Sirva este momento para la reflexión serena, que nos permita redescubrir por encima de toda consideración a un hermano encada cubano, al prójimo. En definitiva el mal mayor de este régimen ha sido, tratar todo el tiempo, de enfrentar a Cuba contra Cuba. Enfrentar entre sí, a los viejos con los jóvenes, a los de oriente y los de occidente, a los negros y a los blancos, a los que tienen mucho o algo y a los que tienen poco o nada, a los cubanos del exilio con los que estamos en Cuba, a los que se van con los que se quedan, a los creyentes y a los no creyentes, a los que son llamados revolucionarios con los que son llamados contrarrevolucionarios o gusanos, a los del campo y a los de la ciudad.

Ha querido también enfrentarnos al mundo. Este régimen ha querido enfrentar a todo lo cubano contra sí mismo tal como si quisiera llevar al suicidio a nuestra nación, llevarla a la dispersión o desintegración espiritual. Enfrenta mientras trata someter a todos, quita para no dar y da migajas para humillar. Ofrece al pueblo como concesión y exigiendo a cambio la incondicionalidad al poder, solo una ínfima parte de lo que corresponde al pueblo por derecho, por ser quien trabaja, aporta y crea. Mientras suprime los derechos y pretende ocupar todo los espacios de la vida, confiscar el futuro, pretende ocupar el lugar de Dios y esa es su propia destrucción.

Enfrenta a los cubanos, unos contra otros a nombre de la justicia para imponer el privilegio despótico de unos pocos, en medio de la pobreza y la exclusión de la mayoría de los cubanos. Y por enfrentar, trata de enfrentar entre ellos, aunque no con total éxito, a los cubanos que luchan por la libertad y por tanto contra el orden de no derecho impuesto por el propio régimen. Que paradoja.

Pero la peor manera de enfrentar un problema es no reconocer que existe.

Para enfrentar y sembrar divisiones tanto dentro de Cuba como en la Diáspora, como entre estas dos componentes de la lucha por la democracia, se valen de la desinformación, de las dificultades de comunicación, también de las rivalidades, las envidias, la falta de flexibilidad y tolerancia, las vanidades y desconfianzas. También de las pasiones y de la tendencia, a veces exagerada de actuar como si la libertad de Cuba dependiera de una sola agrupación y de cada palabra y cada gesto. Es preocupante ver como gran parte de la energía, los recursos, las palabras, la propaganda es absorbida por esta lucha fraticida. En algunos casos llega a desplazar el contenido de la lucha por la libertad y anular el efecto de las acciones de solidaridad. También sabemos que la imagen es parte de la realidad y es alarmante como la propaganda del régimen y sus desinformaciones se alimentan con estas actitudes que no representan el sentir de la mayoría de los luchadores por la democracia dentro y fuera de Cuba.

Si no podemos evitar que el régimen use medios y personas que tienen por misión expresa, dividir y sembrar la división, ya sea que estén vinculadas formalmente a sus cuerpos represivos o por otras motivaciones, es igual, si podemos neutralizarlas con la coherencia con los valores y sentimientos patrióticos que nos animan en esta lucha.

Si decimos todo esto, no es para desatar acusaciones, calificaciones, clasificaciones y señalamientos, sino para sugerir que todos reflexionemos, escuchemos al otro y descubramos lo que podemos superar en nosotros mismos para superar lo que nos dispersa y buscar la integración de voluntades y esfuerzos en la diversidad, pero unidos en el propósito de lograr los cambios pacíficos para Cuba. Los medios no pueden negar lo valores cristianos de la meta de liberación y reconciliación que nos proponemos. El fin no justifica los medios.

Decimos esto ahora con confianza y humildad po que este es un momento en el cual, el amor a Cuba y a la causa de su libertad está impulsándonos dentro y fuera de Cuba, no solo a una convergencia, sino a una autentica unidad, que va más allá de alianzas y bloques que se pueden deshacer. Es UN NUEVO ESPIRITU, que hace renacer la esperanza del pueblo que ve que hemos comenzado a caminar juntos. No decimos a nadie ”únete a nosotros”. Decimos a todos: “Vamos Todos Unidos, todos los cubanos sin exclusiones”.

La imagen, la influencia, la posición, las figuras y los recursos de las agrupaciones que luchan pacíficamente por la democracia, dentro y fuera de Cuba, está en función de esta meta liberadora y no de otros intereses por que sería convertir el medio en fin. El régimen ha puesto el poder de un hombre y los intereses de un pequeño grupo por encima de los intereses de la Patria y esto causa graves danos y sufrimientos al pueblo.

Cada cubano que firma el Proyecto Varela, lo hace porque piensa primero en la Patria, en sus hijos que en sus intereses. Es el amor a su pueblo y la fe, quien le permite superar el miedo y liberarse en una actitud solidaria, en UN NUEVO ESPIRITU.

Cada cubano dentro y fuera de Cuba que apoya esta campaña por el Refrendo por amor a su Patria, participa ya en el proceso de liberación. No es el proyecto lo que nos dará la libertad, el proyecto es solo un medio, pero ya es el camino que el pueblo comenzó a recorrer y no lo abandonaremos hasta lograr la meta de la libertad. No es el proyecto, es el amor y el valor de los cubanos que lo protagonizan lo que libera a Cuba. Eso es lo que las instituciones, parlamentos y personas de buena voluntad en el mundo, saludan y premian enviando así un mensaje de solidaridad.

Si la opresión llegó dividiendo y enfrentando, si la fuerza que somete es la que dispersa, el amor que une es la fuerza que libera.

El camino a la libertad de Cuba, llega primero a la reconciliación entre los cubanos esa será la primera victoria nacional contra la opresión y sin hacer parada llegaremos enseguida a la libertad y la democracia, donde no habrá vencidos porque será la victoria de todos los cubanos.

Dios bendiga al pueblo de Cuba y Viva Cuba Libre.

Oswaldo Payá Sardiñas

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