Lo del borrón y cuenta nueva en el caso cubano suscita sentimientos encontrados, lo cual es humanamente comprensible pues el daño causado por la dictadura ha sido terrible e irreparable en muchos casos.
El camino de la reconciliación, aunque para muchos nos sea doloroso, es el único para mirar hacia delante. No es una estrategia, es una necesidad.
Los que están en contra de este ”borrón y cuenta nueva”, entonces deberían establecer un baremo: ¿y cómo se hace? ¿Se castiga a todos? ¿Dónde ponemos el listón bajo el que tienen que pasar los “malos”?
Estoy seguro de que casi todo el mundo lo pondría en el momento o posición en la que dejó de colaborar (por acción u omisión) con el régimen o dejó de mirar hacia otro lado. Recordemos que los fusilamientos, los encarcelamientos, la chivatería y la represión en general empezaron en el mismo 1959, el año del triunfo de la revolución.
La dictadura cubana ha funcionado porque ha conseguido hacer un engranaje donde la gente era simultáneamente víctima y verdugo del que tenía al lado. Muy pocos se negaron a hacer el juego y lo pagaron caro.
Los hay que se oponen a una transición reconciliadora. Pues bien, esa transición empezó hace mucho, sobre todo en el exilio.
¿Cuántos no se han encontrado en Miami o en Madrid con el del comité que los chivateaba, el del partido o la juventud que le amargaba la vida o incluso con el carcelero que los maltrataba? ¿Y la han emprendido a palos con esa persona? Pues no. Entonces, ¿qué diferencia hay entre reconciliarse dentro o fuera?
Por eso trabajamos en iniciativas, por supuesto criticables y mejorables, como el Proyecto Varela, el Diálogo Nacional Cubano y la campaña Foro Cubano.
Carlos Payá Sardiñas
Madrid
The Reconciliation Already Started El Nuevo Herald, Carlos Paya
It is naturally understandable that the idea of “erasing and starting anew” in the Cuban situation generates opposing sentiments when considering the terrible, and in many cases irreparable, damage that the dictatorship has caused.
Although it will be painful for many of us, the path of reconciliation is the only way to look forward. It is not a strategy, but a necessity.
Those who are against this idea of “erasing and starting anew” should then offer up a rubric: “How should it be done then?” “Do we punish everyone?” “Where do we set the bar under which to qualify the “bad ones”?
I am certain that almost everyone would set that bar at the moment or position in which they stopped collaborating with the regime (through acting or abstaining) or stopped looking the other way. Let us remember that the executions, imprisonments, snitching, and repression in general started at the very beginning in 1959, the year of the triumph of the Revolution.
The Cuban dictatorship has functioned because they have been able to create a web in which people are simultaneously both the victim and perpetrator of the person next to them. Very few refused to play the game at the outset and their sacrifice was costly.
There are those who are opposed to a reconciliatory transition. Well that transition has been underway for a while and above all within the exile community.
How many people in Miami or in Madrid have come across that individual from the committee that used to snitch on them, or from the party or youth group that used to make their life miserable or even that prison guard that used to abuse them? Did you get into a fistfight with them? No. Well then, what difference is there between reconciling inside or outside the island?
That is why we work on these initiatives, the Varela Project, the National Dialogue, and the Cuban Forum Campaign, which are of course open to criticism and improvement.
Carlos Payá Sardiñas
Madrid