Infamia en Madrid: fingiendo que Oswaldo Payá sólo tuvo mala suerte. Por Maria Benjumea (tomado de Cubanet)

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El Palacio de Linares de Madrid – sede de Casa de América, donde Yoani Sánchez dio una brillante conferencia el pasado abril-albergaba un fantasma: Raimundita, la hija del incesto de los marqueses, a quien ellos mismos, al parecer, asesinaron, se hacía escuchar llamando sin cesar a sus padres. http://www.cubanet.org/?p=44950

Berlanga rodó allí Patrimonio Nacional, parte de su trilogía en forma de esperpento sobre la Transición, donde una marquesa franquista e inmoral litiga con su antiguo marido, republicano pero igualmente inmoral. Una familia disfuncional en un ruinoso palacio, símbolo de la caída del Régimen.  El neobarroco palacio fue restaurado en todo su esplendor, pero la obra de Berlanga sigue reflejando lo que somos: una democracia disfuncional, porque sus élites a la izquierda y a la derecha son profundamente inmorales, y guardamos demasiados fantasmas en el armario.

Entre ellos, el ministro de Exteriores García-Margallo representa la voluntad de negar la evidencia y encubrir el doble crimen del Estado castrista que logró la desaparición del líder más longevo, influyente y honesto que haya dado la oposición cubana, Oswaldo Payá, a los 60 años, y de su mano derecha, Harold Cepero, a los 31. Como dijo Rosa María Payá en una entrevista a Lilianne Ruíz para Cubanet, el esclarecimiento de este doble crimen no es sólo una exigencia familiar, sino un modo en que el régimen pudiera ser sancionado jurídicamente, y así detener la rueda de la impunidad contra muchos otros opositores.

Margallo ha impuesto el silencio entre los pusilánimes, traidores e interesados de su partido, entre los cubanos cercanos al PP madrileño que dependen de subvenciones públicas para sus proyectos y ONGs, y entre los Gobiernos del Consejo de la UE con su canciller, Lady Ashton, embarcados en oscuras maniobras con el régimen para normalizar relaciones e impulsar negocios, antes de que lleguen los americanos. Madrid es un erial para la causa cubana, pero debo señalar que la Fundación Hispano Cubana es una excepción, pues cedió su pequeña sede para que Rosa María pudiera dar su rueda de prensa y revelar parte de lo que le confió Angel Carromero:”No hubo ningún accidente”. La Fundación depende de una subvención de la Comunidad de Madrid, pero ello no le ha llevado a traicionar a la familia Payá, como sí ha sido el caso de otros personajes cuyas actividades veo reflejadas en la prensa del exilio y tratados como firmes opositores (y opositoras) a Castro.

En algo de esto pensaba mientras veía en You Tube la conferencia de Yoani en el Palacio de Linares, con Vargas Llosa, el Dr. Guedes (presidente de la Asociación de Iberoamericanos por la Libertad, AIL,y organizador del acto) y el escritor cubano Armas Marcelo; un público selecto y educado que no hizo preguntas peligrosas o, si las hizo, el Dr. Guedes no seleccionó el cartoncito desde su mesa. Yoani habló durante una hora con sus habituales cercanía, brillantez y amenidad, y relató infinidad de cosas, pero el alma de Oswaldo Payá la sentí llamar en ese palacio embrujado. Yoani habló del emotivo, impresionante y concurrido funeral, de la importancia de su obra, pero un extraño habría pensado que todo fue un fatal accidente por culpa de un alocado joven en intransitables carreteras cubanas.

¡Ay, Vargas Llosa! ¡Ay, Yoani!  En Madrid y sin el menor interés de llamar a Carromero. ¿Quiénes dieron la orden de callar a todo el mundo, de montar un relato incompleto y nunca vuelto a rememorar sobre el arresto en Bayamo el 22 de julio de la enviada de El País al juicio contra Carromero? Orden de callar en Cuba, en Madrid, en Suecia, en Bruselas, en Estrasburgo, ¿en Polonia, Walesa?

Si Vargas Llosa hubiera utilizado su tribuna dominical en El País para denunciar el contubernio cubano-español, o Raúl Rivero sus dos espacios en El Mundo, o Carlos Alberto Montaner su influyente web para algo más que un rutinario alegato contra la dictadura, Margallo y su equipo de mudos quizá no habrían sido tan fríos con Rosa María en España, recibida a última hora en un despacho y nunca en el Congreso, como sí lo han sido otros opositores y personalidades. Y sin embargo, para cualquier periodista con aspiraciones, y Yoani también las tiene, este caso podría ser la vía para emparedar a la dictadura, un clamor dentro y fuera de Cuba. Ni la oposición ni el exilio está haciendo lo bastante para que prospere una demanda ante la Audiencia Nacional por dos muertes en extrañas circunstancias en una dictadura, una de ellas de un ciudadano con nacionalidad española. Ni Amnistía Internacional ha apoyado a la familia, despachando las muertes como meros accidentes. A los que han ayudado y apoyado los hemos visto. ¿Ya todo pasó?

Pocos fuera de España conocen a la diputada de UPyD Irene Lozano, cuya interpelación al ministro Margallo en el Congreso fue tan incisiva y atinada que provocó que el ministro la responsabilizara de un hipotético fracaso para liberar a otros presos españoles en Cuba. Su artículo Hagan que no parezca un accidente es un “Yo Acuso” que podría haber firmado Vargas Llosa, pero el Zola moderno ha sido Irene Lozano, una periodista y escritora de apenas 40 años. Sólo su partido y Unió Democrática de Catalunya han apoyado a la familia, y han firmado por una investigación junto a más de cien personalidades de todas partes.

Sabemos que la viuda, Ofelia Acevedo, fue presionada de mil viles maneras por los dos Gobiernos sin perder la entereza ni la lucidez; que Rosa María emprendió una extenuante y exitosa gira por altas esferas y grandes foros con un mensaje breve y diáfano; que por Carromero sólo se interesa la familia de Payá en Madrid y Miami, y Esperanza Aguirre, pero que está dispuesto a testificar en el juicio, ya que a la prensa sólo ha contado una ínfima parte de lo que vio y padeció. Sabemos que la verdad está de parte de la familia y de los militantes del MCL que están siendo reprimidos violentamente. Sabemos que Rosa María fue amenazada a su vuelta a Cuba, por haber desmentido de tal manera la coartada del régimen.

Escribió John Donne en 1624 esta meditación: ” Ningún hombre es una isla entera por sí misma. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio o la casa de unos amigos, o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me disminuye, porque me encuentro unido a la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti”.

El próximo 4 de julio, la AIL volverá a reunir en Casa de América a Vargas Llosa, Yoani, el Dr. Guedes y muchos demócratas cubanos, venezolanos y españoles. La historia  no ha terminado.

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