Cuba es la moda. No, no Cuba, Cuba somos más de 11 millones de personas sin derechos que parecen olvidadas por el mundo libre, por esas naciones con una larga tradición democrática e incluso por aquellas que luego de muchos sacrificios y mucha solidaridad y acompañamiento internacional lograron alcanzar para sus pueblos los derechos hace apenas dos décadas.
Lo que está de moda es que las celebrities ociosas con más dinero que talento, los aspirantes a una santidad mediática que dando la espalda a las víctimas toman café con el victimario, los beodos iconos musicales de una generación que padeció persecución, segregación, cárcel y hasta la muerte por escuchar de manera semi clandestina sus éxitos en discos entrados a la isla de contrabando o en estaciones musicales del sur de la Florida que eventualmente llegaban con su señal a nuestras costas, los mercaderes ansiosos de fácil ganancia, no importa que el éxito de sus jugosos negocios se deba a una mano de obra esclava a la que le es prohibitivo sindicalizarse o contratarse directamente sin la mediación de un régimen militar-empresarial que se lleva el 95% de su salario y solo paga el equivalente de 25 dólares mensuales a los “privilegiados” cubanos que pueden trabajar para alguna firma extranjera. Eso es lo que está de moda, que vayan a nuestra isla, la isla en la que por muchas décadas leer revistas del corazón, escuchar rock, ser homosexual o practicar alguna religión era poco más que un pecado mortal que debía ser purgado en campos de concentración, la isla donde sus ciudadanos no tienen derechos y son segregados de las oportunidades de negocios solo por ser precisamente cubanos.
Cuba está de moda para políticos vanidosos que quieren hacerse la foto con los últimos dinosaurios sobre la tierra. Por eso van a Cuba y pasan horas escuchando la muy afiebrada versión oficial de cómo por culpa de una democracia, la mayor y más antigua del mundo, tuvieron que convertir los saurio-comandantes toda una nación en un campamento que en medio del mar, rodeado de alambradas con misiles nucleares apuntando al corazón de América, esa misma América que al igual que hace con cada tendencia de moda que adopta, ahora vende al mundo su equivocada política respecto a la dictadura más longeva del hemisferio occidental.
La época en que los deportistas eran tildados de traidores, porque prefirieron ganar millones en los circuitos profesionales de Estados Unidos, quedó atrás solo con un par de declaraciones para la TV norteamericana de algún que otro mandamás de la oligarquía y ahora pueden regresar y, por supuesto, llevar dólares a sus antiguos jueces para que continúen condenando, encarcelando, desterrando y asesinando a personas que solo disienten, que solo quieren vivir en un país, su país, con libertad para expresarse, para asociarse, para tener sus propios negocios, para elegir y ser elegidos, para entrar y salir libremente de su propio país o residir en cualquier punto de la geografía de ese archipiélago llamado Cuba.
Pero en nuestra isla no ha cambiado nada, ni por el actual camino cambiará nada aunque incluso desde Washington nos quieran vender eso.
El régimen cubano solo se recicla a sí mismo. Da continuidad la oligarquía vieja a la nueva oligarquía que son sus vástagos, los herederos de la junta económica militar, los artífices del cambio fraude, como denunció antes de ser asesinado Oswaldo Payá.
Cuba no está cambiando ni cambiará con más inversión extranjera porque los capitalistas del mundo irán allí, a competir entre sí mismos, no con los cubanos a los que no se les permite tener la posibilidad de fomentar algún importante negocio. Aceptarán las condiciones de explotación y segregación política que a los empleados autorizados imponga el régimen. En todo caso, Liu Xiaobo continúa siendo un rehén de Pekín, los tibetanos ocupados por China y millones de personas mueren de hambre fuera de los grandes polos económicos fomentados por el partido comunista chino a pesar de que la nación asiática tiene trato de nación más favorecida en su comercio con Estados Unidos. ¿Eso es lo que nos quieren vender a nosotros los cubanos? No, gracias.
Cuba no está cambiando ni cambiará porque Ozzy Osbourne y los Rolling Stones la visiten o den algún concierto, porque Rihanna pose desnuda en una habitación con estética de prostíbulo cincuentero, Beyonce se contonee fumando habanos por El Vedado o Marc Antony simule andar de fiesta en una ficticia Habana Vieja. No está cambiando ni cambiará porque los New York Yankees, los Bravos de Atlanta o los Tampa Devil Rays vayan a entrenar en la isla. Ni siquiera porque Don King vaya a contratar boxeadores o la saga deFast and Furious se intente filmar en las maltrechas carreteras de la isla.
Cuba cambiará y estará de moda cuando finalmente los cubanos decididos hayan reclamado, como ya lo han hecho legalmente más de 25,000 ciudadanos, su derecho a pensar y actuar libremente, asociarse para formar empresas económicas que les permitan prosperar, cuando puedan elegir su propio gobierno y formar parte del mismo. Pero aun hoy eso no es posible en la isla detenida en el tiempo. Aun hoy esto es pasado por alto por todos aquellos que nos miran y solo ven una isla de playas paradisíacas, un museo añejo donde cualquier Marlon Brando tocaba bongoes y tenía sexo con cuanto nativo y nativa estaba a su alcance, según recuerdan los más viejos.
Pero eso no es Cuba, no es la Cuba que queremos.
Nuestra libertad es solo responsabilidad nuestra y por eso vamos a continuar trabajando. Otros Estados y personas sean quienes se definan si están a favor de apoyar nuestro derecho a los derechos o sus intereses y los de una tiranía.
Portavoz del Movimiento Cristiano Liberación.