Se acumulan ya tres años de prisión injusta en condiciones inhumanas por parte de los Prisioneros de la Primavera de Cuba. Es un contrasentido utilizar la palabra “conmemoración” porque no estamos hablando de un hecho del pasado ocurrido hace tres años. Estamos hablando de una injusticia del presente. En esta fecha pesan tres años de sufrimiento para ellos y sus familias y cada día que pasa es un escándalo mayor, precisamente porque se prolonga esta injusticia. Antes de hablar de las condiciones, del acoso, del maltrato, de sus enfermedades y de las violaciones a todos sus derechos que se cometieron al juzgarlos y que se cometen al mantenerlos en prisión, hay que decir quiénes son éstos, los Prisioneros de la Primavera de Cuba.
Son cubanos que sin excepción llevaban una vida modesta, la mayoría en viviendas muy humildes y con evidente pobreza. Ellos eran el sostén de sus familias, de sus esposas, de sus hijos, en muchos casos de sus madres, ahora solitarias. En los juicios se decía acusativamente que no tenían vínculo laboral, siendo todos personas trabajadoras, la mayoría expulsados de sus trabajos por pensar diferente y no tener temor a decir lo que piensan.
Sus familias sufren con ellos. Sus hijos, muchos de ellos niños pequeños y adolescentes, recibieron el impacto del asalto de la Seguridad del Estado a sus humildes viviendas el día que los detuvieron. Ese día, 18 de marzo del 2003, los agentes del gobierno penetraron en sus hogares aterrorizando las familias, revolviendo hasta el último rincón y con cámaras de televisión, quizás para deleitarse después en su crueldad. Acaso las cámaras captaron su pobreza, niños aterrorizados, ancianas llorando y sus papeles, los temidos papeles en los que casi todos ellos escribían sus mensajes de libertad. Ni una bala, ni una información, que se pueda considerar como material de espionaje. Si hubieran ocultado lo que pensaban, si hubieran sido espías, a lo mejor no les hubieran tratados tan cruelmente, pero su pecado imperdonable está en no tener miedo, en escribir y publicar lo que pensaban, en proclamar la verdad. Por eso los odian más. Muchos de ellos se enteraron que se les celebrarían los juicios sumarios pocas horas antes o en el mismo juicio. Fueron verdaderas orgías de odio y mentiras. Jueces, fiscales, testigos y hasta el público presente, con excepción de sus familiares recibían órdenes de la Seguridad del Estado en este gran teatro de horror. Solo hay que leer las actas oficiales de los juicios, las acusaciones de los fiscales, los elementos que presentaron como pruebas y las declaraciones de los testigos para preguntarse cuál es el delito: ¿Escribir poemas y artículos? ¿Practicar el periodismo independiente para ofrecer, no anónimamente sino con su identidad y toda responsabilidad, informaciones y opiniones sobre la vida cotidiana cubana? Hablar de la vida cotidiana en Cuba con la verdad es de hecho hacer una denuncia sobre violaciones a los derechos humanos. ¿Cuál es el delito? ¿Tener un fax, una máquina de escribir, una computadora, bolígrafos, hojas de papel, un radiorreceptor portátil que capta las emisoras nacionales e internacionales? ¿Soñar que la vida puede ser diferente aquí en Cuba para los cubanos? ¿Proponer cambios para lograr la reconciliación, el respeto a los derechos humanos para que la inmensa mayoría salga de la pobreza en que está sometida y para que los cubanos puedan hablar libremente sin mirar a los lados y sin temor a que les estén escuchando?Todos, sin excepción, trabajaban pacífica y abiertamente por el respeto a los derechos humanos y los cambios pacíficos en la sociedad cubana. La mayoría de ellos participaron de una u otra manera en el Proyecto Varela, como promotores y activistas. La campaña del Proyecto Varela se apoya en la Constitución, pide un referendo para que los cubanos decidan sobre cambios en las leyes para que garanticen la libertad de expresión, de asociación, la liberación de los defensores de los derechos humanos que están en prisión, el derecho de los cubanos a tener empresas y negocios en su propio país, algo que en Cuba es un privilegio para los extranjeros, y el derecho de los cubanos a elegir democráticamente a sus diputados y su gobierno, derecho que la Ley Electoral actual impide. La mayoría de los Prisioneros de la Primavera de Cuba trabajaron en esta campaña que consiste en presentar el Proyecto Varela a los ciudadanos para que lo apoyaran. Miles de cubanos lo firmaron. La Constitución pedía 10 000 firmas, pero se recogieron muchas más y se presentaron a la Asamblea Nacional del Poder Popular. De esta manera estos activistas cívicos, junto con miles de ciudadanos, despertaron la esperanza, despertaron la Primavera de Cuba y por eso, por lograr este movimiento liberador sobre el odio, la violencia, la mentira y el miedo se desató la contraofensiva represiva que los llevó a la cárcel. Por eso, por sembrar la esperanza, todos ellos son los Prisioneros de la Primavera de Cuba.
A muchos en el mundo, políticos, defensores de los derechos humanos, intelectuales, personalidades religiosas, les preocupa la situación en que se encuentran las personas que fueron hechas prisioneras en Afganistán y que se encuentran en la Base Naval de Guantánamo. A nosotros también nos preocupa porque defendemos los derechos de todos los seres humanos, sin distinción. Este tema constituye un verdadero escándalo noticioso, pero más escandaloso es el silencio de los que callan aquello que sucede a solo unos kilómetros de esa base, en la Prisión Provincial de Guantánamo y en muchas prisiones de Cuba donde hay decenas de miles de prisioneros en condiciones infrahumanas, con raciones de campos de concentración, donde se les humilla y se les golpea sin que tengan más defensa que las voces de los prisioneros políticos pacíficos, que aun allí, compartiendo el castigo, no abandonan su misión de defender la dignidad humana.
La mayoría de los prisioneros políticos cubanos, incluyendo los prisioneros de la Primavera de Cuba, sufren muchas enfermedades graves adquiridas o exacerbadas en la prisión por las malas condiciones higiénicas, la deficiente atención médica, la falta de agua corriente, el hacinamiento, el maltrato verbal y muchas veces físico. Estos prisioneros políticos pacíficos están confinados con prisioneros comunes, en la mayoría de los casos con los de mayor peligrosidad, a los que ellos tratan como hermanos. Denunciamos que la Seguridad del Estado y los carceleros instigan a los más peligrosos de estos prisioneros comunes a que acosen permanentemente y agredan en algunos casos a los prisioneros políticos pacíficos.Corresponde al pueblo de Cuba en primer lugar reclamar la libertad de estos prisioneros que no han hecho más que defender los derechos de los propios cubanos.La Organización de las Naciones Unidas, como tal, y los organismos que se encargan de derechos humanos como la Comisión de Derechos Humanos y otros, así como las organizaciones que en el mundo se encargan de estos asuntos, y toda la comunidad internacional deben demandar sin ambigüedades y directamente la liberación de los prisioneros políticos pacíficos cubanos. Hacer esto no es condenar a Cuba, es defenderla y es una obligación moral. No hacerlo es una incoherencia y una negación de sus principios y de los acuerdos internacionales firmados inclusive por el propio gobierno cubano. Pero nuestro llamado es también a todos los hombres de buena voluntad en el mundo, a los trabajadores, estudiantes, a todas las organizaciones sociales para que se solidaricen de manera abierta y permanente con la causa de la liberación de estos prisioneros políticos pacíficos, que es una manera de defender los derechos humanos para todos los cubanos y para toda la humanidad. Los prisioneros de la Primavera de Cuba, lo hemos dicho y lo repetimos, han logrado una gran victoria, no tienen odio en sus corazones. Ellos no han declinado en su determinación de defender la dignidad y los derechos de las personas, la paz y la justicia. Su fe y su amor al prójimo les sostienen como antorchas de las que emana una luz que en medio de tanto odio e intolerancia permiten mirar hacia el futuro con esperanza. La esperanza de que Cuba renacerá en la reconciliación y la libertad.
La Habana, 15 de marzo de 2006
A nombre del Movimiento Cristiano Liberación
Oswaldo José Payá Sardiñas
Minervo Lázaro Chil Siret
Ernesto Martini Fonseca
Bitácora Cubana: Payá pide a comunidad internacional exigir libertad de presos en Cuba
Bitácora Cubana, 18 de marzo de 2006 – La Habana (Agencias) El opositor cubano Oswaldo Payá pidió este viernes a la comunidad internacional que exija la libertad de los presos políticos cubanos, pues hacer eso «no es condenar a Cuba, es defenderla». Las Naciones Unidas y los gobiernos, los organismos de derechos humanos «deben demandar sin ambigüedades y directamente la liberación de los presos políticos cubanos», dijo Payá en un texto en víspera del tercer aniversario de la ola de arrestos a 75 disidentes, condenados a largas penas de cárcel. «Hacer esto no es condenar a Cuba, es defenderla y es una obligación moral. No hacerlo es una incoherencia y una negación de sus principios y de los acuerdos internacionales», dijo el líder del ilegal Movimiento Cristiano Liberación. Payá señaló que si es escandaloso lo que ocurre en la prisión norteamericana de la Base Naval de Guantánamo «más escandaloso es el silencio de los que callan aquello que sucede a unos kilómetros de la base, en la Prisión Provincial de Guantánamo y en muchas prisiones de Cuba». En esas cárceles cubanas «hay decenas de miles de prisioneros en condiciones infrahumanas, con raciones de campo de concentración, donde se les humilla y se les golpea». En referencia al tercer aniversario de lo que los disidentes llaman «la primavera negra», Payá señaló que «en esta fecha pesan tres años de sufrimientos para ellos (los presos) y sus familias, y cada día que pasa es un escándalo mayor, precisamente porque se prolonga esta injusticia».Por su parte, las Damas de Blanco, esposas y familiares de los 75 disidentes condenados, dijeron en una nota: «Nuestra conmemoración ha sido y es permanente desde hace tres años». «No cesará mientras quede una con voz y fuerza física; no terminará hasta que esos seres queridos sean absolutamente libres», subrayó el texto firmado por una de las Damas de Blanco, Miriam Leiva. En la nota se señala que «el régimen demuestra soberbia e impotencia frente a la unidad, entereza y solidaridad de un grupo de mujeres esparcidas por toda Cuba». Esas mujeres, cuyo nombre proviene del color de la ropa que usan para sus demostraciones, recibieron el Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia 2005 del Parlamento Europeo, el mismo que recibió Payá en 2002.