No tienen nada que ofrecer al pueblo después de 50 años; están pidiendo exactamente lo mismo que en 1960″, coincide Carlos Payá, del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), tras las conmemoraciones del comienzo de la revolución, el 1 de enero de 1959, y de la entrada de Fidel Castro en La Habana, el 8 de enero.
Después de 50 años, la revolución cubana está “gastada” y sus dirigentes no tienen nada que ofrecer a la población, salvo algunas reformas económicas que no satisfacen a muchos mientras no vayan acompañadas de libertades políticas, estiman varios disidentes cubanos que viven en España.”En estos 50 años de revolución no se ha conseguido que el pueblo de Cuba esté contento ni que (…) dé un voto absoluto a un proyecto que ya está gastado y fuera de toda aceptación política”, declaró a la AFP Ernesto Gutiérrez, secretario General de la Federación Española de Asociaciones Cubanas.
“No tienen nada que ofrecer al pueblo después de 50 años; están pidiendo exactamente lo mismo que en 1960″, coincide Carlos Payá, del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), tras las conmemoraciones del comienzo de la revolución, el 1 de enero de 1959, y de la entrada de Fidel Castro en La Habana, el 8 de enero.
Para Leopoldo Fornés-Bonavía, del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, “muchísima gente dentro del aparato podría querer establecer la solución china (…) una especie de capitalismo semisalvaje dirigido por el partido comunista”.
“La única solución a medio plazo para que ellos se perpetúen como clase dirigente (…) es hacer cambios en primer lugar de tipo económico”, pero también “de cara a la democracia”, que incluyeran “suprimir para siempre la pena de muerte” y la liberación de los presos políticos, reclama.
“Los únicos cambios que realmente se han producido tienen que ver con el favorecimiento de una clase emergente dentro del país vinculada a los sectores productivos más solventes”, según Michel Suárez, periodista del portal Cubaencuentro.com.
“No hay una verdadera voluntad de cambio (…) porque mientras la sombra de Fidel Castro permanezca detrás de todas las decisiones del país, ningún presunto sector reformista dentro del gobierno podrá llevar a cabo las ideas que pudieran tener”, lamenta. “No quiere decir que en otros ámbitos de la vida social o económica se produzcan cambios que alivien la situación de la población”, espera.
De momento, a la difícil situación económica que vive actualmente la isla “tendrán que buscarle una solución (…) porque ahí hay una posible causa de una explosión social” tras los huracanes de este año, asegura Alejandro González Raga, periodista independiente que fue excarcelado y llegó a España en febrero.
Suárez mira con optimismo a una generación de jóvenes “que comienza a estar al margen de todo, que comienza a producir sus propios discursos”, “frustrados con las expectativas de la revolución”. Es la generación en la que “se traduce finalmente el fracaso de la fabricación de este hombre nuevo entre comillas que pretendió el régimen”, y la que “tiene más posibilidades de construir un discurso nuevo acerca del futuro”.
En cuanto al presidente electo estadounidense, el demócrata Barack Obama, sus promesas de autorizar más vuelos de cubanoamericanos a la isla, eliminar los límites a las remesas y liminar ciertas restricciones del embargo servirán “para que Castro vea que es diferente a Bush”, según Gutiérrez.
La propuesta de Raúl Castro de liberar a prisioneros políticos a cambio de los cinco cubanos condenados en Estados Unidos por espionaje se debe a que “tiene que poner algo en la agenda con Obama”, pero Washington “no puede permitir entrar en un juego” de liberar a espías ya condenados, estima.
Por otro lado, la política del Gobierno socialista español de José Luis Rodríguez Zapatero de acercamiento a Cuba no sólo de España sino de la Unión Europea (UE) “no es la más idónea”, según Gutiérrez. “Siempre con Cuba hay un ‘pero’” que “hace que sigan tratando con paños calientes a la dictadura cubana”, coincide Payá.
“El gobierno cubano y su ideología son un hueso bastante duro de roer” e “independientemente de lo que haga el Gobierno español en un sentido o en otro, no va a influir grandemente en las grandes decisiones que tenga que tomar el régimen cubano”, según Fornés-Bonavía.