La izquierda española no solo tiene vínculos ideológicos con regímenes dictatoriales como el de los hermanos Castro en Cuba. Ni cortos ni perezosos, los socialistas han sabido hacerse un lugar en los negocios con una mafia que despoja a la población cubana de sus derechos fundamentales y del capitalismo que en los anos 50 dio la oportunidad de tener un empresariado nacional próspero y exitoso, incluso comparado con el de la España de aquel entonces.
Los socialistas españoles son tan franquistas en su interpretación de aquel “con Cuba no romper” del Caudillo que se han asegurado un lugar bajo el sol de las rápidas ganancias en la tierra sin oportunidades para los cubanos, que deben, como en el siglo XIX, servir a los nuevos colonialistas, herederos del liberal, pero genocida, Valeriano Weyler.
El lobby que ofrece Miguel Ángel Moratinos a los empresarios españoles desde su International Consulting Partnership (ICP), que presume de vínculos en países con “democracias frágiles” como Kazajistán, Uzbekistán, Azerbaiyán, Senegal, Ghana, Guinea Ecuatorial, Angola, China o Rusia, se aseguró ya el pasado año ingresos de 808.509,75 euros. Lo de “democracias frágiles” es solo un eufemismo para no llamar a las cosas por su nombre y que la conciencia de los heraldos de la libertad y la justicia social no sufra mucho por tratar con dictaduras puras y muy duras. El administrador de la ICP de Moratinos en Cuba curiosamente es el representante de otra de las empresas del exministro socialista de Exteriores, Lindmed Trade SL, vaya si les gusta lo de los nombrecitos en inglés, la lengua de los imperialistas, que se dedica a la venta de material médico en la Isla. Por cierto, la vieja novedad de las medidas aperturistas del régimen es negar a los médicos cubanos la posibilidad de salir del país.
Lo preocupante para los españoles no es que sus empresas tengan ganancias en esos rincones oscuros del mundo; lo alarmante para cualquier hijo de vecino español es que esas empresas del exministro Moratinos sean financiadas en parte con fondos de Casa Mediterraneo, o sea, del Ministerio de Exteriores español, lo cual sería servirse de fondos públicos, según la prensa española ha denunciado.
Para nosotros los cubanos, el problema está en que no podemos, en nuestro propio país, formar empresas comerciales, tener negocios que nos permitan prosperar, mientras cualquier empresario extranjero, socialista, conservador o liberal, amigo del régimen puede hacerlo, teniendo a su disposición la mano baratísima y sin derechos laborales de los cubanos que malviven en la Isla.
También el guineano Renage-MLC y su líder, Daniel Oyono, han denunciado durante años los negocios que el exministro Bono y otras figuras españolas de la más variopinta procedencia ideológica tendrían con el general Obiang, pero nadie escucha. Tampoco escuchará nadie ahora que, una vez más, se hacen públicos los negocios de una parte de esa clase política española con el régimen del general Raúl Castro.
Los intereses bastardos de un empresariado al que le importan más sus pingües dividendos que los derechos de los cubanos, los guineanos, los kazajos, los chinos o los angoleños es lo que importa.
No es el mundo que se negaba a hacer negocios con la segregacionista Sudáfrica. Ningún artista hoy parece ofenderse en ir a tocar a La Habana, la Sun City tropical, aunque también los cubanos somos segregados, despojados de nuestros derechos, por esos gánsters con quienes empresarios como el señor Moratinos hacen negocios.
Regis Iglesias es portavoz del Movimiento Cristiano de Liberación, organización que lideraba Oswaldo Payá.