Jose Vilasuso Rivero, de Disidente Universal.
Articulo corregido tras la divulgación del último desfile de Las Damas de Blanco y los diputados italianos.
Cuando presenciamos aquella apretada gira de don Oswaldo Paya Sardiñas por el mundo democrático, capitalista o como se les antoje bautizar, a raiz de la obtención del Premio Sajarov.
Tuvimos la satisfacción de ver logrado el esclarecimiento mundial de la naturaleza de su postura pacifica y serena ante la cruda coyuntura cubana caracterizada desde antaño por las polarizaciones y radicalismos de toda tintura, sabor y olor.En efecto, gracias al bálsamo de cordura y buen juicio que su personalidad ganhdiana imparte, ayer y hoy, tal parece como que los ácidos de las intransigencias y los gérmenes de la incivilidad se diluyen en su propia acrimonia. Es algo como la fuerza de la templanza y la mesura en medio de un vendaval desbocado y desacompasado.
Paso con honores pues a la cultura, la comprensión, y caridad para bien del hombre sin importar su ideología, merced al ideario que sabe y hace bastante con decir la verdad. La verdad que nos hara libres.
Pues Paya invariablemente habla por los cubanos sin encasillar prejuicios, recelos o doctrinas, lo hace abiertamente. Su verbo es diáfano y concreto, con todos y para todos, como dijera el Apóstol.
Ahora con toda ironía me pregunto. Acaso fue la primera vez que el humilde vecino de El Cerro se ha manifestado de manera similar. ¿Por casualidad ha sido el único? En alguna oportunidad se ha autodenominado portavoz de exclusivismos ideológicos o de otra textura? ¿Alguna vez pretendió exponer algo que no estaba expuesto?
No creo que haya irrumpido con estandarte de nuevo cuño en la arena internacional donde se ha quedado cual especie de príncipe encantado que en el capitulo final de la novela despierta a la princesa con un beso de amor. Nones, jamás un hombre así pudo surgir de la clonación, reencarnado, providencial de Blanca Nieves, o espejo de paciencia. No; desde mucho antes un carácter cubano, caribeño y latinoamericano había echado raíces, y bien echadas, profundamente echadas.
Nos acercamos a una personalidad forjada en su ideología, la democracia cristiana, es decir hombre integro, y arraigado porque los dirigentes sin ideales ni principios valen poco en gestas como la que Cuba libra en estos dias. ¿A qué se debe entonces el descubrimiento tardío de esa originalidad singular? ¿A qué obedecen esas bocas abiertas y miradas perdidas recogidas por la rotativa o el digito, ante sus declaraciones admirables en los instantes tétricos en que se amenaza con aniquilarlo junto con su movimiento popular y pacifico? A saber
Esas expresiones de asombro obedecen – entre otras cosas – a uno de los vicios de mayor peso tanto del discurso tribunicio o parlamentario, como de los medios en especifico, y convencionalismos expresivos de lo catalogado como la globalización noticiosa.
Analizamos un cúmulo compacto de tendencias publicitarias predominantes que de manera insolente y retadora se han abrogado el poder de neutralizar opiniones diferidas y alternas con miras a monopolizar una estirpe de audiencia que solo obedece a su visión limitada, y esquemática de los acontecimientos al ritmo que les deseen imprimir.
Son directrices que desde las mesas de conferencias y agendas de importantes trasnacionales a diario se reparten y divulgan con caracteres no tan fuertemente diferenciados como quisiéramos – salvando distancias – de los paridos por los totalitarismos tradicionales, Fidel Castro, y ya tocan a Hugo Chávez.
Es la información dirigida conforme a las particularidades y controles de posiciones e intereses en los que el sensacionalismo, la trivialidad y el estereotipo acaparan los grandes titulares y a ratos hasta se dejan entrever en anodinos editoriales. Es el decir poco o no decir nada aun en momentos de crisis. Ignorar hechos heroicos y figuras insignes para canalizar el adocenamiento y lugar común. Estar en el pueblo y no ver las casas. En otras palabras arrimar la brasa a su sardina de poca sustancia y menos proteínas.
Cuando el escándalo, extravagancias, y contradicciones sibilinas se convierten en el cebo de la clientela así fomentada, es connatural que un dirigente realista, valiente y ponderado se convierta en especie de
eslabón perdido u hombre de las nieves que inesperadamente se localiza en pantalla para suscitar el asombro general. Eso está pasando ahora con Paya, alma diferente. Es otra parodia de la pica en Flandes.
O es que acaso se desconoce el mensaje similar de Andrei Sajarov el disidente ruso que honra el premio obtenido por don Oswaldo. Se ignora la personalidad exquisita de Dalai Lama portaestandarte tibetano de los mismos clamores. Nadie ha leido las obras teatrales de Vaclav Havel que aluden a la disidencia checa madre de la revolución de terciopelo.
Tampoco se recuerda al cardenal Mindzenzy y su calvario encerrado en la embajada de Estados Unidos dada su defensa a los derechos religiosos de los húngaros. No vieron la versión cinematográfica del Doctor Zhivago con la rubrica de Boris Pasternak. No se tomaron el trabajo de conocer el itinerario ejemplar de don Rómulo Betancourt en los mejores años de Venezuela libre. Pero entonces, porque más tarde se han callado cuando al periodista Raul Rivero Castañeda se le negó el permiso para recoger el premio Henry Cabot Lodge y otros que no recuerdo.
O a Vladimiro Roca Antunez y Gustavo Arcos Bergnes los galardones del Civismo y Coraje, a Las Damas de Blanco el Sajarov, y se mofaron de don Elizardo Sánchez Santacruz por adquirir el trofeo de la Libertad, Igualdad y Fraternidad concedido por el gobierno de Francia. Qué justifica el camino de servidumbre libremente aceptado – con honrosas excepciones – ante un tirano en payamas, cadavérico, trasnochado y cruel hasta en su ocaso, que no oculta el asco y virulencia que le produce la dirigencia mundial de la información masiva, llamada eufemística y convencionalmente libre. Esos tres periodistas recién expulsados de Cuba debieron recibir un fuerte apoyo a todo nivel, pero pasaron sin pena ni gloria para sus colegas de las trasnacionales mas poderosas del universo.
La corriente entumecida de noticias y noticiosa que por espacio de décadas, ha estragado a la disidencia interna cubana y que si bien, en ocasiones permite voceros comprobar la existencia de anticastristas exhilarantes y trasnochados. Hablando en plata, asi le presta el mas preciado y eficaz de los servicios a la censura del régimen.
En efecto, si a la reiteración del radicalismo gubernamental mas provocador, se opone la contrabanda quemante de exilados minoritarios, con su harto sabido radicalismo de signo contrario. Mas de lo mismo y de lo mismo mas todavía, arrojan la parálisis arteriosclerótica en que desemboca todo encorsetamiento y retranca para afincar a los mediocres y perpetrar tiranías.
Lo que desborda un oleaje atrabiliario y mostrenco donde la racionalidad y el civismo de hombres como Oswaldo Paya se deja ahogar en mar de espumas. Dibujar una Cuba a escoger entre Fidel Castro o George Bush es prueba de escandalosa simpleza e ignorancia enciclopédica de la ciencia política en su grado mas elemental.
No por desdoro de la nación americana o sus instituciones, sino debido a que de tal suerte se desvía a extramuros el epicentro del problema; los cubanos, sus disidentes y la tiranía que los aplasta. He ahí el cáncer espiritual de la informática sin otro objeto que el poder, ya que ciegos, rutinarios o despistados no pueden arrojar mejores frutos.
Para el cubano no ha habido opción. Tampoco para el mundo sensato que vive en el siglo XXI, a pesar de Fukuyama y su fin de la historia. El sólo transcurso de las décadas en conventual silencio ha sedimentado costras estériles que caricaturizaron al criollo promedio como un d�mine servil y simulador sin otra alternativa que doblar el lomo ante la bota comunista, o huir en balsa expuesto a los furores del mar.
Nada mas falso e indignante; Paya, como Elizardo, Vladimiro, Darsi, Chaviano, Palacios, Navarro, Biscet, Montes de Oca, Pollán, con sus relevos y legión, vienen generacionalmente trabajando en la trinchera de la originalidad y los tiempos anteriores a la Primavera de Praga.
No son producto de la improvisación ni mucho menos oportunistas a la caza de cambios que a pesar de buena parte de la informática que cuestionamos se ven muy próximos. Todo lo contrario, responden a la dignidad de un pueblo con bastante madurez, que subyace soterrado en lo que pocos en América Latina han vivido y, sin disfrutar el honor del reconocimiento publicitario que lo más granado de las comunidades pensantes demanda con justificada energía.
Que ha estado pasando en Cuba se preguntan personas sorprendidas ante el verbo convincente y porte sosegado del modesto ingeniero Oswaldo Paya Sardiñas. De esa guisa se lanza un desafio ansioso, impaciente por descorrer los velos que han impedido al mundo entero enterarse de la verdad escondida. Sabemos que será fácil culpar a reporteros subalternos o a principiantes ilusos enarbolando la efigie del Che Guevara.
No entramos en detalles. Los intentos fallidos, pretextos baladíes, y puertas cerradas en Honduras, Peru o México hablan por si solos, aunque últimamente algo ha cambiado, debe reconocerse el ultimo desfile de Las Damas de Blanco por las calles habaneras acompañadas por varios diputados italianos, recogido por C.N.N.
Mas están a tiempo.
La faena comienza ahora. Sus oficinas operan desde La Habana, corresponsales objetivos estén disponibles y existen miles de senderos para informar lo que se espera, que se necesita, y algún día se han de pedir cuentas. Porque cuando un mínimo de profesionalismo y sagacidad imprescindible orientan al reportero, columnista o editor, el buen periodismo se rejuvenece, prolifera y se salva.
Lo contrario lo anula y resta prestigio. Un órgano de prensa no es una empresa comercial que vende un producto. A nada se arriesgan con entrevistar a los otros Payas que no son menos interesantes, corajudos y originales, y poner prestamente al día a la crema de sus lectores en los cinco continentes.
A esos que piensan con cabeza propia, a los que son dueños de sus actos, y que desde los tiempos de Benjamín Franklin y Francois Marie Arouet, Voltaire, saben que en esta misión de la palabra escrita debemos guiarnos por la razón en vez de la pasión. Por la objetividad y no el escándalo. La justicia y jamás la demagogia. El interes supremo es la busca de la verdad. Una vez que esa luz brille en la tiniebla, la retórica armoniosa y cadencia invicta resonaran en los oidos cuerdos de los hombres de buena voluntad.
Si la desmesura manifestada en esta amenaza brutal acabada de formular por la revolución cubana contra el ingeniero Paya y el movimiento cristiano Liberación, debe mover la sensibilidad de esa prensa multinacional acreditada en La Habana, lo contrario seria prueba de ineptitud frente a la censura y la represión. En su defensa pueden alegarse mil pretextos, mas los hechos acusan. Los tiempos reclaman coraje y decisiones.
Por otra parte, si bien una avalancha tal de terrorismo estatal es prueba de ceguera gubernamental en grado alarmante, es otro indicio no menos contundente de la confianza de Raul, Ramirito y el Camastrón mayor en que los periodistas extranjeros permanecerán en la misma Babel a que nos tienen acostumbrados. El mayor bofetón es la impunidad de pegarlo a sabiendas de que nadie hablar.
De ahí nuestra definida denuncia ante el silencio. Ah pero supongamos la reacción esperada por dichos medios, si se tratase de dardos menos agudos lanzados contra cualquier musulmán armado hasta los dientes y arrastrando cadáveres mutilados en plena descomposición. No seria aventurado esperar los clamores lagrimeantes en los horarios noticiosos mas solicitados, o nuevos conversos a la religión del profeta entre faranduleros de Hollywood.
No otra es la clave de esta censura sutil aplicada a Paya en este instante de prueba, como a esos bravos gladiadores de la libertad resistiendo con pie firme la embestida absurda de una dictadura caduca y retrograda; se distrae la atención mundial en asuntos lejanos que desde su anuncio fuimos los primeros de rechazar, por causahabientes de un ocultar a las tres Américas es actualidad de importancia innegable. Sin embargo, una vez mas el desdén sajón hacia el mundo de habla hispana prevalece para estrellarse contra la maraña sangrienta del Medio Oriente que todo corazón sensible lamenta.
Pero así – tal vez por carambola – se preparaba el caldo de cultivo para la indiferencia y el asombro sin solidaridad ante el caso Paya que estamos describiendo y comprobado en buena parte de los cintillos de primera plana. ¿O es que acaso se cree hacer buen periodismo?
Lo que en lo mas mínimo obsta para sentirnos desanimados, la química de las buenas ideas se nutre con la justicia, jamás con la propaganda o su ausencia en el ruedo internacional. A orgullo y conciencia debe llevarse la plena seguridad de defender a un hombre cabal y muy superior a santurrones y politicastros a la busca de banderines y emblemas para agitar una audiencia que merece mayor respeto.
No importan las posiciones, los intereses que mueven el silencio en torno a Paya responden a mezquindades y a toda forma de la irresponsabilidad colectiva que desmejora la imagen del oficio informativo de habla inglesa