Cuba, un año después del inicio del deshielo

carlos paya

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El representante en España del Movimiento Cristiano de Liberación (MCL), Carlos Alberto Payá (hermano de Oswaldo Payá, el líder opositor que falleció en julio de 2012 en extrañas circunstancias), denuncia que “la represión continúa, cada vez más capilarizada”

El próximo 17 de diciembre se cumple un año del anuncio simultáneo por parte de Barack Obama y Raúl Castro del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba. El año que termina ha estado lleno de hitos históricos para el país caribeño: la reapertura de embajadas, la visita del Papa, el encuentro de Obama y Castro en la sede de la ONU…, una serie de acontecimientos en los que la Iglesia ha tenido un papel discreto pero decisivo.

Sucedió de repente. Washington y La Habana abandonaron durante unos minutos su retórica habitual y, en sendos mensajes televisivos emitidos de forma simultánea, Barack Obama y Raúl Castro anunciaron el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos estados, tras más de medio siglo de antagonismo. El pueblo cubano, habituado a recurrir cada día al ingenio para sobrevivir en un país en el que todo escasea, de pronto empezó a soñar con una inminente lluvia de inversiones procedentes del gigante norteamericano. Del ¡Yankee go home!’ se pasó al ¡Yankee welcome!’”

Ocho meses después de aquel anuncio, el 14 de agosto, la apertura oficial de las embajadas certificaba la irreversibilidad de un proceso al que ambos países llegaron por propia necesidad, como indica a Servimedia el investigador de América Latina del Real Instituto Elcano, Carlos Malamud: “La evolución de algunos conflictos globales llevó a EEUU a pensar que solucionar otros litigios en su área de interés inmediato era importante, mientras que, para el lado cubano, el declive de Venezula por el descenso de los precios del petróleo fue un estímulo importante para avanzar en la negociación”.

En todo este proceso ha tenido mucha importancia el impulso dado por la Iglesia Católica, con el Papa Francisco como actor principal, algo que le han reconocido y agradecido públicamente Obama y Castro. También lo confirma a Servimedia el secretario ejecutivo de la Conferencia Episcopal Cubana, José Félix Pérez Riera, cuando responde que el papel de Francisco “ciertamente ha sido muy importante, y con el del Papa, el de toda la Santa Sede, la Secretaría de Estado vaticana, etc. Por lo que vamos sabiendo, se ve que fue un buen trabajo, y un trabajo lento, de más de un año”.

Por su parte, la responsable de Comunicación de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), Raquel Martín, quien ha visitado la isla en dos ocasiones este año resalta: “Tanto creyentes como no creyentes han reconocido en la figura del Papa Francisco el constructor del puente entre Cuba y EEUU, su labor ha sido esencial para la normalización de las relaciones”.

La legitimidad de la Iglesia para acercar posiciones no responde tanto al poder o la influencia que pueda tener sobre la sociedad cubana sino, sobre todo, se basa en un prestigio que se ha ganado a pulso durante años por su labor discreta y generosa en medio de la gente. “Hablando el lenguaje del Evangelio -no puede ser otro-, la Iglesia ofrece una voz diferente a las habituales, que están muy ideologizadas”, señala el secretario de la Conferencia Episcopal Cubana.

Pérez Riera prosigue: “Un aspecto importante que tiene mucho peso para el pueblo es que la Iglesia se presenta como promotora y garante de valores éticos, con un discurso y unos argumentos que son los que vienen del Señor”. Para este sacerdote, en Cuba hay “una credibilidad y simpatía crecientes por la Iglesia”.

La portavoz de AIN subraya que la Iglesia Católica se erige en medio de los cubanos como una institución muy valorada, una especie de baluarte frente a la ideología y la corrupción. “La Iglesia empieza a ser un actor social tenido muy en cuenta. El tiempo ha ganado a su favor, su trabajo por los más desfavorecidos y los pobres, al servicio siempre de la sociedad cubana, le ha dado un gran prestigio. Es un camino lento, pero la Iglesia va saliendo de las sacristías para expresarse en la plaza pública, ante todos”.

Ha pasado un año desde el famoso 17 de diciembre que colocó a Cuba en las portadas de toda la prensa internacional y, en este tiempo, aunque hayamos visto fotografías históricas (por ejemplo, ese apretón de manos entre Obama y Raúl Castro, en el marco de la VII Cumbre de las Américas), el maná que deseaban tantos cubanos no se ha producido.

Lo comenta el secretario de la Conferencia Episcopal Cubana: “Hay muchas expectativas y algunas me parecen poco fundadas, porque hay quienes piensan que va a haber cambios en muy corto espacio de tiempo, que van a favorecer a la economía y al bolsillo de la gente de a pie, que van a poder acceder mejor a los bienes de consumo y que mejorarán la calidad de vida pero han pasado ya 12 meses y no ha ocurrido nada sustantivo si hablamos de la gente normal que tiene que contar sus centavos para ver si le alcanza para llegar a fin de mes”.

A lo largo de este año, se ha producido una cierta flexibilización en la política migratoria pero dentro de la isla no se han registrado avances significativos en el respeto a los derechos humanos. Consultado por Servimedia, el representante en España del Movimiento Cristiano de Liberación (MCL), Carlos Alberto Payá (hermano de Oswaldo Payá, el líder opositor que falleció en julio de 2012 en extrañas circunstancias), denuncia que “la represión continúa, cada vez más capilarizada”. Pone como ejemplo que, coincidiendo con la visita del Papa Francisco, fue detenida “toda la oposición, para que no acudiera a la Misa en la Plaza de la Revolución de La Habana”. Según Payá, “sigue habiendo presos de conciencia y muchas personas no pueden salir a hacer nada porque están reprimidas y retenidas en sus propias casas”.

Este portavoz del MCL se muestra muy escéptipo con respecto al proceso de diálogo iniciado con el Gobierno estadounidense: “El régimen cubano ha sido siempre especialista en encontrar un asidero, una tabla de salvación para continuar medrando en el poder a base de la ineficacia. Encontró esa tabla salvadora en la Unión Soviética, después enVenezuela, lo intentó con la UE y ahora pretende hacerlo con EEUU. Pero mientras, en Cuba, no se dan pasos reales hacia una verdadera democracia, no se permita la libertad de expresión, de asociación…”

Temores y esperanzas

Incluso los más optimistas piden cautela ante el periodo que se abre ahora. Es el caso de Carlos Malamud que cree que “el futuro es complicado” porque ambas partes difieren sobre “dónde se debe poner el énfasis a la hora de liberalizar la sociedad y la economía cubanas: para el Gobierno de Cuba lo importante es la liberalización económica y para el Gobierno de EEUU tiene mayor importancia la liberalización política”.
De ahí que uno de los temores más fundados y extendidos respecto al futuro de Cuba sea que los cambios económicos no se acompañen de cambios políticos y que lo que se termine implantando sea un capitalismo selectivo que solo beneficie a las élites con la complicidad del Gobierno. “Siempre el gran temor es que se conjugue lo peor de cada sistema, que nos invada el capitalismo asfixiante que el Papa Francisco tanto critica y que, por otro lado, se mantenga la rigidez ideológica y que se establezca una amalgama extraña y perjudicial que no beneficie a las libertades individuales y en la que se someta todo al dios dinero”, reflexiona el secretario del Episcopado cubano.

Es algo que ha sucedido en China y en otros países comunistas de Asia. El investigador del Real Instituto Elcano cree, sin embargo, que el modelo chino no podría replicarse en el país caribeño: “La diferencia es que China es un mercado de cientos de millones de personas y Cuba es una economía muy modesta. El modelo chino e incluso el vietnamita se basan en buena medida en el éxito económico que permite que las libertades políticas puedan ser postergadas, pero, en el caso cubano, esto no va a ser así”.

El camino del deshielo será lento y dificultoso y se verá muy condicionado por el devenir de los aconteciemientos en Venezuela, donde el régimen bolivariano, ahora derrotado en las urnas, ha sido el gran soporte exterior del gobierno cubano en los últimos 17 años. También serán cruciales el resultado de las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos y el relevo en el régimen cubano previsto para 2018, año en que Raúl Castro se retirará, según él mismo ha anunciado.

Pero ante todo el protagonista de los cambios deberá ser el propio pueblo cubano, un pueblo alegre y creativo que, a pesar de décadas de sufrimientos, no se ha cansado nunca de soñar un futuro mejor.

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