“Cuídese Kevin, le deseo mucha suerte”. por Kevin Robert Ramirez

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Tengo en mi memoria, ¿como poder olvidar aquellos dias? muchas anecdotas de mi participacion como gestor del Proyecto Varela en la provincia Santiago de Cuba.

Fui escurridismo para que la policia politica pudiera atraparme y asi evitar mi labor en la campaña de recojida de firmas, pienso en esto y me rio ahora de mis picardias de activista por los derechos civiles. Aun asi me obsequiaron, los cicarios del regimen, una golpeadura “bien linda” un dia antes de los carnavales de Santiago. En el exilio  hay muchos de mi barrio, mi querido barrio santiaguero de  Portuondo, que recordaran esto.

Me cercaron varios agentes en el edificio “18 Plantas” de Garzon. Pensaban que llevaba varias planillas firmadas,graso error. Yo habia visto caras extrañas por los alrededores y tome mis precausiones. Las llevaba conmigo antes de dársela a un amigo que como es obvio no mencionare pues aun vive en la isla y aun no estando vinculado a ningún frupo opositor es un ciudadano decente y honrado  al cual le agradeceré infinitamente tanta lealtad a nuestra amistad de años.

Me asestaron tal golpe a mis espaldas que perdí el conocimiento. Caí de bruces al pavimento, llevo en mi rostro las cicatrices de esta caida provocada por la violencia de mis agresores arteros.

Gracias a un amigo  y a la solidaridad de los vecinos del edificio, que comenzaron a gritar,  pues la intención de los enemigos de la libertad parecía ser la de lincharme en aquel lugar, salvé la vida.  Me viraron boca arriba y me echaron agua para limpiar la copiosa sangre que brotaba de mi cabeza, era un rio de sangre. Pero los de la Seguridad del Estado me llevaron en medio de las protestas de amigos y vecinos, a la 4ta Unidad de la policía, llamada popularmente “la motorizada”

Cuando los oficiales en la 4ta Unidad vieron la condición en que me habían puesto sus secuaces, decidieron que sería “excesivo” enviarme a los celebres calabozos de “la motorizada” y me dejaron en sus oficinas. Mi madre y mi ex esposa se personaron en la Unidad inmediatamente que mis amigos les avisaron de lo sucedido y luego que los “generosos” asaltantes les dieran algunos sermones y “buenos consejos” para que me los trasmitieran, finalmente me soltaron.

Era un monstruo. Me llevaron al hospital provincial Saturnino Lora. Preferí ir a pie y gritando ABAJO FIDEL por toda la calle, llegue y el supuesto policía que debería verificar los hechos de sangre al verme se fue.Fui atendido por un medico joven pero muy profesional, me pregunto qué me había pasado. Le dije en voz alta para que todos me escucharan que los nazis me habían dejado así. “No sabes quienes son los nazis en este país?”  le pregunte mirándole fijamente a los ojos.

Me pidió calma y que lo dejara trabajar, así lo hice, mi cabeza me dolía y los latigazos en mi cien eran cada vez más terribles. Necesitaba urgente poder calmar aquel dolor físico y el joven médico pudo hacer un trabajo en mis heridas que aun agradezco. Nunca olvidare sus palabras de despedida cuando ya me iba. El médico casi cuando salía del cuarto de curas me dijo: “Kevin, una cosa mas… Cuídese, le deseo mucha suerte….”

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