RECIENTEMENTE en el Congreso de los Diputados español, el voto de los socialistas y comunistas impidió que se aprobara una moción en la que se expresaba el apoyo a la liberación de los prisioneros políticos pacíficos cubanos, que están en prisión sólo por defender los derechos humanos.
La moción apoyaba también la declaración «Unidad por la Libertad», que contiene los principios y objetivos básicos de toda la oposición democrática pacífica cubana. «Unidad por la Libertad» es positiva toda y tiene su motivación, solamente, en la voluntad de la mayoría de la oposición democrática y pacífica cubana de explicar al pueblo de Cuba y al mundo que estamos unidos en la solidaridad y en los objetivos de democracia, soberanía, reconciliación y libertad. Los ciudadanos, representados en el Congreso de los Diputados, pueden consultar esta declaración en «Unidad por la Libertad»
Agradecemos al Partido Popular, que propuso la moción de solidaridad con Cuba y que aceptó las modificaciones en aras de beneficiar a nuestro pueblo. A Convergencia i Unió, que trabajó positivamente en su modificación, buscando el consenso. Al PNV, que, con tanta transparencia, defendió los indiscutibles derechos de los cubanos, y a todos los diputados que se tomaron interés o hablaron con respeto de nuestro pueblo y de nuestros derechos, cualquiera haya sido su voto.
Respetamos el derecho y la facultad de los diputados españoles a votar como en conciencia crean que deben hacerlo, aunque sea para negarse a sí mismos la oportunidad de ser solidarios con sus hermanos cubanos, eso no tiene discusión. Pero cuando un estado que se dice democrático mantiene relaciones políticas, culturales y económicas con otro estado, tiene la obligación de ser consecuente en esas relaciones, con los valores y principios de la democracia y con los Derechos Humanos universalmente reconocidos. Si España no es solidaria con el pueblo cubano en estos aspectos, esas relaciones se convierten en complicidad con la exclusión que sufren los cubanos en su propio país.
En esta solidaridad se debe buscar el consenso y no la confrontación. Un consenso entre los que consideran que «los cubanos tenemos derecho a los derechos porque somos seres humanos». Creemos que este consenso, en la solidaridad, existe entre la inmensa mayoría o casi totalidad de los ciudadanos españoles, por lo que su Gobierno, su Parlamento y todos los partidos políticos deberían ser expresión de ese sentir. No beneficia la causa de los derechos humanos en Cuba que las expresiones de solidaridad con Cuba se empleen para atacar al Gobierno, ni trasladar a ese terreno las rivalidades entre partidos. Pero también es escandaloso que algunos se sientan agredidos sólo porque se propone demandar el respeto de los derechos de los cubanos y la liberación de los prisioneros políticos pacíficos. Es como una confesión de identificación con la opresión. Reaccionan así por definición, acusando a los proponentes y reafirmando su adhesión al régimen que viola nuestros derechos con gritos de «viva la revolución». ¿Por qué contraponen «la revolución» a los derechos humanos? Es como gritar: «viva la tiranía que niega los derechos humanos y así los ideales de la revolución».
Parece que han traslado al Congreso español las tácticas y argumentos utilizados por el Gobierno cubano contra las familias que defienden los derechos humanos en Cuba. Ocurre cuando acusan a los que desde España promueven el apoyo a los derechos fundamentales de los cubanos de ser instrumentos de los Estados Unidos. Eso mismo, es decir, acusar de instrumentos del extranjero a los opositores, lo han hecho todas las dictaduras, incluyendo la de Franco. Las dictaduras no son de izquierda, ni de derecha, son dictaduras, y en Cuba lo mismo da que alguien sea de derecha o de izquierda para ser reprimido, siempre que éste apoye la libertad y los derechos de los cubanos.
Creemos que los muchos hombres y mujeres de izquierda y de otras corrientes políticas que aman la democracia y al pueblo cubano deben tomar su propia voz y enviar mensajes clarificadores al pueblo de Cuba. Porque, sinceramente, en el caso de la izquierda, su voz, tal como está llegando a Cuba sistemáticamente, parece haber sido usurpada por los que apoyan el régimen de no derechos para los cubanos siempre y en cualquier circunstancia.
No creemos que ése sea el espíritu del Gobierno de España. No quisiera que estas palabras sean usadas para más confrontación. Tenemos la esperanza de que, por amor a sus hermanos cubanos, se pueda llegar al consenso en la solidaridad. Nuestra propuesta para todos los ciudadanos españoles y para su Parlamento es que inicien un «diálogo de buena voluntad, por la solidaridad con Cuba». Un diálogo que tenga como guía la declaración «Unidad por la Libertad». Las iniciativas ciudadanas en esa dirección serán un gran apoyo moral para el pueblo cubano y la causa de los derechos humanos, que es la causa de la paz. Más que interminables polémicas que no ayudan a Cuba, sugerimos, ya que se trata de nosotros los cubanos, que creen una comisión parlamentaria plural para el diálogo con Cuba, recordando que Cuba somos todos los cubanos y todos los sectores de la sociedad.
El diálogo con Cuba es bueno: si no es excluyente, si busca el respeto a los derechos de los cubanos y la liberación de los prisioneros políticos pacíficos y si se propone como meta transparente apoyar el diálogo entre cubanos. La solución pacífica entre cubanos la seguimos buscando aquí, demandando la liberación de los prisioneros políticos pacíficos y promoviendo el diálogo nacional, la reconciliación, el reconocimiento legal de los derechos y la consulta en un Referendo sobre el Proyecto Varela, para que el pueblo tenga voz y pueda decidir.
(*) Movimiento Cristiano Liberación. Premio Sajarov 2002 a la a Libertad de Conciencia del Parlamento Europeo