación de la transición en Europa ex-dominada, está muy lejos de la imagen que da la propaganda oficial del régimen. Pero también creo que existe, al final del comunismo, el peligro de que algunos se conformen con decir a la muchedumbre de los antiguos esclavos: llegó la economía de mercado, tú también puedes ser empresario.
Tal cosa se convierte en una ironía, porque los cubanos, (para aterrizar en Cuba), la mayoría, ni tienen dinero, ni propiedades, ni recursos, ni entrenamiento, ni nada, no tenemos nada. Los nuevos empresarios sólo podrían ser, los más ricos de ahora. Los únicos que ahora tienen y pueden tener y así se consagraría, entonces bajo la ³economía de mercado², la nueva forma de opresión donde la mayoría, ahora marginada, quedaría en situación semejante. Con esto quiero decir, que los cambios, en Cuba, no serán una prolongación de la desventaja de la mayoría, porque no se puede construir la nueva sociedad sobre las bases de esas desventajas.Y en el totalitarismo la desventaja de la mayoría es total. Por eso aunque no rechazamos el concepto de transición, recordamos que el proceso de los cubanos hemos puesto en marcha es de Liberación. En esto somos radicales. Radicalmente pacíficos, porque no aceptamos la violencia como recurso para los cambios, porque no nos motiva el odio, sino el amor a todos nuestros hermanos cubanos. Esta etapa de la historia cubana, que está terminando, ha sido muy compleja humanamente hablando y otra secuela de este régimen sería seguir enfrentando a los cubanos unos a otros por lo que ha ocurrido hasta ahora. Así seguiríamos sometidos al odio y las injusticias que sembró el totalitarismo. El perdón y la reconciliación son esenciales en este proceso de liberación, por lo que se comprende que la vía pacífica para nosotros no es un simple método, sino una meta. Superar la violencia, el odio y la ofensa para siempre. Creemos firmemente que es posible, ya que este sentimiento está vivo en la mayoría de los cubanos. Aún los que forman parte del poder están atrapados en un sistema que no les respeta sus propios derechos, aunque les da privilegios.
Sigo pensando en Chequia.Ustedes lograron cambios, lograron liberación, lo han hecho y lo hacen a su manera, que es muy importante.
En Cuba también lo haremos, ya lo estamos haciendo, entre cubanos, entre todos, los que vivimos dentro y los que viven en el destierro, que son parte inseparable de nuestro pueblo.
El Proyecto Varela, es ya un movimiento ciudadano por los cambios pacíficos. Se realiza con el valor de aquellos que dan un paso de liberación personal y vencen el miedo, pero también es un paso de solidaridad con su propio pueblo ya que exigen los derechos para todos. Ahí está el fundamento del cambio que buscamos, en la participación de los ciudadanos en la vida política, económica y cultural del país como personas libres. Ese es el primer paso que busca el Proyecto Varela. Pero no es el único, ya que debemos preparar la transición para Cuba y ya lo estamos haciendo. Esta será la transición hacia la democracia, la justicia social, el desarrollo y la paz. Por eso por encima de cualquier modelo, estará la persona, la familia y la comunidad.
La pobreza y las diferencias en Cuba son fruto de la falta de derechos. Por tanto este proceso de transición liberará todas las potencialidades creativas y laboriosas de los cubanos. La libertad económica implica el derecho a tener empresas, negocios y a contratar libremente. Pero como trataba de explicar, este derecho no será posible de ejercer si no hay un proceso de democratización de la economía, que implica oportunidades y posibilidades para todos. En esta etapa lejos de privatizar los servicios básicos de salud, educación y otros, tenemos el propósito de hacerlos más eficientes. Que los ciudadanos los reciban gratuitamente como un derecho y no como una concesión de los que gobiernan, que hasta ahora exigen incondicionalidad política a los ciudadanos a costa de esos servicios. Lo que no dicen es que esos servicios se sostienen con el trabajo y los aportes de los propios ciudadanos.
Creo que en Cuba existe un consenso de que la transición debe abrir las puertas, para los cubanos, ahora excluidos, de la libertad económica y al mismo tiempo mantener, ampliar y hacer verdaderamente eficientes los servicios sociales gratuitos. Esto es un desafío para nuestra sociedad, pero estamos seguros de que los cubanos como hombres y mujeres libres, haremos realidad una transición y un futuro donde la democracia, la justicia social y el ejercicio de todos los derechos, sea una realidad.
Los cubanos nunca escogimos este régimen sin derechos. ³Los Prisioneres de la Primavera de Cuba² están cumpliendo condenas hasta de 26 años, por defender pacíficamente los derechos de todos los cubanos. La mayoría son miembros de los Comité Ciudadanos del Proyecto Varela. Otros son periodistas independientes y líderes de agrupaciones cívicas. Están encerrados en jaulas de 1,6 metros de ancho por 3 metros de largo, muchos con puertas tapiadas, llenos de insectos y ratas, con raciones de comidas propias de campo de concentración, con visitas sólo cada tres meses y recibiendo humillaciones frecuentes. Sin embargo este régimen de aniquilamiento no ha quebrado su fe, y desde las prisiones nos iluminan con sus palabras de aliento. Esperamos que las voces por su liberación se levanten en todo el mundo. Esos Prisioneros de la Primavera de Cuba, son el testimonio ³del poder de los sin poder².
Yo sé que usted comprende muy bien el momento de peligro y esperanza que vivimos los cubanos. Ahora el pueblo cubano necesita de la solidaridad con esta campaña cívica por los cambios pacíficos que se ha concretado en el Proyecto Varela y que continúa extendiéndose en medio de la represión que ya no es capaz de paralizarnos.
Querido amigo Vaclav, quiero que transmita nuestro saludo solidario al pueblo checo y nuestra gratitud a todos los amigos que apoyan con sus voces y trabajo nuestra lucha pacífica.
Gracias por el apoyo que me dió en su propuesta para el Premio Nobel, muchos cubanos lo acogieron como un apoyo a la causa de la libertad en Cuba que es también la de la paz.
Reciba mi abrazo fraternal,
Oswaldo José Payá Sardiñas
RESPUESTA DE VÁCLAV HAVEL

17 de noviembre de 2003
Estimado amigo,
Me ha agradado mucho leer su carta, en la cual he encontrado percepciones que me son tan familiares.
Por estos días yo también viajo en la ³máquina del tiempo², a la que se refiere en su carta. Pero sin duda tengo la ventaja de que hoy es solamente en la memoria y con mis pensamientos. Resulta que su carta me llegó poco antes del 17 de noviembre, día en que checos y eslovacos recordamos, entre otras cosas, los inicios de la caída del totalitarismo comunista. Este aniversario es siempre una oportunidad para detenerse a pensar más a fondo sobre las vivencias de aquellos días y reflexionar sobre lo que conseguimos y lo que no.
Hace poco una periodista checa me preguntó por qué me intereso tanto por Cuba precisamente y no, por ejemplo, por Corea del Norte. Le respondí que siento una conexión más profunda con Cuba: tuve la oportunidad de encontrarme con usted, así como con otros activistas de la oposición, mis ideas son bien conocidas en Cuba, porque la mayoría de mis obras han sido traducidas al español y sé que son enviadas a Cuba, donde son imprimidas por publicaciones samizdat. Sin embargo, la razón principal de mi interés por Cuba radica en que entre los regímenes totalitarios actuales el cubano es el que más se asemeja a mis experiencias. Existen muchos paralelos y el nivel de deterioro se acerca mucho a la fase final del régimen en nuestro país.
Mis amigos de la disidencia y yo tenemos un sinnúmero de experiencias que, Dios mediante, somos capaces de ofrecerles y en algunos aspectos incluso asesorarles para no cometer nuestros mismos errores. A pesar de que el camino de los cubanos hacia la democracia es y será único, dadas sus condiciones particulares, algunos pasos y modelos de comportamiento con aferrada regularidad se repetirán durante cada cambio de régimen, en cualquier parte del mundo. En este contexto me permito hacerle algunas observaciones y a la vez dividir el tiempo, así: La actual fase terminal de la era totalitaria, el momento de la entrega del poder y finalmente la formación de una sociedad democrática. Cada una de estas etapas requiere una atención especial y aunque estará caracterizada por un común denominador moral, en cada una de ellas el proceder práctico será diferente.
Permítame en esta carta referirme a la primera etapa, es decir, a la fase terminal de la era totalitaria del régimen comunista.
El fin del totalitarismo en la antigua Checoslovaquia estuvo caracterizado por un enorme nerviosismo de parte del régimen. Aquellos que hasta poco tiempo antes pensaban que se mantendrían en sus cargos eternamente, comenzaron a tambalear. Algunos de ellos ya intuían que sería necesario contar, sino con su supervivencia política, al menos con que debían asegurarse garantías en caso de cambios sociales. Aquel puñado de disidentes, hasta hacía poco blanco de burlas, comenzó a ser tomado en serio cuando cada vez más ciudadanos comenzaron a simpatizar con ellos. Hasta el régimen totalitario dejó de aparentar que se trataba de un mero grupo de individuos fanáticos, manipulados por servicios de inteligencia extranjeros y dos años antes de su desmoronamiento se vió obligado a intervenir violentamente en las manifestaciones contra un cada vez más creciente número de ciudadanos. Los ciudadanos de Checoslovaquia veían en las calles, por primera vez después de 20 años, carros policiales blindados y grupos antidisturbios armados hasta los dientes. En esos momentos todos se daban cuenta de la realidad totalitaria. Durante un tiempo la propaganda mediática logró mantener todo encubierto. Las primeras manifestaciones se concentraron principalmente en la capital, no obstante, el ánimo de los ciudadanos se radicalizó y su nivel de autoconfianza creció. El régimen reaccionó con diversas prohibiciones que condujeron a mis conciudadanos a dar pasos cada vez más osados. Recuerdo, por ejemplo, lo importante que fue la decisión de muchos artistas de este país -entre ellos la mundialmente conocida Orquesta Filarmónica Checa- de negarse a aparecer en los medios de comunicación nacionales, en caso de que no se cediese espacio a personas con diferentes opiniones políticas. Pocos meses antes de la caída del régimen (algo que entonces, por supuesto, ni imaginábamos), redactamos la declaración ³Unas cuantas frases², exhortando a la cúpula del poder a iniciar un diálogo con la oposición. Decenas de miles de personas ni dudaron en firmar. Recuerdo también el importantísimo papel que desempeñó el redactor en jefe de ³La voz de los Estados Unidos de América², además amigo mío, quien diariamente en las transmisiones para Checoslovaquia divulgaba los nombres de más y más figuras públicamente conocidas que habían firmado ese documento. El régimen fácilmente solucionó el problema enviando a prisión a ese puñado de disidentes, pero se mostró notoriamente sorprendido cuando surgieron todavía más opositores protestando públicamente. Hasta ese momento había tolerado el pronunciamiento de opiniones diferentes en privado, pero en público no aceptaba oposición alguna. Pero debido a la nueva situación más y más ciudadanos perdieron el miedo a salir del anonimato. Ya el régimen con problemas reaccionaba como era de costumbre, con la interdicción y criminalización de la disidencia. La autoconfianza de la ciudadanía creció y la hasta entonces oculta confrontación se hizo presente por doquier. A ello se sumó un conflicto generacional: los hijos se opusieron al vacío mundo del discurso de sus padres.
El proceder del régimen totalitario ha sido descrito muchas veces e incluso yo lo he intentado. Quiero recordar estos hechos conocidos, sólo porque la actualidad cubana, con todas sus manifestaciones y a pesar de lo específicas que sean, está inmersa precisamente en ese período. El Proyecto Varela, que usted personifica, está inspirado en nuestra Carta 77. Aunque en los inicios se haya tratado de un mero grupo de opositores, recientemente ha cobrado mucha fuerza. Con agrado recibí la noticia de que algunas semanas atrás presentó más de 14 mil nuevas firmas pidiendo al régimen el respeto de los derechos civiles estipulados en la constitución. Se trata de una notable cosecha de sus actividades. El régimen totalitario, como es sabido, se caracteriza por una absoluta falta de respeto de toda ley y le enfurece que se le exija el cumplimiento de normas, adoptadas, además, por sí mismo.
¿Qué se puede hacer en una situación así?
Según mi opinión y experiencia, en este período es importante la solidaridad internacional. Debe ser expresada por cada país libremente organizado al igual que cada individuo. Las naciones democráticas deberían condicionar sus contactos con la élite gobernante a la liberación de los presos de conciencia y generar las condiciones para iniciar una discusión libre, a nivel de toda la sociedad. Las naciones democráticas deberían considerar como interlocutor a todo aquel que piense de manera democrática, independientemente de si desempeñan algún cargo político o no. En este terreno, tengo muchas esperanzas puestas en la fundación del Comité Internacional para la Democracia en Cuba. Según tengo entendido, los preparativos para su primera sesión están en marcha. Por otro lado, debe existir también la solidaridad económica, por esa razón hace un tiempo atrás he propuesto la creación del ³Fondo Cubano² para el apoyo de familias afectadas por la represión y de otras actividades de la oposición democrática. Estoy firmemente convencido de que la Unión Europea, en primer lugar, se concertará a la hora de adoptar procedimientos dirigidos al apoyo práctico de los demócratas cubanos. Supongo que no necesito convencerlos de que haré todo lo que esté a mi alcance para devolverles la mano a esos demócratas que, tanto a mí como a mis amigos, durante años y de diversas formas nos ayudaron o expresaron su solidaridad en sus visitas a la entonces Checoslovaquia.
Quisiera hacerle una observación sobre una de mis percepciones: A pesar de que como disidentes tengan los máximos méritos, aunque sean valientes y respetables, aunque permanezcan en prisión varios años, a pesar de todo aquello, les puede ocurrir que ante la mirada de los políticos prácticos del mundo democrático, surja la sospecha de que ustedes son un mero grupo de quejumbrosos, de llorones eternos, locos inofensivos, que permanentemente lloriquean. Esta sospecha luego puede desembocar en una convicción: podemos apoyarlos de manera simbólica, pero desde el punto de vista de la política práctica, no es necesario confiar en ellos, no son ellos nuestros interlocutores correctos. Pero en lo opuesto está la verdad. Sobre eso hay que convencer a los políticos del mundo democrático, y a eso yo me dedico desde hace muchos años.
Permítame hacerle aún algunos comentarios. Le pido que los tome como experiencias que hemos acumulado con harto esfuerzo. Usted y sus amigos seguro sabrán cómo hacer uso de ellas y decidir si son aplicables o no en el contexto cubano.
Como usted sabe, la Revolución de Terciopelo en Checoslovaquia, a nosotros, los disidentes, nos tomó por sorpresa. No estábamos en lo absoluto preparados para recibir el poder de manos del régimen, el cual se derrumbaría en cosa de semanas. Entonces, si debo enfatizar en algo, debería ser lo siguiente:
¡Todo demócrata y opositor al régimen totalitario debería actuar como si el poder fuera a ser entregado mañana!
A nosotros nos tomó por sorpresa la rapidez con la que el exhausto sistema comunista colapsó y nosotros no estábamos preparados para una inmediata toma del poder. Por eso nos vimos obligados a tomar las decisiones más esenciales bajo la presión de las circunstancias, en cuestión de días, a veces de horas. Pero precisamente los primeros instantes de la entrega del poder fueron los más importantes. Entonces se decidía el destino de un país por muchos años y aquello que no alcanzamos a hacer en los comienzos, debimos recuperarlo más tarde con mayor dificultad. Nos topamos con que no teníamos preparado ningún gobierno en la sombra, nos topamos con que no habíamos seleccionado a personas competentes para presentarlos inmediatamente a la opinión pública como alternativa de reemplazo del antiguo parlamento incompetente. Quedó de manifiesto que no teníamos preparadas las bases legales para las nacientes estructuras democráticas ni había garantías económicas para el país de cara a los meses venideros. A falta de semejantes reglas, quienes rápidamente tomaron ventaja fueron, precisamente, aquellos a los que usted menciona en su carta: aquellos para los que el régimen representa un telón tras el cual se ocultan sus propias ambiciones, zorros capaces de todo, con ventajas económicas amparadas en cargos hasta entonces ejercidos. No menos importante resulta también considerar -de darse el caso- con cuál de los actuales políticos sería posible negociar la entrega del poder.
Seguramente para muchos cubanos la cercanía de los Estados Unidos es vista como una amenaza. Los medios de comunicación del régimen son bien activos en cuanto a la propaganda. No hay que temerle tanto a una potencia como esa, siempre y cuando demuestre que es democrática, más bien hay que temerle al totalitarismo, ya sea cercano o lejano. Por supuesto, la suerte de gravitación natural de una potencia como los Estados Unidos siempre ejercerá gran influencia sobre los países vecinos más pequeños. Pienso que como ciudadano de un pequeño país centroeuropeo puedo comprender bien estos temores. Pero lo principal es que los cubanos puedan decidir su futuro por sí mismos y con quién y bajo qué condiciones desean o no interactuar. Esta no debe ser una decisión manipulada, sino una decisión de los propios cubanos y ningún país posee el derecho ni de imponerles ni de impedirles nada.
Estimado amigo, pienso que a pesar de todas las dificultades vale la pena emprender este camino. Estoy firmemente convencido de que, a pesar de la propaganda ejercida por el estado comunista, la mayoría de los cubanos son conscientes de que hace 14 años las naciones de Europa Central tomaron la dirección correcta y será bueno seguir su ejemplo.
Sinceramente suyo,
Václav Havel  

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