Un silencio que hace ruido en la isla

En la isla insisten en que el traspaso de mando no ha provocado grandes cambios ni en el gobierno ni en la sociedad. Sin embargo, la tapa de ayer del diario oficial Granma se hacía eco de los temores, que desde el lunes acosan a los más de once millones de cubanos. “Los medios de combate están listos para defendernos”, tituló el matutino, haciendo referencia a las posibles amenazas “del imperio” y de la disidencia interna. Confirmando al diario oficial, el coordinador nacional de los CDR, Juan José Rabilero, anunció que están fortaleciendo la “vigilancia popular”. “Hemos convocado a los destacamentos ‘Mirando al mar’ para evitar las salidas ilegales, que son un pretexto que siempre han tenido para provocar una agresión a nuestro país”, afirmó en diálogo con la emisora cubana Radio Rebelde, haciendo referencia a la disidencia en la isla. Los CDR son la mayor organización de masas de la isla y una de las más antiguas. Se creó a principios de los sesenta y tiene más de ocho millones de miembros. 

Con el traspaso de mando, las calles cubanas –especialmente las de La Habana– comenzaron a ser custodiadas por un mayor número de policías. El objetivo es proteger edificios importantes, como escuelas y fábricas, ante una posible reacción de los grupos de oposición. Por el momento, sin embargo, estos sectores más duros del anticastrismo no salieron a la calle ni se pronunciaron. Los que sí están intentando aprovechar esta nueva coyuntura política son los movimientos opositores, que aunque no comparten la política del régimen comunista, abogan por mantener un clima de paz. “Estamos ante una experiencia nueva para los cubanos. Lo más prudente y justo es mantener la serenidad y la paz social, y que los actores, que somos todos los cubanos, incluyendo a quienes están en el gobierno, reflexionen y contribuyan a que se abra una etapa de diálogo y tolerancia”, aseguró el dirigente del Movimiento Cristiano de Liberación (MCL), Oswaldo Payá. 
El dirigente cristiano no sólo advirtió sobre una posible reacción violenta dentro de la isla, sino que destacó la promoción de estas actitudes violentas desde el otro lado de la orilla. “Cualquier represión, cualquier indisciplina o aliento hacia actitudes violentas no es responsable ni es bueno para Cuba”, señaló Payá y agregó, “no nos parece responsable ni realista, que desde otras latitudes algunos alienten acciones de la sociedad que pueden traer confrontación”. 
Las advertencias de Payá no son gratuitas. Desde el traspaso de mando, el lunes pasado, en la isla se escuchan ecos lejanos de bocinas, celebraciones y reuniones secretas. El mudismo del gobierno de Raúl Castro contrasta con los gritos cada vez más fuertes y más radicales de la comunidad cubana en la Pequeña Cuba de Miami. Lejos de la cautela que ha mantenido la Casa Blanca, la mayor organización anticastrista residente en Estados Unidos, la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), llamó el miércoles a un golpe cívico-militar contra el régimen comunista. 
Pero ésta no es la única contradicción entre las directivas de Washington y las ansias incontrolables de gran parte de los ciudadanos cubanoestadounidenses del sur de Florida. Un grupo anticastrista denominado Movimiento Democracia ya anunció que tiene preparada una pequeña flota debarcos para cruzar a Cuba cuando “el régimen comience a resquebrajarse”, a pesar de las advertencias de Washington. Es sólo una pequeña movilización, ya que cuentan con tres barcos y algunas lanchas de pesca. No obstante, es una señal de los ánimos que imperan actualmente en Miami y la dificultad que está teniendo la Casa Blanca para contenerlos. El presidente George W. Bush no fue tan directo como estos grupos anticastristas, pero también quiso sumarse a las apelaciones a los cubanos disidentes. “Urjo al pueblo cubano a trabajar por un cambio democrático en la isla. Nosotros los apoyaremos en sus esfuerzos para construir un gobierno de transición en Cuba comprometido con la democracia”, aseguró. El clima de tranquilidad en la isla es, por ahora, innegable. Pero también lo son los temores a una reacción de los sectores opositores, dentro y fuera de la isla. La acefalía visual por la que hace cuatro días atraviesa la sociedad cubana –acostumbrada por Fidel Castro a un fuerte liderazgo público– no permite todavía imaginar una salida a este débil equilibrio. 
 
 
 

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