Esa isla es su país. Allí nació y creció mi amigo, tambien todos nosotros. Allí están enterrados nuestros abuelos .Allí morirán nuestros padres, eso simplemente ayuda a esclarecer algo las cosas.
Es por ello que la mayoría de los cubanos se han ido; porque quieren tener una vida normal, porque quieren que sus mayores en la isla pasen, con la ayuda del sacrificio de sus remesas exiliadas o emigrantes, los últimos años un poquito mejor; porque desde afuera los podrán ayudarles, con los dólares que ganen trabajando, a vivir más dignamente la vejez.
Las razones y argumentos de mi amigo son muy simples, primarias, es decir, vitales.
Se va , porque quiere vivir mejor , ganar dinero, tener una casa propia ,comer y beber lo que se le antoja, comprarse un coche , vestirse a la moda, viajar sin trabas por el mundo, ofrecerle una vida cómoda y feliz a sus hijos. Y esto no quiere decir como afirman los gobernantes cubanos, que dichas razones sean “exclusivamente económicas”.
Él se va también porque le gustaría leer varios periódicos en la mañana, ver distintos noticieros de televisión por las tardes , elegir entre diferentes programas de gobierno, asociarse, asociarse a la organización civil que mejor lo represente, vivir la competencia política, respetuosa y optativa, que ofrecen las democracias. Se va porque ya no soporta el tedio del presente ni la incertidumbre del futuro. Se va, en fin, porque está dispuesto a arriesgar la vida y pasar el susto de la travesía con tal de vivir con menos miedo, menos hambre, y ser un poco más libre.
Así navegará, navegaremos, con la ilusión de un regreso cercano, con la fantasía de quien abandona la isla por muy poco tiempo.
Ya en alta mar después que La Habana se le vuelva invisible, él comprenderá que el destierro es un abandono de sí y para siempre.