Oswaldo Payá, del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), convocó a un encuentro de los cubanos para acordar cambios legales que permitan el desarrollo de las fuerzas productivas, y de los derechos civiles y humanos de los isleños. ¿Es esta otra convocatoria más a un diálogo? No. ¿Por qué es diferente?
La diferencia consiste en que contiene nuevos elementos y se proclama en diferentes circunstancias. Esta invitación es diferente porque tienen el mismo peso los miembros del régimen y del exilio, y entre los funcionarios gubernamentales tienen un lugar especial los parlamentarios de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Los parlamentarios son representantes típicos del cubano ”atrapado” en la maquinaria castrista. Son miembros de la burguesía burocrática sin ”conciencia de clase”, es decir, que creen que el apoyo público a la aristocracia castrista sirve a sus intereses, o creen que no tienen otra alternativa, pero en realidad son los que rechazan más al régimen porque el sistema los obliga a negarse a sí mismos todos los días. También es diferente porque implícitamente se invita al diálogo a generaciones jóvenes. El reciente fallecimiento de Vilma Espín tiene un simbolismo especial. La muerte de una figura prominente de la aristocracia castrista es la primera señal palpable de que la vieja generación en el poder desaparece del mapa físicamente. Desde la perspectiva cultural es cada vez más fácil observar el carácter generacional del régimen, de las circunstancias que lo sostuvieron por tantos años. Todas esas situaciones terminaron y ya no existen motivaciones ni bases históricas para su continuación. En particular es muy positivo ver que el conflicto civil que provocó esa generación no ha pasado a las nuevas promociones y que los más jóvenes están unidos por haber sufrido experiencias comunes que facilitarían el diálogo. Quienes tienen sesenta años o menos sólo han participado en el conflicto como víctimas, incluido ser ”carne de cañón” contra el ”enemigo interior” (informantes), el ”enemigo exterior” (combatientes), y trabajadores esclavos (internacionalistas). Lo que une a los cubanos hoy es haber supervivido el castrismo. Esa memoria puede servir para unir a los cubanos o para dividirlos una vez más. Las nuevas circunstancias incluyen el hecho de que la iniciativa anunciada por Payá acentúa la inmovilidad del régimen y pone en jaque a los potenciales mediadores en el conflicto civil, como la Unión Europea y la Iglesia Católica, mientras el presidente George W. Bush habla de democracia para Cuba, pero se prepara para una emergencia humanitaria compleja, es decir, la disolución del país como nación. Afortunadamente, la invitación muestra que los cubanos en realidad no necesitan permiso de nadie para resolver cómo mejorar sus vidas diarias. En un momento en que los miembros cuasi octogenarios de la ”familia” comienzan a morir, el régimen debe mostrar que no está paralizado, pero la oferta castrista no compite con la de los activistas de la sociedad civil. En esta batalla por el presente, Castro ofrece menos apagones y más autobuses, menos cárceles y más multas para los delitos. Mientras, los opositores y los activistas de la sociedad civil ofrecen algo parecido a Miami, el sueño secreto de los cubanos. Por otra parte, ¿qué pasaría si los cubanos no necesitaran de Europa ni de la Iglesia para resolver el conflicto civil de sus padres y abuelos generacionales? El fracaso europeo como potencia y el de la Iglesia como mediadora entre ricos y pobres quedaría cuestionado. De hecho, no tienen buena imagen entre los jóvenes. Para muchos, Europa es la mayor consumidora de sexo cubano mientras que la Iglesia es la mayor controladora de la cintura de los cubanos. La resurrección de esta versión de diálogo en el Foro Cubano con su nuevo énfasis y en nuevas circunstancias sí podría servir de base para el diálogo entre los cubanos.