Diario Las Américas. «La espiral tóxica». Por Regis Iglesias y John Suárez
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La espiral viciosa siempre se aleja de la raíz del problema, los problemas de nuestros pueblos sufridos y abandonados a su suerte
Las espirales tuvieron importancia en el simbolismo de diversas culturas. El hombre prehistórico solía dibujar espirales en sus pinturas rupestres, lo que muchos creen que representaba el ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento.
Una espiral es una curva plana que da vueltas alrededor de un punto y que, en cada una de estas vueltas, se aleja más y más de dicho punto. La espiral, en otras palabras, es la línea curva que se genera en un punto y que se aleja progresivamente del centro mientras gira alrededor de él.
Eso es lo que parece pasar en las relaciones de trece administraciones de Washington y la casta de poder en la isla de Cuba durante los casi sesenta y cuatro años que han secuestrado los derechos a los cubanos y, en su vorágine unos y otros, parecen alejarse cada vez más del centro del problema.
Para más de 10 millones de cubanos que han sido sometidos por más de seis décadas a la segregación y la represión del Partido Comunista de Cuba no hay atención. Lo peor es que se hace una presentación del escenario dispuesto que asegura ir en la dirección de mejorar la vida y la capacidad de decidir libremente sobre su presente y futuro.
Todo es una falacia, un camelo, una droga que continúa mientras nos desorientamos en la espiral que al final no es provechosa ni para el pueblo cubano, ni para los Estados Unidos y solo beneficia a una banda de delincuentes con ropaje ideológico vintage que prefieren mandar sobre un campamento miserable mientras conservan sus privilegios sin ser molestados.
No nos engañemos ni dejemos que nos engañen más. La ayuda «humanitaria» que ahora ofrece el gobierno norteamericano al régimen segregacionista y represivo del partido comunista cubano, unos dos millones de dólares en provisiones y suministros, se ofrecerá a “socios internacionales de confianza” como la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, a través de la, «odiada» y vilipendiada por el régimen cubano USAID, la Agencia para el Desarrollo Internacional, que cuando ha destinado alguna limitada ayuda para los grupos de oposición y derechos humanos al régimen ha sido catalogada poco menos como una extensión del mismísimo Lucifer y sus legiones del infierno para «destruir» a un régimen que estaba apuntando con misiles nucleares al propio corazón de Estados Unidos hace algunas décadas, pero estos «socios» a su vez tendrán que entregar dicha ayuda a la Cruz Roja, la Media Luna Roja cubanas, dos instituciones para nada independientes del régimen.
No se trata de Cáritas cubana, la institución de la Iglesia Católica que durante años y con muchas trabas por parte del partido comunista cubano, ha intentado apoyar a los más necesitados y postergados en la sociedad sometida a un régimen segregacionista donde solo una casta de ideólogos y criminales puede mantener niveles de vida capitalista mientras el resto de la población es sometida a la más denigrante pobreza.
Tampoco se trata de las diversas denominaciones evangélicas y la institución masónica que a con muchas dificultades han intentado mantenerse dando esperanzas y apoyo a la mayoría de cubanos pobres.
Las «ayudas», estas ayudas que enviará la administración Biden y todas las ayudas que lleguen a la isla mediante Cruz Roja y Media Luna Roja cubana se pondrán en manos de engañosas extensiones del régimen y solo una muy pequeña parte será destinada a quienes más les urge.
Sin observadores internacionales sobre el terreno en Cuba, Estados Unidos estaría a merced de la dictadura cubana. USAID necesita establecer oficinas para monitorear los envíos, la distribución y otra asistencia. Estados Unidos debe liderar un esfuerzo de los donantes para asegurarse de que sus esfuerzos se implementen y que la asistencia se dirija al pueblo cubano, no a los oligarcas militares y la familia Castro.
El círculo espiral mantiene no solo a los cubanos, también a los Estados Unidos en un callejón sin salida que les afecta por la poca determinación y coherencia, es más evidente ahora que nunca antes, de Washington.
Durante años se reprochó a un pueblo indefenso y sumido en la peor sociedad totalitaria que ha conocido el hemisferio occidental su poca reacción ante la esclavitud a que era sometido. Pero esta es una percepción injusta pues los cubanos combatieron al régimen totalitario comunista desde el primer día aunque diferentes han sido las estrategias y la visión.
Lo que ha sido constante es precisamente la permisividad del mundo libre con el régimen cubano y la poca y efectiva solidaridad con el pueblo.
Esto ha traído como consecuencia un estado paralizante para la mayoría del pueblo cubano. La secuencia década tras década, crisis tras crisis cada vez que el régimen se ve contra las cuerdas es de acercamiento sinuoso de potencias y el mundo libre a quienes son los culpables de todo lo que sucede en Cuba y los cubanos y esto trae como reacción la apatía del pueblo que impotente en el reclamo de sus derechos ante una tiranía tan férrea opta por la solución individual de intentar escapar y salvar su vida y la de los suyos.
Durante los años sesenta las numerosas crisis por afianzar su poder con el terror, la resistencia armada al mismo y un ineficiente política económica provocaron los éxodos de Camarioca y el Puente de la Libertad con vuelos desde Varadero. La crisis de los setenta, crisis económica y política provocada por las numerosas aventuras intervencionistas del ejército cubano en África provocaron el éxodo del Mariel. Tras la caída del telón de acero en Europa del Este y la propia desintegración del imperio soviético más la existencia de un vigoroso movimiento de derechos humanos y civiles en la isla determinaron la crisis de los balseros de 1994. En ambos casos salieron al rescate del régimen primero Moscú y luego Europa occidental, en especial España sin olvidar Canadá y los propios Estados Unidos.
En las primeras décadas de este siglo la estampida silenciosa tuvo la característica de que los cubanos cansados de no ser escuchados y dejados a su suerte comenzaron a encontrar visados lo mismo para Rusia que serían aprovechados para pedir asilo durante la escala técnica de los vuelos en Madrid. Los visados para Panamá o Ecuador y otros países latinoamericanos caídos en la órbita del neo totalitarismo socialista, abrieron una nueva senda por las selvas centroamericanas a cientos de miles de cubanos y durante el mandato de Barak Obama las cosas empeoraron por las muchas facilidades que se dieron para el escape mientras se implementa una política de acercamiento al régimen y de supuesto empoderamiento de los cubanos en la isla.
Siempre el mensaje es nocivo. Siempre que al régimen se le intenta oxigenar la reacción del pueblo impotente y abandonado en sus esfuerzos libertarios es el escapismo lo que a su vez crea a los Estados unidos un grave problema migratorio que ya no solo involucra a los cubanos que huyen de la asfixia del régimen, también venezolanos, nicaragüenses, en su gran mayoría colapsan las fronteras sur de la gran República del norte.
La espiral viciosa siempre se aleja de la raíz del problema, los problemas de nuestros pueblos sufridos y abandonados a su suerte. La espiral equivocada crea una y otra vez los mismos problemas migratorios a los Estados Unidos.
Es hora de sudafricanizar el tema cubano, el tema de las tiranías latinoamericanas y boicotear, aislar y sancionar de manera global a los sostenedores de esos regímenes siendo verdaderamente solidarios con nuestro pueblo e implementando iniciativas solidarias con quienes luchan por sus derechos, la libertad y prosperidad de nuestras naciones, que es luchar también por la estabilidad regional y para acabar con la grave crisis migratoria que afecta a los Estados Unidos. Es hora de salirnos de la espiral tóxica y dirigirnos al centro del problema mirándole a los ojos.