Texto de la participación desde Cuba de Oswaldo Paya en la Tertulia de Reflexión sobre los resultados de la Visita del Cardenal Bertone, Secretario de Estado Vaticano a Cuba para conmemorar el X aniversario de la histórica Visita de Juan Pablo II a tierra cubana en 1998.
Fue celebrada en el Salón P. Félix Varela de la Ermita de la Caridad en Miami auspiciada por la (UCE) Unión de Cubanos en el Exilio, y el programa (CRECED) Comunidades de Reflexión Eclesial de la Diáspora hoy sábado 8 de marzo.
Queridos hermanos cubanos de la Diáspora : Creo que en este episodio “nosotros, la Iglesia” en voz del cardenal Bertone , hemos arriesgado y hemos actuado. Y si humanamente hay imperfecciones y errores, debe haber humildad en todos y firmeza, jamás desmarcarse, si no unirnos para, en comunión con Cristo, dialogar y pedir al Espíritu Santo que nos ayude a ser mejores. Iluminados por el Evangelio y con sentido profundo de pertenencia a la Iglesia, y con el mismo sentido de comunidad, tenemos que orar, reflexionar y dialogar entre nosotros, pero también actuar, los católicos cubanos dentro y fuera de Cuba, al mirar la realidad del pueblo cubano y de la Iglesia en Cuba. Dentro de esta realidad hay que analizar la visita del Cardenal Bertone y lo que nos descubre. El planteamiento del asunto:Entiendo que la actuación y la imagen proyectada en la visita del cardenal Bertone obedece a la concepción de que la Iglesia debe mostrar a las personas del gobierno cubano, su buena voluntad, su intención de hacer el bien a todos los cubanos , al pueblo y también al gobierno para así dejar atrás una etapa de desconfianza y tensiones, y abrir espacios mayores para la vida y acción de la Iglesia en Cuba. No pretendo reducir en una frase toda la intención del Cardenal Bertone y otros pastores, solo centrarme en lo que considero que es la idea esencial en torno a esta visita. La intención es muy buena, pero considero que es un erróneo y desfasado planteamiento del asunto o dicho en otros términos: es proponerse el objetivo que no es pertinente.¿Por qué? Porque durante años y también durante estos últimos años los obispos, sacerdotes y religiosos y religiosas y laicos en Cuba no han dejado de mostrar con una actitud sostenida, su buena voluntad, su intención de hacer el bien y un espíritu de reconciliación que no alberga odio contra los que apoyan el gobierno, ni contra el gobierno. Y esto el gobierno lo sabe muy bien, pero su objetivo es dominar al pueblo y también a la Iglesia manteniéndola dentro de un marco de restricciones para que no ejerza su libertad y su profetismo. Por lo tanto el objetivo que hay que plantearse como principal , no es el de convencer al gobierno de la buena voluntad de la iglesia. Pero si en todo caso no se excluye este objetivo, tampoco ese fin justifica los medios. Demostrar la buena voluntad mostrando públicamente un lenguaje de incondicionalidad que provoca confusión y que parece insertarse en la simulación que queremos superar, omitiendo verdades y categorías que jamás deben ocultarse y resaltando las coincidencias políticas con el gobierno, no ha hecho bien a la iglesia, al pueblo y tampoco a las personas del gobierno, ya que estas últimas ven reforzada con “el éxito” su propio cinismo y su estrategia de miedo y mentira. Se pudiera reforzar así peligrosamente en el momento preciso la ceguera de los que quieren conservar todo el poder al estilo totalitario. Al menos dentro de Cuba no hay signo de otra intención de parte del gobierno. El régimen en general y las personas que lo representan, saben dictar sus reglas del juego al pueblo y también a todo interlocutor dentro y fuera de Cuba e imponer, inclusive los términos, las palabras, que pueden usarse y no usarse en cada ocasión y al hablar con ellos o públicamente. La Iglesia no debe aceptar este secuestro de su palabra. La Iglesia no habla en categorías políticas, aunque si vimos mucha política parcial en esta visita y si debe hablar con prudencia, con sabiduría, con caridad, pero sin perder su libertad. Creo que los discursos del Cardenal Bertone, los que leyó, tienen mucha riqueza y mensajes que deben ser escuchados por todos. Hay un mundo secular y también un verdadero fundamentalismo secular que siempre atacará a la Iglesia nuestra y buscará toda ocasión para desalentar la fe de a los creyentes y oprimir al Pueblo de Dios. Esto no nos asusta ni nos paraliza, sólo que debe unirnos en torno a Cristo, al Papa y a todos nuestros pastores. El mundo no comprende la libertad de los hijos de la Iglesia dentro de una fidelidad total. No creo que la Iglesia nos pida silenciarnos cuando hay algo que le afecta, sino que nos ha enseñado a hablar con amor y responsabilidad y a ejercer esa libertad de los hijos de Dios para hablar, pero también para escuchar y para desprendernos de lo que nos impida abrir el corazón y cambiar en nosotros mismos lo que debamos cambiar a la luz del Espíritu. Cuba vive un nuevo momento con el gran contraste: por una parte, de cambios en muchas mentes y corazones y de grandes y generalizados deseos de cambios y por otra parte el mismo lenguaje de intolerancia y arrogancia de los que tienen todo el poder sobre el pueblo que parece cerrar las puertas del futuro. Este contraste alerta sobre gravísimos peligros y a su vez es anuncio de la gran esperanza que está en el pueblo. Suponer que la solución puede alcanzarse, sólo, a partir de “negociaciones” o gestiones de personalidades de la Iglesia , sería negar la participación, el rol del Pueblo de Dios y su protagonismo en la historia. Creo que todos debemos estar dispuestos a cambiar y así anunciarlo, que nadie debe anclarse en sus posiciones y prejuicios, que debemos anunciar la voluntad de perdonar y ser perdonados y de asimilar con respeto y amor al prójimo que muchos tienen otras ideas, otra visión , otra historia y otra experiencia. Anunciar la meta de la fraternidad en nuestra sociedad. Pero anunciar y defender que todos los cubanos somos humanos, hijos de Dios y que tenemos, por eso, derecho a los derechos. Esta verdad esta en el centro y es el centro de la solución pacifica que quiere y necesita el pueblo de Cuba y no se puede negar o silenciar por ninguna estrategia o sacrificar por ningún otro objetivo. Muchos de nuestros hermanos están presos por proclamar y defender esa verdad para ellos siempre demandaremos libertad incondicional y no canje. No vamos a negar esa verdad mayor que tenemos que proclamar: que todos los seres humanos somos creados libres y hermanos. Proclamar esta verdad ahora en Cuba y para Cuba con una nueva actitud de apertura y reconciliación es anunciar la nueva y gran noticia de la liberación. Oswaldo José Payá SardiñasOfelia Acevedo Maura Miembros de la comunidad de la Parroquia del Cerro, “El Salvador del Mundo”, de La Habana, Cuba.La Habana , 8 de Marzo de 2008