“Hay que reconocer que Oswaldo Payá (y el Movimiento Cristiano Liberación, entre otros disidentes) logró algo que nadie antes pudo hacer en Cuba”, invocaba el profesor Sanguinetty. Logró reunir más de diez mil firmas para cambiar la ley a pesar de la represión”, recordaba.
“La oposición (interna) está viva pero fragmentada. Incluso las organizaciones del Exilio tienden a ser excluyentes y el apoyo financiero es insuficiente”, declaraba justamente antes de recordar el error histórico de una buena parte de los grupos exiliados cuando eludieron el apoyo al Proyecto Varela (1998). El célebre trazado que fomentaba reformas políticas en la Isla a favor de mayores libertades individuales.
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