Isla ausente. Por Miguel Cabrera. Encuentro en la red

Encuentro en la red
En el saludo que envió al Instituto Libertad, Oswaldo Payá, líder del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), pidió en nombre de los ciudadanos que “valientemente firmaron el Proyecto Varela”, de quienes “están ahora en prisión”, así como del pueblo de Cuba en general, solidaridad hacia “el derecho de tener derechos”.

Las broncas ayudaron a silenciar el tema de los derechos humanos en Cuba y un positivo acuerdo sobre seguridad social.

Las disputas España-Venezuela y Argentina-Uruguay, la propuesta de Nicaragua de que la OEA desaparezca, las negociaciones entre Colombia y Venezuela para el intercambio de prisioneros, el interés boliviano de acceso al mar y el diferendo entre Chile y Perú enviado por Lima al Tribunal de La Haya, ayudaron a pasar por alto el ya culpable silencio de las Cumbres Iberoamericanas en relación con los derechos humanos en Cuba.

No fue un tema el que estuvo fuera de la XVII Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile: fue todo un pueblo. El de Cuba —valga la aclaración— no es un pueblo olvidado en estas reuniones, sino un pueblo excluido, a sabiendas, por los mandatarios presentes.

Entre las voces de un Parlamento chileno cada vez más crítico con La Habana y Hugo Chávez, el senador Sergio Romero anunciaba el día 8, cuando comenzó la Cumbre, la creación en esa misma fecha de un Observatorio de Derechos Civiles y Políticos para Cuba y Venezuela, como parte del Instituto Libertad.

Entrevistado por ENCUENTRO EN LA RED, el director del instituto, Roberto Ossandón, afirmó que el Observatorio hará “seguimiento y relación de los hechos que atentan contra los derechos humanos y la garantía de las personas en ambos países”, y añadió que el objetivo es llevar a la luz pública tales violaciones.

En el saludo que envió al Instituto Libertad, Oswaldo Payá, líder del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), pidió en nombre de los ciudadanos que “valientemente firmaron el Proyecto Varela”, de quienes “están ahora en prisión”, así como del pueblo de Cuba en general, solidaridad hacia “el derecho de tener derechos”.

Significó Payá que en Cuba existe “una cultura del miedo y un control de todos los aspectos de la realidad de la vida”. No tiene sentido hablar de democracia donde un grupo privilegiados se sucede en el poder y donde “la mayoría pobre no tiene el derecho de decir que es pobre”.

Propuestas, protestas y más críticas

Si días antes de la Cumbre la Comisión de Asuntos Internacionales del Partido Demócrata Cristiano (DC) llamó al gobierno para que introdujera en la reunión el tema de la democracia y los derechos humanos, pocas horas después de finalizada, el senador Sergio Romero, del Partido Renovación Nacional (RN, derecha), consideró que el mejor amigo actual de La Habana, Hugo Chávez, agravió a altos personeros españoles, “lo cual —añadió a Radio Cooperativa— es una ofensa para el pueblo chileno” y “desprestigia a América”.

Subrayó el senador: “una vez más estamos constatando que existen dos polos, definitivamente contrapuestos en nuestra región: uno, el de la demagogia rupturista y radical, y otros que definitivamente intentan avanzar, por la vía del desarrollo libre, democrático y plural”.

Todavía no concluía la Cumbre cuando varias decenas de militantes de RN se congregaron frente a La Moneda y exhibieron un gran cartel que donde se leía “Libertad para Cuba y Venezuela”. En la protesta, Mario Desbordes, dirigente metropolitano de esa organización política, declaró ante la televisión y exigió en carta a Michelle Bachelet que “se le haga presente a esos dos países que [en ellos] no hay democracia verdadera”, y solicitó “que en este tipo de cumbres, donde se suscriben documentos, éstos se respeten, porque no se están respetando”.

La mayoría de los periodistas chilenos que tocaron el tema de la Cumbre destacaron su rechazo a los rumbos de Cuba y Venezuela. Incluso el canal de televisión del gobierno mostró la misma inclinación a partir de una entrevista que Amaro Gómez Pablos realizó a Hugo Chávez.

También en medio de la Cumbre, frente a la Embajada de Caracas en Chile, se encontraron partidarios y detractores. Los fieles de Chávez gritaban en su favor, en tanto el diputado Iván Moreira, por la Unión Democrática Independiente, reclamaba que se le declarara persona non grata. Allí estuvo, asimismo, el más fiel adlátere de Castro y Chávez en el Congreso chileno, el senador socialista Alejandro Navarro. La coincidencia no pasó a mayores por la eficaz intervención policial.

Es de notar que a pesar de los muertos y heridos por las manifestaciones estudiantiles en Caracas, el ex golpista llegó a Santiago cantando una vieja ranchera, un fragmento de cuya letra dice: “no soy monedita de oro, para caerle bien a todos”.

La verdad, sin embargo, es que constituyen legión los que en la nación austral refutan su autoritarismo y sus frecuentes intrusiones en los asuntos internos de los países de la zona. Esto para no hablar del histrión.

La revista satírica The Clinic publicó su foto en portada, insertando el rostro de Chávez en una famosa máscara egipcia. El quincenario título la composición “La Maldición de Tutankabrón”. Y debajo: “Aquí no se censura (tanto), compañero”.

Más allá de las broncas, la XVII Cumbre de Santiago de Chile dejó algunos aspectos positivos, entre ellos el convenio multilateral de seguridad social, que garantizará los derechos de millones de trabajadores iberoamericanos que trabajan fuera de sus países de origen con el objetivo de que reciban pensiones “justas y adecuadas”.

También los gobiernos acordaron un plan de acción para “impulsar el desarrollo de sistemas de protección social integrados, con cobertura universal” para beneficiar a los pueblos de la región “sin barreras ni exclusiones”.

Ambivalencias de La Moneda

En sus palabras a EER, Roberto Ossandón señaló que la “Concertación enseña un doble estándar total”, pues “muchos de sus personajes apoyaban a regímenes comunistas de la ex Unión Soviética y la Cortina de Hierro”, donde “hubo millones de muertos por la represión, más que el saldo de la Segunda Guerra Mundial”.

De acuerdo con el ex vicepresidente de RN, aquellos personajes han sido durísimos con los problemas de los derechos humanos en el gobierno militar, pero cuando “sus aliados” realizan “este tipo de atrocidades se quedan absolutamente callados y así los apoyan”.

Pero “dentro del gobierno tienen un problema muy serio, ya que en la Democracia Cristiana no están de acuerdo con las políticas de Chávez o Fidel Castro”, enfatizó Ossandón.

La presidenta chilena, cuya gestión ha sido muy criticada por los dos frentes que aquí se disputan el poder (el transporte capitalino, por ejemplo, es caótico desde hace varios meses), constituye hoy el centro del doble estándar a que alude Ossandón. Su gobierno ha eludido un compromiso serio con el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, aunque desee aparentar lo contrario.

Un reciente viaje a Estados Unidos de la mandataria, que se hizo acompañar de una gran comitiva, se dijo que tenía por objeto influir para que Chile sea electa en el Consejo, pero el presidente de RN, Carlos Larraín, declaró con posterioridad que durante la visita de lo que menos se habló fue de dicho Consejo.

nvitación controvertida

En su reunión bilateral con Carlos Lage, Bachelet fue invitada a la Isla. Por cierto que a éste la televisión le preguntó si había democracia en Cuba y respondió algo así como el equivalente de que Estados Unidos era malo. Le preguntaron sobre su país, pero él habló de Estados Unidos.

Luego se “fue al chancho”, como dicen los chilenos, al lanzar un cliché arrollador y una gran mentira, desde luego. Dijo que La Habana ha “sobrecumplido” los acuerdos adoptados en la Cumbre Iberoamericana de 1996, para fortalecer (ni más ni menos) que la democracia en la región.

Si durante la gira futura por el Caribe tiene lugar la visita a La Habana, las corrientes políticas no permanecerán apacibles. La DC, ya desde su liderazgo o desde niveles intermedios, levantará su voz en contra, y la oposición tampoco permanecerá en silencio, así como más de uno en el oficialismo.

Hay que admitir que a pesar de la holgada aprobación en la Cámara de un Acuerdo de Complementación Económica entre La Habana y Santiago, esa instancia distingue severamente los lazos políticos de los económicos. Recuérdese que más de una vez —también holgadamente— se han aprobado allí reclamos democráticos contra el régimen isleño.

Por lo pronto, el senador Sergio Romero se opone a la visita. El parlamentario dijo a la prensa que “más que nunca” resulta inconveniente visitar Cuba. Al igual que el diputado Jorge Tarud, del gubernamental Partido Por la Democracia, Romero se opuso a la realización de la llamada cumbre paralela, que él llamó “populista”.

“En esta reunión continuaron los agravios de la reunión oficial”, dijo Romero, quien se alegró de la ausencia en la paralela del mandatario ecuatoriano Rafael Correa. Romero sostuvo, por otra parte, que “la solidaria actitud del vicepresidente de Cuba [a favor de Chávez en su discusión con Rodríguez Zapatero y el Rey Juan Carlos] confirma un eje político que simplemente impide el diálogo y el debate en altura”.

Cobardía y pueblo excluido

Si el académico chileno Ricardo Israel sostiene que “lo esencial de las Cumbres es la retórica”, y que sólo se debió convocar una sola vez, cuando se cumplió el aniversario 500 de la llegada de Colón a América, el senador y ex presidente de la DC, Adolfo Zaldívar, calificó de circo el cónclave. Para más de un político en este país, la forma de hacer estas reuniones sencillamente colapsó.

Pero, sin duda, Oswaldo Payá atrapó el significado de la cita para la libertad en Cuba. En declaraciones a CADAL —Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina— dijo que durante años ha enviado mensajes a las Cumbres Iberoamericanas pidiéndoles que tengan en cuenta la situación de derechos humanos en Cuba y la libertad de los presos políticos, pero “la actitud general, con honrosísimas excepciones (’excepciones excepcionales’) ha sido el silencio, ignorar por completo esta realidad cubana, yo creo que hasta el punto de la cobardía”.

“Cuando se habla de Cumbres Iberoamericanas sabemos que es un lugar donde el pueblo de Cuba va a estar ausente, donde nadie se va a atrever a levantar la voz por el pueblo y sus derechos”, precisó el premio Andrei Sajarov.

Payá reconoció: “una Cuba libre tendría que preguntarse muy bien, y a la luz de la historia, si es digno o no que nos insertemos en una comunidad latinoamericana que, al menos en las Cumbres, nos ha ignorado y no ha tenido una palabra de solidaridad en toda esta etapa”.

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