2 de febrero de 2008 http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/39651.htmlCada vez con menos pasión ideológica y creciente sentido de responsabilidad, las organizaciones promotoras de la democracia en el mundo abordan el proceso de transición política, económica y social de Cuba con visión global, interés regional y espíritu de diálogo para el entendimiento entre quienes desean coadyuvar a la liberación y democratización de ese pueblo aún oprimido por el totalitarismo. Quienes por solidaridad y hasta por salud política de sus países promueven ese cambio deben considerar que ahí existe una dictadura que no reconoce los derechos humanos, civiles y políticos de su pueblo; que ni siquiera pueden llevarse a cabo elecciones libres en competencia multipartidista con observadores internacionales. Deben reconocer el problema que representa la elevada personalización del régimen político de la isla, encarnada en Fidel Castro, quien por razones de salud ha dejado de lado el activismo internacional que antes desplegó, sobre todo en Asia y África, pero que sigue siendo el referente del poder aunque formalmente lo detente su hermano. Para cuando el líder histórico del socialismo cubano ya no esté, hoy se ofrecen proyectos de diversa inspiración filosófica, con visiones más moderadas que sugieren insertar al pueblo caribeño, de manera ordenada y pacífica, en la modernidad democrática. Si en verdad esos proyectos tienen el propósito de contribuir a que Cuba supere su tragedia prolongada por décadas, quienes los promueven deben abstenerse de instrumentar cualquier acción o campaña que pueda interpretarse como injerencia indebida o atentado a la libre autodeterminación de ese pueblo doliente. Deben reconocer que sólo a los cubanos corresponde decidir qué hacer y cómo hacerle para alcanzar su anhelada libertad. Ellos no necesitan, ni aceptan, que otros les diseñen programas de cambio o de transición, como muchos que han existido o como otros que hay, pero que son expresión de intereses ajenos a los del pueblo cubano, que más reflejan ambición de poder que un auténtico afán de solidaridad humanitaria. Lo que se requiere es apoyo desinteresado a quienes desde la oposición pacífica, en la isla o en el exilio, reclaman el respeto a sus derechos fundamentales y han proclamado la Declaración de Libertad de los Cubanos, documento principal de Foro Cubano, que retoma la campaña del Proyecto Varela, que reclama a su vez los derechos fundamentales de los cubanos y exige liberación de los prisioneros políticos; documento que representa una apuesta por ellos mismos, que sintetiza la alternativa del pueblo desde una posición conciliatoria, sin la animosidad que en épocas recientes protagonizaron quienes apostaban por la continuidad o por la ruptura en la vida pública cubana. Documento guía para quienes desean sumarse a ese proceso histórico. A nombre del Movimiento Cristiano Liberación que se esfuerza dentro y fuera de Cuba por esa legítima causa, Oswaldo José Payá Sardiñas, líder opositor en la isla, ha solicitado a los partidos de la Organización Demócrata Cristiana de América, recientemente reunidos en Miami, que no duden nunca del valor, la actualidad y la fuerza liberadora de la enseñanza social cristiana; les ha recordado que él y muchos otros cubanos son parte de la familia democristiana, no por afinidad política circunstancial, tampoco por afán de alianza política o por mera coincidencia de intereses, sino por comunión en el espíritu de servicio al prójimo, sobre todo a los pobres de los pueblos. Oswaldo Payá le ha pedido a la ODCA no alejarse de su mística de lucha, de los valores que le han dado identidad y de la fuente de inspiración que les hizo nacer para colaborar en la obra de un mundo mejor. Le ha urgido a esa sexagenaria organización que, al margen de puras estrategias y pactos, de pragmatismos y oportunismos, sin mirar sólo a la derecha o a la izquierda en busca de oportunidades efímeras, proclamen desde la congruencia política la alternativa de la liberación y den testimonio de su determinación para hacer realidad la justicia social en los pueblos de América. Con vehemencia que refleja su propio compromiso, ha pedido ayuda para que su pueblo alcance el cambio pacífico. La ODCA ha respondido positivamente sin especulaciones que generan incertidumbre, sin intromisiones que estimulan la disputa estéril y sin asumir posiciones por adelantado, pero con firme voluntad de ser semilla de esperanza para Cuba. Presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América