Juan Carlos Herrera Acosta, condenado ilícitamente en marzo de 2003 a 20 años de cárcel por haber cometido supuestos delitos contenidos en la Ley 88 o ley mordaza, como popularmente se le conoce, decidió coserse la boca y comenzar una huelga de hambre el 6 de agosto último.
Los motivos de tan dramática protesta son el acoso y los maltratos físicos que sufrie a manos de reos comunes de alta peligrosidad en contubernio con la Seguridad del Estado, las autoridades de la prisión y sus carceleros y tambien por la desatención médica de que es víctima en la prisión conocida como Kilo 8 en Camagüey, prisión en la que se encuentra confinado desde agosto del 2003.
Juan Carlos, nacido en la más oriental de las provincias de Cuba, Guantánamo hace ya 39 agostos, es también es fundidor metalúrgico y cocinero de profesión pero no puede ejercerlas porque el gobierno cubano niega el empleo a toda aquella que asuma una posición contestaria a sus acciones. Es también miembro del Movimiento Cubano de Jóvenes por la Democracia desde 1996 y por su actitud y posición en defensa de los Derechos Humanos en Cuba fue condenado en 1997 a 5 años de cárcel. Una vez puesto en libertad continuo con su labor y en el 2002 comenzó a ejercer el periodismo independiente, teniendo en la crónica satírica su mejor exponente.
Desde su injusto encierro algunas enfermedades de las que ya padecía se agravaron por la desatención médica y han aparecido otras dolencias como consecuencia de las infrahumanas condiciones de encarcelamiento en que se encuentra recluido. Juan Carlos Herrera Acosta padece de problemas renales y hepáticos, Hipertensión Arterial Severa, Vitiligo, Asma, Alergia y presenta también una Cardiopatía Isquémica.
También ha sido víctima de crueles golpizas perpetradas por los carceleros y reos comunes de altísima peligrosidad, que contando con el apoyo y la impunidad que le brindan la Seguridad del Estado y las autoridades de la prisión actúan como verdaderos verdugos en contra de los prisioneros políticos pacíficos.
En correspondencia con esto, 4 días después de que Juan Carlos tomara tan drástica decisión, el 10 de agosto fue amenazado por unos presos comunes “con ser apuñaleado sino se descosía la boca”.
El mismo día y como medida represiva en contra de Juan Carlos, se llevaron a celda de castigo a uno de sus compañeros de celda. Fue entonces que en solidaridad con aquel preso decidió descoserse la boca pero manteniendo la huelga de hambre, ingiriendo solamente 2 vasos de agua diario.
El tiempo continua indetenible pero Juan Carlos no cede, está decidido a reclamar a toda costa sus derechos conculcados; su salud se deteriora cada día más, ha perdido mucho peso; pero esta vez está decidido a reclamar para si y sus compañeros cueste lo que cueste, un mejor trato, un trato digno para seres humanos.
Septiembre 2006
Oswaldo Payá sardiñas