La diplomacia silenciosa. Por Rafa Rubio

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Ángel Carromero por fin llegará mañana a España. El Ministerio de Asuntos Exteriores, que pidió paciencia y confianza en su capacidad de negociación, cumple así con su promesa de traerle de vuelta a nuestro país. La estrategia de silencio y contactos directos con el Gobierno cubano ha provocado críticas y cierto malestar, pero nadie puede negar que ha dado resultado.

Ángel ha tenido la mala suerte de estar en el lugar erróneo en el sitio equivocado. Viajó por convicción, siguiendo la tradición de muchos otros jóvenes españoles que han visitado Cuba, de una manera distinta, tratando de llevar aliento a las familias de los presos políticos y a aquellos que sufren en su propio país persecución simplemente por pensar diferente. En el camino, en esas carreteras cubanas que son un buen ejemplo de la «eficacia» de la dictadura cubana, se encontró convertido en triste protagonista de la muerte de dos de estos ciudadanos heroicos a los que pretendía ayudar, Oswaldo Payá y Harold Cepero.

Todavía no se han aclarado las circunstancias de lo sucedido ese trágico día. Un régimen donde la independencia judicial brilla por su ausencia, le condenó por homicidio imprudente, en base a su propio testimonio. Los que le precedieron en esos viajes acompañando a Oswaldo Payá han denunciado mientras tanto la frecuencia de persecuciones, amenazas, por parte de la Policía política del Gobierno cubano; algunos de los mensajes enviados en esos momentos hablan también de la intervención de elementos ajenos a la conducción temeraria y al mal estado de la carretera. No hay nada claro, sólo indicios, pero con suficiente fuerza como para no cejar hasta conocer la verdad.

Desconocemos los términos de la negociación, pero esperamos que no suponga pagar un precio, en forma de apoyo político o silencio cómplice. España no debe nada a Cuba. Con la llegada de Ángel hay que felicitar al Gobierno por lograr traer a casa a un español, pero no podemos dejar de pedirle que eso no suponga dejación de otro deber igual de importante, la investigación de la muerte de un nacional, Oswaldo Payá, que contaba con la doble nacionalidad hispano cubana, en territorio extranjero

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