Memorias para no perder la historia: 18 años de la Primavera de Cuba. Por Regis Iglesias en Zoepost

Publicado originalmente en ZoePost

Aquella noche en la que me despedí de Oswaldo no imaginé que sería la última vez que nos veríamos en esta vida.

El 19 de marzo de 2003 había ido temprano a casa de Josefina Payá, la tía Beba, donde teníamos gracias a su generosidad y paciencia infinita una base desde donde coordinar el trabajo. Estuve atendiendo llamadas de toda la isla con informaciones sobre nuestros compañeros del MCL y los Comités Ciudadanos Gestores del Proyecto Varela, también de las agencias de prensa y periódicos extranjeros que reportaban los secuestros desde el día anterior cuando las fuerzas represivas del régimen comenzaron a desatar su furia contra el movimiento cívico cubano.

Al finalizar la tarde llegaron Oswaldo y Tony Díaz. Ellos habían visitado las casas de varios líderes de la campaña por el referendo al Proyecto Varela que habían sido arrestados y habían tenido una reunión con un representante de la troika europea, de visita en la isla, para denunciar esta escalada de violencia sin parangón en los últimos años de la tiranía.

Me despedí de Tony y me quedé un rato con Oswaldo y Ernesto Martini en casa de la Tía Beba repasando todo lo que estaba pasando, decidiendo qué estrategias adoptar pues era evidente a esas alturas que iban a por los Comités Ciudadanos y el Movimiento Cristiano Liberación. La mayoría de nuestros líderes en la capital y en provincia habían sido arrestados. En la región oriental de la isla todos habían sido detenidos y desde hacía un par de meses Jesús Mustafá, cuya casa era el centro del Movimiento y de la campaña en Santiago de Cuba, Guantánamo, Granma, Las Tunas y Holguín. También en Pinar del Río, Matanzas, Camagüey y Las Villas el golpe había sido demoledor, pero aún persistían algunos focos importantes en Manicaragua, Santa Clara o Cienfuegos liderados por Osmel Rodríguez, Eddy Espinosa, Tony Rodríguez, Juan Felipe Medina, Minervo Chil y otros.

El régimen lo había intentado todo para detener la campaña del referendo, difamaciones, desinformación, tergiversaciones respecto al proyecto, su legitimidad y contenido, utilizando para ello mensajeros aparentemente con identidad de opositores que también intentaron pasarnos firmas falsas para así comprometer la demanda legal. Desde el principio no faltaron las amenazas, las represalias que iban desde despido de sus empleos y expulsiones de centros de sus estudios a los gestores hasta la violencia directa y el encarcelamiento de varios de ellos.

Pero nada pudieron hacer para que las primeras 11020 firmas fueran colectadas, revisadas hasta dos veces cada una in situ con los firmantes y la colecta diez meses después de 13000 más ya listas para volver a ser presentadas como respaldo a las primeras que le dieron carácter de Proyecto de Ley, según el artículo 88 inciso g de la Constitución castrista.

Tony fue secuestrado al rato de estar ya en su casa esa noche del 19 de marzo. A mí me tocaría un día después. Cuando regresaba a mi casa para ver a mis hijas y tratar de despreocupar a mis padres que seguían las noticias de la escalada represiva, el taxi en el que viajábamos Ernesto y yo fue emboscado en la esquina de Primelles y Vía Blanca, justo en la  entrada de la firma francesa Peugeot, donde entró el taxista cómplice para hacer más fácil el operativo de nuestros captores.

A Ernesto lo dejaron en la estación policial de Acosta, en nuestro barrio y a mí me llevaron para Villa Marista. Cuando Freddy, como le decimos desde muchacho a Ernesto, lo iban a bajar del automóvil donde nos conducían para dejarlo detenido en Acosta alcancé a decirle «Bueno, para esto nos hemos preparado todos estos años. Ya nos veremos de nuevo si Dios quiere».  Los dos sabíamos que esta vez la represalia no era por unas horas o unos días. Él asintió con su cabeza y la expresión dura de quien sabía que así sería. Trece días después fui juzgado junto a Tony, Roberto Miranda, Omar Rodríguez y Efrén Fernández en un «juicio sumarísimo» y condenado a 18 años. Hasta 2013 no volví a ver a Freddy y fue en el exilio cuando visité Miami.

Pero anécdotas aparte quisiera más recordar lo que significó aquella terrible escalada represiva y por qué la tiranía la desató sin miramientos.

La Primavera de Cuba fue el periodo entre 2001 y 2003 en que se lanzó la campaña por el referendo sobre el Proyecto Varela para que el pueblo rescatara sus derechos iniciando el camino de la ley draconiana a la Ley que garantizara la libertad iniciando el camino de la democratización de nuestra isla.

Desde que la banda de Fidel Castro tomó el poder además de destruir la floreciente economía de Cuba en 1958, separar las familias y emplear la violencia y el crimen contra sus opositores y disidentes propios el pueblo cubano jamás pudo volver a ejercer su derecho soberano a decidir por sí mismo sobre su presente y su futuro, no pudo volver a ser libre.

Los cubanos fueron convertidos en rebaño dócil a base de engaños, ingenuidad, celos y también violencia. Desde el inicio del secuestro del poder, Castro y su pandilla se esmeraron en reprimir, asesinar, eliminar las garantías judiciales, las leyes, con paredones de fusilamiento, ejecuciones extraoficiales y desapariciones, cárcel, destierros. Sólo unos cuantos años de violencia visible contra los cubanos bastaron para dar una sensación de «normalidad» al sistema comunista y dejar claro que cada vez que a algún cubano se le ocurriera disentir de los amos que se habían apoderado del país la reacción podía ser extrema. Por eso durante mucho tiempo pareció que solo en las prisiones donde los mejores hijos de Cuba ya pasaban largos y terribles años por levantar su voz contra el régimen, era donde se manifiesta mejor la rebeldía y el honor de nuestro pueblo. El resto o la mayoría parecía sobrevivir como pudiera.

A finales de los 70s y sobre todo en los 80s comenzábamos a despertar. No nos hicieron falta teléfonos celulares, internet, cursos internacionales para enterarnos lo que pasaba en el mundo, de lo que pasaba tras la cortina de acero y sobre todo que pasaba dos cuadras arriba de nuestra casa. No necesitábamos tecnología ni expertos que vinieran a explicarnos cómo de mal vivíamos y la fórmula mágica que nos «empodera» para liberarnos.

Yo no he aprendido nada nuevo de quienes, a veces con buena fe, a veces intentando vendernos la moto, nos aconsejan o se preguntan por qué el pueblo cubano no ha sido más activo en el reclamo de sus derechos.

La respuesta es sencilla. Sí, los mejores de entre nosotros resistieron más de media docena de años combatiendo en un muy reducido espacio geográfico, aislados, sin apoyo internacional o traicionados por las potencias, para intentar a un muy alto precio de vidas generosas rescatar la democracia. Fidel Castro implantó la vieja política genocida del general Valeriano Weyler contra los cubanos, desalojando poblaciones enteras y reconcentrados en lugares inhóspitos y aislados para poder acorralar a quienes le combatían. Por 30 años quienes habían sobrevivido a la muerte resistían en las prisiones y también entregaban sus vidas gritando ¡Viva Cristo Rey!, ¡Abajo el comunismo! o ¡Viva Cuba Libre!, en el momento de ser asesinados tras las viejas piedras de las mazmorras coloniales que Castro utilizaba en pleno siglo XX para intentar reducir el espíritu indomable de aquellos hombres que marcaron el camino de resistencia.

La respuesta pasa por recordar que nunca un pueblo y su deseo de libertad fue más traicionado, ignorado por el mundo libre y aún persiste esa política cómplice con la tiranía. Pasa por recordar que sólo un puñado de frailes, sacerdotes, religiosas fueron capaces de ser un ejemplo y formar un puñado de jóvenes coherentes en medio de la Iglesia del Silencio y la recompensa que la jerarquía dio a esos maestros fue el destierro y a tales discípulos el aislamiento. Nuestra Iglesia no es la de Polonia, ni la de Hungría o Checoslovaquia. Mucho menos, ya ni mencionar, las sectas y las fraternidades penetradas por los cuerpos de espionaje, sometidas y a la orden del régimen.

La respuesta está también en la represión a aquellos jóvenes por escuchar música rock, por llevar las greñas largas y vestir con cierta extravagancia no muy escandalosa en comparación con los jóvenes del mundo libre. La represión contra los homosexuales y el silencio vergonzoso de todos aquellos «progres» de Europa, norte y Sudamérica tan  «contestatarios», «espíritus libres», paradójicamente llevando t-shirt de un criminal como Ernesto Guevara o apoyando la piñata sanguinaria Sandinista, las narcoguerrillas colombianas y  el terrorismo anticapitalista.

Conocíamos todo este panorama. Cuando quieres informarte y no ser rebaño solamente tienes que sintonizar una estación o todas las estaciones de radio internacional que quieras aun de manera discreta para evitar represalias. Puedes preguntar, investigar, si quieres estar informado, aunque la información sea poca y difícil de conseguir.

Sí, si hemos resistido luchando por nuestros derechos por más de 60 años, ¡solos!

Quienes preguntan saben la respuesta, estas respuestas. Solo intentan tratarnos como aborígenes que entregamos nuestro oro por un metal pulido donde nos reflejaremos. Saben que no es lo mismo Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, ni lo era Polonia, Hungría, Checoslovaquia o Lituania que Corea del Norte y nosotros nos encargamos de recordarles, no para ilustrarles sino para devolverle su hipócrita y cómoda crítica, que Cuba entre los países sometidos al comunismo es más similar en su modelo represivo al impuesto por la dinastía Kim. Ahí termina el debate y reconocen que no están tratando con advenedizos neófitos en estas lides.

Todo lo sopesamos, intentamos una y otra vez hasta que encontramos la vía para que cada cubano pudiera ver que era posible liberarse y movilizarse en medio de la peor dictadura que ha padecido el hemisferio occidental.

Los resquicios legales estaban ahí, están. La voluntad de ser libres es algo que por muy sometidos que vivamos es innata a todos los hombres, a toda persona humana y los cubanos no somos diferentes a otros pueblos. Es imposible que la masa sea consciente todo el tiempo, pero los individuos saben de su dignidad o la intuyen.

Fuimos casa por casa, amigo tras amigo, familiares tras familiares. Después fuimos a buscar a los amigos de nuestros amigos, las familias de nuestros amigos y ellos una vez libres dieron el paso definitivo, el de la solidaridad convirtiéndose así en gestores y protagonistas de sus vidas y su destino.

Muchas veces el desespero de ajenos expertos nos apuraba a hacernos la fotografía de grupo con otros cubanos de identidad pública opositora cierto respaldo mediático. Lo intentamos, es muy humano cometer errores, equivocarse, el egoísmo y la vanidad. También intentar ser mejores personas. Pero hay cosas que nunca cambian, personas que nunca cambian y mientras nos hacíamos fotografías y anunciábamos pomposas uniones de grupos civiles disidentes y opositores la traición y la incoherencia se mantenían acechantes.

Por eso decidimos volcarnos en el pueblo, acompañar al pueblo para que el pueblo nos acompañara. El pueblo sí sabe lo que quiere, siempre lo sabe, aunque muchas veces el sometimiento le impide dar un paso para buscar la felicidad.

Las firmas en apoyo al referendo se lograron pese a los fatales augures, a la campaña de desinformación sobre el texto y el espíritu del Proyecto Varela, los agentes del régimen que intentaron engañarnos con miles de firmas falsas que inhabilitarían  el proyecto de ley y algo que no podía hacer el «reglamento interno» de la Asamblea Nacional por muy pactado para impedir cualquier intento de reclamo de la soberanía popular por parte de los ciudadanos, pues ni este ni ningún reglamento está  por encima,  técnicamente, de la propia draconiana constitución castrista, como nos reconocieron decenas de abogados que consultamos y sus oficinas durante la campaña de colecta de firmas.

Al régimen no lo asustó que lleváramos el texto del Proyecto Varela y una carta, pidiendo lo publiquen, a todos los periódicos, revistas, estaciones de radio y televisión al servicio del régimen, a pesar de ser pagados por el pueblo, en todo el país, No los asustó que lo lleváramos a todas las asociaciones e instituciones registradas y autorizadas por el castrismo. Tampoco que logramos reunir a la mayor parte de la oposición en Todos Unidos. No les asustaron las 11020 firmas que fueron colectadas, revisadas y presentadas como demanda del referendo.

Lo que les asustó a los tiranos fue que no nos detuvimos en la fotografía, en la anécdota de la mera gestión. Lo que les asustó fue que nos desprendimos de la oposición que ellos habían preparado para boicotearnos y traicionarnos, que no significa crítica porque criticar y no estar de acuerdo con nuestra estrategia es un derecho que respetamos. Les hizo temblar que fundáramos con cientos de los firmantes los Comités Ciudadanos que comenzaban a organizarse para recolectar, verificar las firmas y ser sobre todo una referencia en centenares de pueblos y ciudades de nuestra isla.

A eso sí le cogieron miedo porque cuando una persona, un pueblo se pone en pie, se organiza y actúa coherentemente por su libertad nada lo detiene. Se le podrá ralentizar con la represión, confundir un tiempo, pero tarde o temprano el pueblo encuentra la vía de rescatarse a sí mismo.

La Primavera de Cuba fue todo aquel proceso de liberación del pueblo, de cada ciudadano. Eso debo recordarlo porque algunos parecen olvidarlo. La Primavera de Praga, por ejemplo, se llama al despertar del pueblo checoslovaco en aquellos días de esperanza en que pareció iba a caer el dominio del Partido Comunista o comenzaba a dar pasos en su transformación, no a la manera violenta en que luego los tanques rusos y de sus satélites Este-europeos intentaron impedir las ansias de libertad de los checos y eslovacos.

Incluso la confusión se intentó entronizar al ignorar de forma mediática estos hechos haciendo «viral» , dirían hoy, el nuevo cuño de «Primavera Negra» como olvidando todo el proceso, todo el despertar generado por los Comités Ciudadanos gestores del Proyecto Varela. Se intentó categorizar, con buena o mala fe, a los secuestrados como periodistas bibliotecarios y activistas de los derechos humanos dando poca importancia o nula al hecho que la escalada represiva iba contra el intento de organizar al pueblo en la demanda de sus derechos. Olvidando que incluso muchos periodistas, bibliotecarios y activistas en su mayoría eran gestores de la demanda del referendo y participaban creando, organizando y promoviendo los Comités Ciudadanos. Ahí están Juan Carlos Herrera, Pedro Pablo Álvarez, Roberto Miranda, Omar Rodríguez, Pablo Pacheco, Marcelo Cano, los hermanos Miguel, Guido y Ariel Amaya, Alfredo Felipe, Eduardo Diaz, José Ubaldo Izquierdo, Claro Sánchez y muchos más que se dejaron la piel colectando firmas, creando Comités Ciudadanos. Ahí está la memoria de Orlando Zapata Tamayo de pie en medio de los transeúntes en el parque del Curita repartiendo el texto del Proyecto Varela y explicándolo a todo el que quisiera escucharle. Todos ellos eran miembros de organizaciones, agencias de prensa y bibliotecas independientes que no dudaron un minuto en hacer suya la campaña por el rescate de la soberanía popular junto a Tony Díaz, José Miguel Martínez, Alexis Rodríguez, Jesús Mustafá y tantos miembros del Movimiento Cristiano Liberación con una sola voz, como verdaderos hermanos por amor a Cuba.

El régimen ha intentado tergiversar la historia, así le es más fácil que también perdamos la memoria. Espero que hoy, que está de moda internet, al menos quienes no se enteraron hace 20 años de estos sucesos, teniendo edad y voluntad o no para poder hacerlo, puedan enterarse. Nosotros, cuando solo bastaba un radio de fabricación rusa y la voz discreta e inquieta de muchos buenos cubanos que no querían someterse lo hicimos. Por eso respetamos y admiramos los sacrificios y la generosidad de los héroes y mártires que nos precedieron en este ya largo camino por su libertad.

Regis Iglesias Ramírez es escritor, poeta, ex preso político de la Primavera Negra de Cuba, portavoz del Movimiento Cristiano Liberación. Fue desterrado y reside en Madrid.

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