El social cristianismo por la paz y la justicia social. Por: Abel Reyes Tellez

L playa

Abel Reyes Tellez .Presidente nacional partido social cristiano nicaraguense .Teologo escritor cristiano

La paz cristiana se expresa en el amor mutuo y en la justicia social, pues el hombre es amor y sólo cuando le aman y ama de manera radical puede vivir pacificado, superando así el nivel de los intereses el enfrentamiento mutuo entre el dueño y el esclavo (Hegel) o un tipo de lucha de clases que habían propuesto algunos tipos de marxismo o que defiende de hecho el capitalismo actual. Ciertamente, los intereses existen e influyen en la vida, nosotros sabemos que ellos no bastan para construir la paz, porque al final de todo, siendo un don recibido, la paz tiene que ser también el resultado de un esfuerzo básicamente desinteresado y gratuito de los hombres. Esta es la paz de amor mutuo, del descubrimiento y despliegue de la solidaridad del bien común , la paz de la justicia,

La IDC considera a la persona el centro de su acción política, por ello entendemos prioritario proporcionar a toda persona la mayor cantidad y calidad de oportunidades de educación y de capacitación que le permitan mejorar su nivel de vida en el contexto de la sociedad del conocimiento. El derecho a la educación es la clave del progreso.

Los partidos políticos tienen la tarea de favorecer una amplia participación y el acceso de todos a las responsabilidades públicas. Los partidos están llamados a interpretar las aspiraciones de la sociedad civil orientándolas al bien común ofreciendo a los ciudadanos la posibilidad efectiva de concurrir a la formación de las opciones políticas. Los partidos deben ser democráticos en su estructura interna, capaces de síntesis política y con visión de futuro.

La responsabilidad de edificar el bien común compete, además de las personas particulares, también al Estado, porque el bien común es la razón de ser de la autoridad política. El Estado, en efecto, debe garantizar cohesión, unidad y organización a la sociedad civil de la que es expresión, de modo que se pueda lograr el bien común con la contribución de todos los ciudadanos. La persona concreta, la familia, los cuerpos intermedios no están en condiciones de alcanzar por sí mismos su pleno desarrollo; de ahí deriva la necesidad de las instituciones políticas, cuya finalidad es hacer accesibles a las personas los bienes necesarios —materiales, culturales, morales, espirituales— para gozar de una vida auténticamente humana. El fin de la vida social es el bien común históricamente realizable.

Para asegurar el bien común, el gobierno de cada país tiene el deber específico de armonizar con justicia los diversos intereses sectoriales. La correcta conciliación de los bienes particulares de grupos y de individuos es una de las funciones más delicadas del poder público. En un Estado democrático, en el que las decisiones se toman ordinariamente por mayoría entre los representantes de la voluntad popular, aquellos a quienes compete la responsabilidad de gobierno están obligados a fomentar el bien común del país, no sólo según las orientaciones de la mayoría, sino en la perspectiva del bien efectivo de todos los miembros de la comunidad civil, incluidas las minorías.

El compromiso en esta dirección se traduce en la aportación positiva que nunca debe faltar a la causa común, en la búsqueda de los puntos de posible entendimiento incluso allí donde prevalece una lógica de separación y fragmentación, en la disposición para gastarse por el bien del otro, superando cualquier forma de individualismo y particularismo.

La justicia se traduce en la actitud determinada por la voluntad de reconocer al otro como persona, mientras que desde el punto de vista objetivo, constituye el criterio determinante de la moralidad en el ámbito intersubjetivo y social

Entre las deformaciones del sistema democrático, la corrupción política es una de las más graves porque traiciona al mismo tiempo los principios de la moral y las normas de la justicia social; compromete el correcto funcionamiento del Estado, influyendo negativamente en la relación entre gobernantes y gobernados; introduce una creciente desconfianza respecto a las instituciones públicas,

La administración pública, a cualquier nivel —nacional, regional, municipal—, como instrumento del Estado, tiene como finalidad servir a los ciudadanos: « El Estado, al servicio de los ciudadanos, es el gestor de los bienes del pueblo, que debe administrar en vista del bien común

La justicia social tiene que ver con cuestiones tales como la pobreza, la desigualdad, la guerra, el racismo, el sexismo, el aborto o la falta de conciencia ecológica, porque por debajo de cada uno de estos males hay una causa que no es tanto el pecado privado de algún individuo o el comportamiento inadecuado de un responsable sino la consecuencia de un gran sistema ciego inherentemente injusto.

Si los derechos humanos son violados en tiempo de paz, esto es particularmente doloroso y, desde el punto de vista del progreso, representa un fenómeno incomprensible de la lucha contra el hombre, que no puede concordarse de ningún modo con cualquier programa que se defina “humanista

Demócrata Cristiano proclama como fundamentales los derechos de la persona humana.

La Democracia Cristiana alienta con energía la liberación de los trabajadores de la injusticia y el advenimiento de un mundo sin estratos sociales,

La Democracia Cristiana defiende la clara distinción e independencia de los poderes del Estado y el equilibrado contrapeso de sus funciones,

La Democracia Cristiana o social cristianismo afirma que el poder económico no debe descansar ni el los individuos animados por el afán de la ganancia ilimitada, ni en el Estado monopolista. La economía humana tiende a agrupar a los hombres en comunidades de trabajo, dueñas del capital y de los medios de producción y concordantes en sus objetivos, y a convertir al Estado, como rector del bien común,

La Democracia Cristiana o social cristianismo desecha las tácticas extremistas como propias de una etapa ya superada del sindicalismo, y afirma que éste tiene la responsabilidad de trabajar por las soluciones progresivas y concretar que los problemas sociales y económicos admitan. La organización sindical debe actuar libre de toda tutela estatal, partidista o patronal, para llevar adelante sus reivindicaciones con máxima unidad. Transformar desde dentro, por métodos democráticos,

El social Cristianismo promueve el reconocimiento y el respeto universal de los derechos de la persona humana; repudia a los gobiernos dictatoriales y condena enérgicamente a los que realizan persecuciones religiosas, raciales o ideológicas.

La IDC propugnamos una gestión responsable y humana de la mundialización que, desde los cimientos de la democratización, el Estado de derecho y el respeto a los derechos humanos, permita el desarrollo sostenible de sociedades abiertas, dinámicas, prósperas y libres fundadas en el respeto a la dignidad de todo ser humano.

La paz no debe entenderse como mera ausencia de conflictos y violencia, fruto del equilibrio siempre precario de las fuerzas, sino como el clima de acogimiento y confianza

Construir la paz en el mundo exige la realización de la justicia social e internacional, pero, además, implica la práctica de las virtudes que favorecen la convivencia y nos enseñan a vivir unidos,

ABEL REYES TELLEZ

PRESIDENTE NACIONAL

PARTIDO SOCIAL CRISTIANO

NICARAGUENSE PSC

TEOLOGO ESCRITOR CRISTIANO

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