La tercera de ABC: La concordia entre cubanos. Oswaldo Payá
Es momento de considerarnos todos los cubanos como miembros de una misma familia, más alla de diferencias y de experiencias, y de tener la conciencia de que Cuba es el hogar de todos
SI por algo hemos trabajado y luchado muchos cubanos, incluyendo a nuestros hermanos los Prisioneros de la Primavera de Cuba y a todos los prisioneros políticos pacíficos, es por los cambios pacíficos, por la reconciliación y la concordia entre cubanos, la apertura y el respeto a los derechos de todos. Esos cambios y la reconciliación son una necesidad vital y un derecho de la nación cubana y una obligación que tenemos para con la nueva generación y el futuro de Cuba.
Esos cambios sólo pueden ser definidos y protagonizados por los propios cubanos, sin injerencias extranjeras y sin exclusiones para ningún cubano, en un proceso de diálogo y participación democráticos. El diálogo que hemos realizado con la participación de miles de cubanos, durante cerca de dos años, nos permitió integrar muchos aportes ciudadanos y redactar el Programa Todos Cubanos. ¿Qué brotó de este diálogo?: la confirmación de la necesidad de un diálogo entre todos los cubanos como camino de cambio y que los cubanos dentro y fuera de Cuba consideramos valores principales e inseparables la libertad, los derechos, la justicia social, la solidaridad, la reconciliación y la paz, la soberanía y la independencia nacional.
He comenzado resaltando estos ideales y posiciones, que no han sido creados en la actual coyuntura, ni son improvisados, porque la situación actual llama a todos los cubanos a la reflexión sobre nuestro futuro, que es una responsabilidad de todos. La situación de enfermedad del presidente del Consejo de Estado Fidel Castro Ruz y su proclama nombrando sustitutos provisionales para las funciones más importantes del Estado, constituyen un hecho impactante y nuevo para toda la nación cubana y también para el mundo. Esas posiciones e ideales nuestros, que expresamos en el primer párrafo, repetimos, no son coyunturales ni improvisados, son bien conocidos. Ahora estamos en un momento nuevo para todos los cubanos y muchos, con incertidumbre, se preguntan por el presente y por el futuro. No es serio ocultar esta realidad con frases altisonantes. Todos somos responsables de lo que ocurra en estos momentos y de sus consecuencias para la Patria y la nación cubana.
Las autoridades, como cubanos y parte de este pueblo, tienen una enorme responsabilidad en la situación actual y si sus pronunciamientos y acciones se orientan a mantener un ambiente de paz y de respeto a todos los cubanos, ninguna institución, organización o ciudadano podrá entonces sentirse apoyado para usar lenguajes excluyentes u ofensivos, amenazar o agredir a otros compatriotas, ya que semejantes actitudes pueden llegar a abusos y violencias que en nada se corresponden con el ambiente de respeto, tolerancia y concordia que Cuba necesita y al que los cubanos tienen derecho. Los cubanos tienen derecho y necesidad de pensar y hablar de su vida y de su futuro con confianza y serenidad, sabiendo escuchar y con respeto del prójimo y del orden.
La actuación de la Unión Europea, Latinoamérica, Canadá, los Estados Unidos de América y el resto del mundo no debe ser otra que aquella que contribuya a un ambiente de paz y serenidad entre los cubanos y en el caso en que les sea posible, al entendimiento y el diálogo entre cubanos. Cualquier expresión y acción que pretenda definir o decidir lo que debe ocurrir en Cuba, cualquier otra exhortación que no sea a la calma y a la paz, puede aumentar las tensiones, las desconfianzas y los malentendidos entre cubanos y no es eso lo que Cuba quiere y necesita. Estamos seguros de que este es el deseo de todos los cubanos, incluyendo a nuestros hermanos del exilio que están dispersos por todo el mundo y que son parte inseparable del pueblo cubano, vibran con las mismas preocupaciones y angustias por Cuba y con las mismas esperanzas de paz y libertad. No deben confundirse algunas voces que desde el exilio hacen exhortaciones y pronunciamientos, que a veces llegan a ser irresponsables, con la de la mayoría de los exiliados que tienen un espíritu pacífico y que, aunque también tienen el deseo inmenso y muy justo de recuentro con su Patria cuando sea posible por la vía ordenada y legal, ahora priorizan la necesidad de que en Cuba haya paz y concordia.
Los movimientos cívicos y de la oposición pacífica también debemos actuar, ahora más que nunca, con responsabilidad y amor para con el pueblo de Cuba, por encima de estrategias y posiciones políticas particulares. Aunque creemos que ese es el espíritu de todas las agrupaciones opositoras, preferimos pronunciarnos sobre la posición de nuestro Movimiento de manera directa: Nuestra opción y nuestro llamado es por la paz entre los cubanos, por la serenidad, por el respeto de todos a todos y a la vida y la dignidad de cada cubano, por evitar la confusión y las expresiones y acciones que puedan enfrentar a los cubanos entre sí, por buscar entre todos el bien para el pueblo de Cuba. Por eso seguimos en disposición de diálogo con todos y determinados a impulsarlo con nuestros modestos esfuerzos. Nuestro llamado a los cubanos es a esta misma responsabilidad y reflexión, a no quedar paralizados por temores y desconfianza y a practicar este respeto y apertura al prójimo, con la conciencia de que la suerte de cada cubano y de cada familia puede ser la suerte de todos. Es momento de considerarnos todos los cubanos como miembros de una misma familia, más alla de diferencias y de experiencias, y de tener la conciencia de que Cuba es el hogar de todos los cubanos, nuestra casa y que somos un solo pueblo y una misma familia y debemos estar unidos en un espíritu de libertad y fraternidad.
A Dios nuestro Padre, Señor de la Historia, encomendamos los destinos de la nación cubana.
Nota para los españoles:
En este sentido, España quizás tiene la especial condición de ser amigo y familia y por eso no debe limitarse solamente a mantener posiciones prudentes y respetuosas que pueden llegar a ser distantes y a privar a Cuba, y Cuba somos todos los cubanos sin exclusión, de ese acompañamiento bueno, que sólo los amigos y la familia pueden ofrecer en momentos difíciles y cruciales. No estamos pidiendo que tome el papel que sólo corresponde a los cubanos, pero no creo que nadie quiera impugnar «injerencia» si España ahora, sin tanta cautela y sin temores a importunar, se acerca más, mucho más y dice como solo puede decir la familia: «aquí estoy, todos pueden contar conmigo». Quién sabe cuán valioso aporte al entendimiento y la paz entre cubanos pudieran llegar a dar los españoles, si están cerca y disponibles. Por supuesto que para que España pueda apoyar la concordia entre los cubanos, debe haber concordia en España sobre Cuba y espero que no se convierta en algo más difícil, lograr concordia sobre Cuba en España, que lograrla aquí entre nosotros.