Mi padre y mi hermano Por Regis Iglesias, Portavoz del Movimiento Cristiano Liberación. (Tomado de Libertad Digital)

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Han pasado cuatro años desde aquel fatídico domingo 22 de julio cuando el teléfono me anunciaba la tragedia y me toco, incrédulo de lo que estaba sucediendo, averiguar  desde Madrid que había sucedido en realidad en la isla con nuestros amigos.

Los peores augures se hacían realidad, una realidad aplastante, dura, triste que desde entonces nos provoca dolor, lagrimas, impotencia,  enojo  pero más compromiso con nuestra causa por la libertad de Cuba y con la memoria de nuestros mártires.

España prefirió mantener el status quo con el régimen y que sus intereses comerciales no se vieran afectados en medio de la peor crisis económica de su historia reciente. No nos engañemos, cualquier partido español de la tendencia que fuera hubiera actuado igual si desde el poder tuviera la responsabilidad de tomar graves decisiones en un momento como ese.  La política real es una puta. Aunque desde diferentes trincheras ideológicas, exceptuando las comunistas se alzaron voces demandando una investigación de los hechos.

Estados Unidos luego de alguna que otra declaración tibia para guardar las formas  e interpretar su papel de aliado de los demócratas cubanos decidió que era mejor reanudar relaciones diplomáticas con los asesinos de Oswaldo, Harold y miles de cubanos más en este más de medio siglo de tiranía en la isla.

El exilio militante pareció reconocer la piedra que muchos habían desechado. Pero ni incluso así los nombres de Oswaldo y Harold fueron grabados en el monumento a las víctimas del totalitarismo comunista en Cuba que fue develado en Miami  hace un par de años. Ninguna calle de Hialeah recuerda a los dos cubanos asesinados por  la mafia que somete a nuestro pueblo.

Lo más vergonzoso ha sido la actitud de algunos que se apresuraron desde una identidad de “opositores” dentro de la isla en asegurar que Oswaldo y Harold no habían sido víctimas de un atentado sino de un accidente, incluso algunos afirmaron que no intencional o en todo caso afirmaron que la presunción de inocencia había que dársela al régimen.  Poco tiempo después esa actitud ha sido premiada con permisos para salir y entrar al país temporalmente, permitir generosas donaciones de instituciones “del enemigo imperialista” y dorarnos la píldora del cambio fraude.

Lo más vergonzoso ha sido esas vestiduras rasgadas por las que la vanidad y el oportunismo que con hilos bien atados mueven los servicios de inteligencia represiva del régimen y delatan en ciertos círculos el  mas premeditado y miserable intento de secuestrar la memoria de un Oswaldo y un Harold que pese a morar entre algunos no llegaron a conocerle  en realidad.

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Los intentos por destruir el Movimiento Cristiano Liberación han sido brutales por parte del régimen y no han escatimado recursos, no han faltado tontos vanidosos pero útiles, celosos, miserables y oportunistas para lograr tal empeño. Sin embargo el Movimiento Cristiano Liberación que construimos sobre principios sólidos y coherentes pronto cumplirá 28 años de servicio a los cubanos, a Cuba. Respira, pero también crece, camina y resiste el temporal.

Muchas veces en todos estos años los cuerpos represivos de la oligarquía familiar que manda en la isla han intentado destruirnos. Porque el MCL ha ido a la raíz del problema, la falta de soberanía popular,  poniendo en manos de los ciudadanos iniciativas capaces de retar al régimen en el propio terreno de su “legitimidad”.

Por eso decenas de miles de cubanos han apoyado y demandado sus derechos a partir de iniciativas como el referendo sobre el Proyecto Varela, la Ley de Reencuentro Nacional, El Camino del Pueblo.

Por eso una vez más el MCL hace apenas unas semanas propuso a la Asamblea Nacional se garantizaran derechos imprescindibles  en una hipotética nueva ley electoral, de la que se habla sotto voce se aprobaría en poco tiempo, para que en la misma fueran incluidos y garantizados derechos que permitieran en 2018 la participación libre de todos los cubanos en unos anunciados comicios que supuestamente marcarían el retiro del General Raúl Castro, heredero en el poder de su hermano, y supuestamente una nueva etapa en nuestra historia.

Nuestra posición ya está fijada en ese documento presentado al Parlamento  del régimen, Un Cubano, Un Voto y dependerá de los actuales legisladores en la isla dar el paso que les libere. De ser así estamos en disposición de participar en tales comicios y ganar para el pueblo la libertad. De ser ignorada esta propuesta el Movimiento Cristiano Liberación se abstendrá de participar del cambio fraude, no así de continuar sus esfuerzos por rescatar la soberanía popular.

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Hace un tiempo me recordaba Efrén Fernández, ex prisionero político que fungía antes de nuestra detención como Secretario del Coordinador Nacional del Movimiento Cristiano Liberación, actualmente exiliado en Portland, Estados Unidos, un incidente del que pudimos ser victimas Oswaldo y yo.

Hacíamos un recuento de las veces que recordábamos los cuerpos represivos habían atentado contra la vida de nuestro querido amigo y líder como aquellas varias que automóviles conducidos por esbirros de la tiranía se encimaban peligrosamente sobre Oswaldo mientras conducía su bicicleta por las calles de la Habana, las veces, una de ellas junto a Ernesto Martini, miembro del Consejo Coordinador del MCL, que estuvo a punto de volcar su vieja furgoneta VW a la que le habían aflojado los clanes de las ruedas con la intención de provocarle un “accidente” o la última advertencia que él ignoró un mes antes del atentado fatídico de julio cuando un automóvil conducido por un militar del régimen le embistió logrando volcarle mientras viajaba junto a su esposa. Aquella vez tampoco hubo que lamentar un desenlace fatal aunque el agresor incluso se persono en la habitación donde estaba ingresado Oswaldo luego de incidente para intentar amedrentarle con un arma que portaba de manera visible. Oswaldo le hizo una mueca tranquilo al miserable…

Yo no recordaba en ese momento una anécdota que Efrén me trajo de vuelta. Aquella noche en que Oswaldo ya tarde iba a trasladarse en su desvencijada furgo a casa de su hermano Alejandro que vivía relativamente cerca y tenía un patio espacioso donde Oswaldo por precaución guardaba la VW todas las noches. Yo ya regresaba a mi casa y tomaría en la vía Blanca, una de las arterias principales de la ciudad el autobús que me llevaría a mi hogar como todas las noches, así que acompañaría a Oswaldo y luego nos despediríamos en la parada del autobús cercana.

Cuando salimos en la furgo nos percatamos que otra furgoneta moderna Mercedes Benz nos seguía. Así fue durante una buena parte del trayecto hasta que la perdimos de vista.

Ya subíamos por la calle Primelles y vimos a lo lejos que la Mercedes Benz esperaba con las luces apagadas justo en la esquina de la cuadra que debíamos tomar para llegar a casa de Alejandro.  Cuando Oswaldo iba a comenzar la maniobra para doblar, la furgo de los agentes de la policía política encendió las luces y se puso en marcha en dirección a nosotros con peligrosa osadía. La defensa frontal quedo a unos escasos diez centímetros de mi puerta.  Hago el cálculo porque pude ver claramente el mínimo espacio entre un vehículo y otro desde mi ventana y en la noche el rostro de los dos  miserables que intentaron amedrentarnos. Si no hubieran sido unos profesionales definitivamente nos hubieran impactado poniendo nuestras vidas en peligro. Les pude hacer con los dedos de mi mano derecha la L, señal que identifica al Movimiento Cristiano Liberación. Su respuesta fue inmediatos saludos para mi madre, algo que actualmente no pierden costumbre hacer ellos ahora por las redes sociales.

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Yo no pude acompañar a Oswaldo ese día como siempre hacia en sus viajes por Cuba, como también le acompañaba Tony Díaz y luego Ernesto Martini. No podre dejar de pensar en esto el resto de mis días de exiliado, el resto de mi vida ya sea en el destierro o en la isla. Pero cuando regrese y algún día regresare a mi país de esto estoy seguro por más que un régimen despótico y criminal me niegue ese derecho como le han transmitido al Ministerio de Relaciones Exteriores español en varias oportunidades que han intercedido para concretar mi vuelta a Cuba, viajare hasta ese lugar, mis pasos andarán sobre esas huellas en el camino, sobre mis propias y ya tenues huellas en el suelo de mi patria.

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Y allí, solo allí me arrodillaré sin odio pero sin miedo a los criminales, frente al espíritu libre y generoso de mi padre Oswaldo y de mi hermano Harold.  “He regresado, aquí  estoy….”, les diré

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