«Españoles: jamás silencien a Dios ni la verdad»
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Habíamos concertado la entrevista el día anterior, con total normalidad, vía telefónica. Pero cuando llegó el momento, la línea decidió cortarse una y otra vez. Al final ganó la constancia, y pudimos mantener una conversación salpicada de alusiones a los espías que pudieran estar escuchando, con el teléfono pinchado. «¿Me podría dar su dirección postal para enviarle un ejemplar…; o quizá no quiere dármela, por si nos están escuchando?» -«Por eso no hay problema -contesta entre risas-… Los que nos escuchan saben perfectamente dónde vivo…»
Don Oswaldo Payá es el fundador del Movimiento Cristiano de Liberación, el primer grupo opositor de Cuba, que acaba de cumplir dos décadas. Es un opositor al Régimen comunista de Fidel, que lleva luchando desde joven para que Cuba tenga un Gobierno que respete las libertades y derechos de todos. Con sólo 16 años, Payá fue castigado, durante el servicio militar, por negarse a trasladar a un grupo de presos políticos. Desde entonces, su vida y la de su familia han estado vigiladas y amenazadas. Aun así, no se va de Cuba.
«En nuestra lucha -dice- no le imponemos a nadie nuestra fe. El Movimiento Cristiano de Liberación no es un movimiento confesional. Está abierto a personas de todo tipo, e incluso a las que no profesan una religión, pero aceptan la visión que tiene del hombre y de la sociedad el humanismo cristiano. Sólo quiere decirles a los cubanos: Tú eres un ser humano, tienes una dignidad que nadie te puede robar, y eres libre ».
De falta de libertades los cubanos saben mucho. Ya no está prohibido profesar una religión, especialmente desde la histórica visita de Juan Pablo II a Cuba, cuyo décimo aniversario se conmemora estos días, precisamente, con la visita del cardenal Bertone, secretario de Estado del Vaticano, a la isla. Pero que nadie se engañe: los católicos siguen siendo mirados con lupa, pues el cristianismo es una religión de hombres libres, aunque las ideologías de extrema izquierda se empeñen en negarlo. Por eso resulta preocupante cuando un hombre que lleva 50 años viviendo en un régimen sin libertades afirma: «Quiero hablar claro, consciente de que esto saldrá publicado en España. Nosotros en Cuba hemos vivido durante muchos años una opresión atea que impuso la descristianización de la sociedad. Había muchos instrumentos de represión, como los campos de trabajos forzados, donde eran enviados los jóvenes, como me sucedió a mí mismo. Todo esto fue creando un miedo atroz a la fe, y pienso que algo similar puede ocurrir allí donde se imponen el ateísmo y el secularismo. Jamás se callen el nombre de Dios delante de nadie; jamás silencien la verdad que defienden. Yo les digo a los españoles: No se acomplejen, no se dejen imponer, como si hablar de Dios, de las virtudes, de los valores, de la Historia, fuera algo de mal gusto ».
«¿EpC? Aquí se llamó formación revolucionaria»
«Durante muchos años -afirma-, a los cubanos nos trataron de maleducar diciendo que la religión era el opio de los pueblos. Con el tiempo descubrimos que lo que verdaderamente se convierte en una droga, y en un medio de esclavitud, es la anulación de la fe y la religión, para convertir otros poderes en las fuerzas que ocupan el lugar de Dios, y que no dejan reducto alguno de libertad. La escuela y la universidad también son un medio de opresión, si no respetan la libertad de las personas. He sabido que allí tienen Educación para la ciudadanía. Pues bien, aquí se llamó formación ideológica, formación política, formación revolucionaria, educación patriótica… Lo que pretenden es sustituir la religión y no darles a las personas la libertad de los hijos de Dios que nos enseña el cristianismo desde el principio».
¿El mejor mensaje del pueblo español? Para Oswaldo Payá, aquellos «que no han venido al paraíso sexual, o a hacer negocios en los que los cubanos tienen prohibida la entrada, sino a evangelizar. Ellos se han hecho parte de nuestro pueblo. Damos gracias a Dios por ellos, porque, en medio de estas circunstancias, no han dejado de venir a nuestra patria, establecerse aquí, trabajar duro, y entregar su juventud con una alegría y un amor que hace grande a la Iglesia, no en poder, sino en amor. ¡Y lo hacen con una humildad y un silencio…! Después mueren aquí, o regresan a España, enfermos y ancianos, y se llevan nuestro amor y gratitud. Ellos sí que son soñadores. Son lo mejor de España».
A. Llamas Palacios
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