Revista Algoritmo. “¿A qué iba a Cuba?”. Por: Regis Iglesias Ramirez, portavoz MCL

Entre el 1 y el 15 de enero pasado intenté regresar a mi casa. Intenté viajar a la Habana pero el régimen cubano no reconoció mi derecho a entrar en mi propio país. Un empleado de American Airlines en Miami, al comprobar mi pasaporte y pasaje con su computadora me trasmitió la sentencia, la tiranía cubana había respondido a la aerolínea norteamericana que no me permitieran abordar para regresar a mi país.  -“De Cuba nos informan que usted no puede abordar por tener una prohibición de viajar a Cuba”. Han pasado 9 años y cinco meses desde que fui desterrado a España directamente desde la prisión, luego de siete años y medio de secuestro y una injusta sanción a 18 años por mi compromiso y activismo como portavoz del Movimiento Cristiano Liberación y por ser uno de los gestores del referendo sobre el Proyecto Varela ejerciendo así mi derecho constitucional como ciudadano cubano. ¿Por qué entonces regresar a Cuba?

Porque no sé respirar en esta dulce libertad prestada que me ahoga como la tiranía amarga que nos oprimió dentro de la isla sin que ese yugo paralizara nuestros pasos de hombres libres en pos de nuestros derechos en la tierra que Dios nos obsequió para amarla, cuidarla, vivir y morir por ella. Los hombres no deben vivir sometidos a ningún amo, tampoco errantes sin patria. Regresaría porque no acepto el robo de mis raíces, el destierro de mi esencia. Porque no aceptare jamás que los Cesares me demanden lo que de mi Dios es.

Han pasado 9 años y cinco meses desde que fui desterrado a España directamente desde la prisión, luego de siete años y medio de secuestro y una injusta sanción a 18 años por mi compromiso y activismo como portavoz del Movimiento Cristiano Liberación y por ser uno de los gestores del referendo sobre el Proyecto Varela ejerciendo así mi derecho constitucional como ciudadano cubano.

Iría, buscando la luz de esperanza a la que nos aferramos, la que hará realidad la llegada de la libertad, la justicia y la reconciliación, por la voluntad del pueblo, el día en que todos los cubanos

puedan buscar la felicidad cotidiana para sí y sus hijos en una tierra hoy estéril y arrasada por el fuego de un régimen que nos ha dividido, reprimido e impedido crear riquezas y permitir la prosperidad de los cubanos. Un régimen que quiere mantenernos en harapos y agradecidos de las pobres tiras que cubren nuestra ergüenzas. No iría para sentarme a la mesa de los privilegiados, los desesperados que creen que con las sobras de esos poderes pueden engordar. No iría a participar del espectáculo antipatriótico de los cazadores de recompensas que prefieren también ser favorecidos y gritan con oportunismo que se asfixie a su vecino mientras la casta económico militar mantiene sus privilegios. Esos que aceptan el mal que desde todos los poderes dicta sentencias contra el pueblo y tolera los privilegios de nuestros represores. Esos tienen ya su pago y también el desprecio de sus valedores.

Iría porque necesito reencontrarme, porque mi eco melancólico extraña su voz. Iría porque ese aire fétido y enrarecido por la muerte, la desesperanza, la prostitución de los ideales, tiene que volver a convertirse y ser la brisa limpia que nos renueve el corazón y nos dé confianza en el futuro. No sé qué pasaría esos pocos días que intentaba compartir con los míos su suerte, escuchar y vivir junto a ellos. Los zafios no reconocieron mi derecho inalienable a caminar esas calles donde viven todos mis recuerdos, a peregrinar hasta la casa entre montañas y palmares de Nuestra Madre en su Santuario. No se sabía qué pararía, no podía ni puede asfixiarme la ilógica paralizante de nuestros represores. Simplemente iba, porque lo quiero con toda la fuerza que me queda aún. Soy el cúmulo de mis circunstancias personales, como cada hombre y la vida me ha dado otros deberes a los que entrego mi tiempo y mis esfuerzos también.

Yo iría porque no he podido encontrar por el mundo los ojos de Cuba, la piel y los labios de Cuba, su sonrisa y su timbre.

Iria porque tengo que abrir esa puerta y dejarla abierta para todos como un derecho, pero esta vez me negó el poder entrar libremente a mi patria, como hasta ahora a tantos cubanos, una vez más no significa nada el discurso burlesco de los traficantes de esperanza. No pueden negar la estafa y la represión como castigo que debe terminar para que se inicie el retorno de todos los hijos de Cuba a servirla y cuidarla. Yo iría porque no he podido encontrar por el mundo los ojos de Cuba, la piel y los labios de Cuba, su sonrisa y su timbre. El amor a esa playa me cautiva y rinde dulcemente pese a la esquiva altivez de sus olas, será mi Troya definitiva un día. Voy a regresar algún día al abrazo de mi familia, a la mano sincera de mis amigos que aun allí ríen, no por resignación sino porque no les ha derrotado el odio y el camelo que nos quieren vender.

Iba por quienes no pudieron regresar, quienes no pueden, iba para abrazar a quienes compartieron celdas conmigo, a quienes arriesgan su tranquilidad para que nunca más un cubano sea atropellado por otro cubano. Iba por mis amigos, mi familia, mis hijas, que conmigo partieron al destierro triste, por mi nieto que nació en tierra lejana porque allí era imposible vivir sin libertad. Iba para poder abrazar libre en mi casa a mis padres y a los queridos espíritus que me acompañan siempre No iba a “ver a la caterva que florece sobre nuestra angustia, como las mariposas negras y amarillas que nacen del estiércol de los caminos”. No iba a “ver al burócrata insolente que pasea su lujo, su carruaje, su dama, ante el pensador augusto que va a pie a su lado, sin tener de seguro dónde buscar en su propia tierra el pan para su casa”. Iba porque detesto “el bochorno a que someten a los ilustres, el desamparo a los honrados, la complicidad vergonzosa del talento, ver en compañía impura a las mujeres, sin los frutos de su suelo al campesino, que tiene que ceder al sistema opresivo hasta el cultivo de sus propias cañas” y quiero acompañar a los buenos que trabajan en medio de mucha desventaja por el cambio real que traiga la libertad y la prosperidad a todos los cubanos.

Intente ir a Cuba, volvía porque es allí donde doblaré mis rodillas ante las reliquias veneradas de mis mártires, el sueño sagrado de mis muertos, dónde de pie caminaré junto a los sobrevivientes y su esperanza, volvería porque necesito reencontrar mi vida. Iba porque no me ha derrotado la distancia, el terror, las traiciones, el odio, la desesperanza, la comodidad. Porque si de ti, Cuba mía, de tu libertad y de todos los que han dado sus generosas vidas por ti, no me acordare, si no te enalteciera y me importara tu felicidad por, sobre todo, entonces se pegue mi lengua a mi paladar si no intentara amarte y servirte, Cuba.

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