El miedo puede ser nuestro amigo. Por: Manuel Robles Villamarín (MCL)

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El miedo es un sentimiento que siempre está presente en nuestra vida. En muchas ocasiones es nuestro enemigo, pero en otras es nuestro amigo.

El miedo es nuestro enemigo cuando permitimos que nos controle, cuando dejamos que violente nuestra libertad; pues si le damos paso a esto, entonces dejamos de ser nosotros mismo, perdemos nuestra esencia, nuestra identidad, motivo por el cual comenzamos a comportarnos de una manera que no queremos, hacemos cosas a las que quizás no aspirábamos hacer.

El miedo es nuestro amigo siempre que nosotros lo queramos: este sentimiento nos va a  alertar en muchas situaciones del peligro, nos va a proponer por “excesivo amor a nosotros” que no hagamos “esto o aquello”, que no nos comprometamos para “evitar las complicaciones”. Eso también lo hacen las personas que nos quieren, desean que no tengamos líos, y para ello creen que lo “prudente” es quedarse callado, no tomar determinadas posturas, etcétera.

Sin querer, muchas veces quienes nos aman nos hacen daño con su mala concepción de la prudencia. Lo mismo hace el miedo y es cuando entra en juego nuestra libertad, basada en decir sí a lo que produce en nosotros la verdadera felicidad y no a lo que nos deja vacíos.

Decir sí a una causa justa es sentir libertad. Decir no al compromiso, no preocuparse de lo que afecta al prójimo no es ser libre, pues con ese modo de actuar permitimos que el miedo nos domine, nos hacemos esclavos de un sentimiento.

Un excelente amigo en una de esas conversaciones que me encantan tener con ellos, me preguntó: ¿Qué tú haces con el miedo? Le respondí: Vivo confiado de que Dios y la Virgen me cuidan como un padre y una madre cuidan a su bebé. ¡He hecho que el miedo sea mi amigo!

Seamos los protagonistas de nuestra vida, que es lo mismo que decir: ¡Seamos libres! Entonces, ¡llegará la felicidad

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